EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La maestra Magda

Florencio Salazar

Noviembre 11, 2021

Se ve modestamente a sí mismo como un válido heraldo de su propia persona.
Harold Bloom.

La profesora Magdalena Vásquez Martínez es una mujer de extraordinaria vitalidad. No solo por la fortaleza física de la que hace gala a sus más de noventa años; sobre todo, por su lucidez y su cotidiana ocupación creativa. De ella podríamos decir –siguiendo la idea de Álvaro Carrillo– nació en Ometepec, pero es hija de crianza de Chilpancingo.
La maestra Magda, como es ampliamente conocida, ha tenido dos vocaciones que ha sabido conjugar: la educación y la política. Esta conjunción es sumamente afortunada porque el político debe ser pedagogo, que enseñe la compleja tarea de armonizar intereses y que, con sus actos, vaya demostrando que la militancia partidista, la representación popular y la administración, son para educar cívicamente al pueblo.
Sus diferentes vidas se han publicado en el hermoso libro: Magda, una vida de lealtad. La existencia es una en un plazo finito. Pero la vida se va llenando de tramos, capítulos, periodos. Las vivencias de la niñez, de la juventud, de la adultez y de la edad madura, siendo lapsos de una sola persona son diferentes. La memoria lo marca muy bien, por eso nosotros, a veces, nos sentimos irreconocibles.
Magda, el libro, está editado no solo con cariño sino también –y es lo más importante– con profesionalismo. Sus paratextos e intertextualidad han sido adecuadamente tratados. Además, tipografía, calidad y gramaje del papel, dimensión, ilustraciones, pastas, todo bien dispuesto. Esta clase de publicaciones son las que pueden hacer de ciertos libros arte-objeto.
He comentado que este libro no es autobiográfico, biográfico, de crónicas, testimonial, epistolar, álbum familiar o poético; pero que en su conjunto es todo eso, pues se trata de un texto híbrido en el que se han sabido acomodar las diferentes facetas de la maestra Magda. En él concurren diferentes voces e imágenes, que recobran parte de sus vidas para mostrarlas con el hilo conductor de la lealtad y del servicio.
Quienes la conocemos sabemos sobradamente de su amor a la poesía. Ella –y Juan Alarcón Hernández– ha sido la mejor intérprete de Rubén Mora. Pero esas dotes histriónicas también las mostró en obras teatrales y, claro, en su lirismo poético. Política y cultura arrojan resultados humanísticos que destellan sensibilidad en el qué hacer social. La maestra Magda es prueba viva.
¿A qué tiene lealtad la maestra Magda? A sus principios. Como es sabido, el ser humano es el único con opciones y deseos. Algunas especies irracionales tienen memoria, incipiente vida comunitaria, jerarquización social, pero todas se mueven por la necesidad de protección y alimento. El ser humano –parte de sus deseos– tiene ambiciones y para concretarlas decide sus actos.
Los principios no son demostrables por las etiquetas sino por la coherencia de la persona. La maestra Magda ha creído en sus principios partidistas y ha sido consecuente con ellos. Le ha tocado vivir la evolución de la participación de la mujer, desde la incipiente inclusión femenina hasta las importantes conquistas de la política de género. Con la actual, es una de las tres mujeres presidentes (género neutro, no hay presidentos) municipales de Chilpancingo.
Congruencia significa que los actos estén sometidos a los principios. Lo ideológico y la acción son como bandera a toda asta. A la bandera la mueve el viento, pero está sujeta a la asta. La asta son los principios y la bandera los hechos. Si los hechos –generalmente pragmáticos– están amarrados por los principios, el ser humano será consecuente. ¿Qué se puede decir cuando se mueve la asta y se arrastra a la bandera?
La realidad es didáctica para quienes observan y aprenden. La realidad guerrerense ha sido dura. Al fin maestra, doña Magda aprendió de la realidad y mostró su experiencia en la alcaldía. (Siendo yo alcalde, me dijo don Rafael Rodríguez Barrera: “Sujétate bien. La alcaldía es un corcel brioso que tira jinetes”. Sabía porqué lo decía. Él no concluyó como alcalde de Campeche. La maestra Magda terminó como buena amazona.
Merecido homenaje la publicación del libro. Leticia Atilano se ocupó de revisar materiales y ordenarlos, contribuyendo a lograr este valioso testimonio; y el maestro Carlos Cantú Lagunas de la edición. Como se vea, el libro es muy digno por su forma, contenido y destinataria. Golda Meir, ex primera ministra de Israel, expresó que para sobresalir, una mujer debe demostrar que vale el doble que un hombre. La maestra Magda lo ha demostrado sobradamente.
No incurriremos en la iniquidad del olvido. Por sus méritos, por su vida transparente, por su honorabilidad y sus muchas enseñanzas, estas notas son de elogio a Magda, una vida de lealtad.