Abelardo Martín M.
Noviembre 22, 2016
Cuando la Academia Sueca decidió que Bob Dylan recibiera el Premio Nobel de Literatura no se calculó el efecto que tendría esa decisión, por lo menos nunca se previó que el destinatario del codiciado honor declinara asistir a la entrega por “compromisos adquiridos con anticipación”.
La Medalla Belisario Domínguez es la presea de más alto rango y honor que otorga el gobierno mexicano. El Senado de la República es la institución responsable de su asignación, lo que nunca se consideró es que esa presea fuera a convertirse en una cuota de los partidos políticos que controlan la democracia y el gobierno mexicano. Así la Belisario Domínguez ha ido perdiendo su prestigio, mientras los partidos políticos en el Senado se disputan la decisión.
Desde hace meses, políticos y columnistas y articulistas iniciaron las propuestas para designar al premiado. Se habló de artistas, de personajes de la política y de un héroe que arriesgó y perdió su vida en un acto que hoy le valió para recibir ese alto honor.
Hace cinco años que Gonzalo Rivas Cámara enfrentó su destino, cuando sin dudarlo enfrentó las llamas que consumían la gasolinera que se ubica en la salida sur de Chilpancingo, incendiada en medio de las protestas siempre agresivas de los normalistas de Ayotzinapa. Su acción impidió una grave explosión que hubiera producido una gran catástrofe, incontables víctimas mortales y lesionados, pero le produjo a él quemaduras de tercer grado que luego de semanas de agonía lo llevaron a la muerte.
Rivas Cámara no era un simple despachador de combustible; se trató de un personaje singular: originario de Veracruz tenía dos décadas avecindado en la capital guerrerense; ingeniero en sistemas computacionales, era el responsable de los programas de funcionamiento y seguridad de esa estación y de otras, había sido marino, y de manera simultánea con la ingeniería trabajaba en la redacción de un diario de la capital estatal.
Ahora, una votación mayoritaria del Senado de la República le ha otorgado de manera póstuma la Medalla Belisario Domínguez, que le será entregada a su viuda y a sus hijas, en una sesión solemne de ese órgano legislativo, a la que acudirá el Presidente Enrique Peña Nieto.
Parecía imposible que un reconocimiento de esa magnitud ocurriera. Los hechos son del dominio público pero las autoridades nunca han ahondado en una investigación sobre el tema, y su viuda se queja de haber recibido promesas de indemnización de los sucesivos gobiernos estatales sin que hasta la fecha haya recibido un peso.
El promotor de la candidatura fue el periodista Luis González de Alba, que acostumbraba finalizar sus artículos con una leyenda reclamando la medalla para quien algunos medios de comunicación han llamado “el héroe de Chilpancingo”. Lo hizo así hasta su postrera colaboración, publicada el pasado 2 de octubre, fecha en que el escritor decidió también terminar con su propia vida.
La muerte de González de Alba tuvo, entre otros efectos, el de darle fuerza y difusión a su propuesta de asignación del lauro senatorial, la cual fue retomada en el gremio periodístico y finalmente fue acogida por los senadores, primero los de Acción Nacional, y luego por la mayoría de los integrantes de la Cámara Alta. Puede afirmarse que nunca en la historia de más de seis décadas de la medalla, una candidatura a la misma había surgido realmente del sentir de una parte de la sociedad hasta generalizarse y determinar la aprobación senatorial.
Como era de esperarse, la idea no fue bien recibida por los normalistas de Ayotzinapa, sus representantes y sus simpatizantes. El honor para Rivas Cámara es por contraste un recordatorio a la nación de que su muerte tuvo como origen la comisión de actos de vandalismo llevados al extremo y al absurdo.
Por ello es que en el país entero la imposición de la Belisario ha sido bien recibida, y sólo en el estado de Guerrero se han podido escuchar opiniones dispares, antes y después del anuncio oficial.
Es natural que así ocurra, la entidad es botín de intereses económicos y políticos, e incluso de grupos que tienen ligas con el tráfico de drogas y otras formas de la delincuencia organizada.
Tampoco resolverá nada la Belisario. Ojalá que por lo menos sirva para que en breve sus deudos reciban una indemnización decorosa. También para que sus hijas tengan los recursos económicos suficientes para garantizar su educación.
Pero su entrega queda ya como un testimonio imborrable de quienes son los incendiarios y quienes asumen riesgos y entregan incluso su vida para apagar fuegos criminales.
Por otra parte, la entrega de la medalla Belisario Domínguez en una ceremonia en la sede del Senado de la República, se ha convertido en la única ocasión en la que los representantes del Poder Ejecutivo, con el presidente Enrique Peña Nieto, y los del Congreso de la Unión, en especial los dirigentes del Senado, se reúnen, después de que no existe oportunidad para que se encuentren.
Las dudas respecto a honrar a Rivas Cámara eran por su relación con los hechos de violencia que se mantienen en Guerrero, en especial, con los hechos de Ayotzinapa. Hubo quienes argumentaron que hubiera sido preferible honrar a algún otro mexicano, aunque lo cierto es que, como en el caso de los premios de la Academia Sueca, el de la Belisario Domínguez” ha sido muy cuestionada.
Sin embargo, nadie cuestiona el valor de Rivas Cámara quien demostró arrojo, valentía y decisión para salvar la vida de otros, ejemplo que debiera considerarse.
Bob Dylan decidió no acudir a recibir el Premio Nobel de Literatura aunque nunca lo rechazó. La “Belisario Domínguez se entregará en los próximos días y ojalá que la vida de Rivas Cámara sea útil para detener la ingobernabilidad y la ola de violencia que azota a nuestro país.