EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La Montaña y sus suelos

Héctor Manuel Popoca Boone

Junio 02, 2005

Otra de las preguntas interesantes de Floriberto González González, se refiere a los suelos yermos de La Montaña. En efecto, esa región cuenta con la historia edafológica más antigua de todo el territorio de Guerrero. Sus suelos fueron de los primeros que emergieron del mar cuando se formó la parte mezo-americana de nuestro continente. La degradación de los suelos, por ende, es de suyo antiquísima.

Por ser montañosa la faz de esta región, el aire, pero sobre todo la lluvia, han sido las causantes del deslave secular de la tierra, además de lo hecho por la mano del hombre. A excepción de la cañada de Huamuxtitlán y de las vegas del río del mismo nombre, prácticamente no hay mayor capa de suelo arable en las laderas de las múltiples colinas y montañas de dicha región. Son suelos que no tienen vocación agrícola. Son forestales; es decir, con vocación silvo-pastoril.

Zona de refugio de diversos pueblos indígenas, desde los tiempos de acoso del imperio azteca, ha sido tierra en donde los pobladores se han dedicado forzadamente por las circunstancias de vida, a la agricultura de subsistencia y/o autoconsumo sin que, repito, los suelos sean aptos para tal propósito.

Ahí se practica desde siempre la siembra del maíz. De tiempo atrás, lo hacen bajo la modalidad de año y vez. Es decir, es tan delgada y poco fértil la placa de suelo arable que tienen que dejar “descansar” la parcela un año o dos, para de nuevo cultivarla. Hasta cierto punto es una agricultura rotativa y hasta cierto punto trashumante. La deforestación, por tanto, es ancestralmente endémica y a medida que pasa el tiempo es provocada con mayor intensidad con otras actividades lícitas como el pastoreo de chivos o ilícitas como la siembra de estupefacientes.

De ahí que programas transcendentales en La Montaña en torno a la actividad primaria han sido, son y serán los enfocados a realizar mejoras territoriales; en cuanto a todo tipo de obras y acciones destinadas a la conservación del suelo y del agua. Así como en la inducción y adopción, por parte de los agricultores, de los paquetes tecnológicos de la denominada agricultura de ladera, tendientes a optimizar la buena combinación de los factores productivos de siembra en condiciones específicas de montaña. Prácticas en las que nos llevan delantera, lo digo con rubor, en la mixteca oaxaqueña y poblana.

En todo esto, el escollo estriba, como siempre, en la cuantía alta de inversiones requeridas. Cientos de millones de pesos para cubrir una amplia región. Acompañados los recursos económicos con un fuerte programa de sensibilización social sobre las nuevas tecnologías para retener el agua y el suelo. Sin el concurso del gobierno federal, sencillamente no es posible hacerlo de tal forma que tenga cierto impacto regional de mediano plazo.

Por lo que respecta al buen programa: maíz por bosque, nació de una visita de campo que realizamos, en la época del gobernador Ángel Aguirre, a la comunidad de Cochoapa El Grande, en ese entonces perteneciente al municipio de Metlatónoc. En dicha comunidad indígena forestal nos percatamos de dos cosas: parte de su suelo forestal, en donde todavía existía macizo boscoso, lo habían otorgado a unos particulares como derecho de monte a cambio de la construcción de su iglesia. Otra parte, ya desforestada, la dedicaban al cultivo del maíz para autoconsumo.

Los suelos forestales dedicados al cultivo del maíz daban una magra producción. De 500 a 700 kilos por hectárea. Les propusimos darles dos veces más de lo que obtenían a cambio de que reforestaran dichos suelos con plantaciones de pino. Planificadas bajo una visión de plantación sustentable de tipo comercial; esto es, escalonadas y con cercado; limpiadas y con aclareos periódicos. El programa tendría continuidad anual para que no abandonaran los cuidados de lo ya sembrado y ampliaran la plantación.

Les trasladábamos buen maíz blanco producido por los campesinos de los valles de Iguala. Con esas compras también regulábamos los precios de cosecha del maíz en la Zona Norte del estado. El programa, por tanto, tenía un doble propósito benéfico, sin contar el regeneramiento ecológico de la zona. Pudimos llevar dicho programa a otras comunidades en la época del gobernador René Juárez Cisneros. Ya no he subido a esa zona, pero me cuentan los que han ido que los árboles de la primera plantación tienen ya más de dos metros de altura; y los indígenas los siguen cuidando con esmero. Algunos veneros secos, ahora ya tienen de nuevo algo de agua.

Dimos a conocer el programa maíz por bosque a las instituciones correspondientes del gobierno federal, para que autorizaran presupuestos mayores y aplicarlos en otros municipios. Lamentablemente nos encontramos con oídos sordos. No nos hicieron caso. Tal parece ser que algunos funcionarios federales en México son tan arrogantes, que si no gestan ellos los programas y sus normatividades desde sus oficinas urbanas, bien alfombradas y con secretarias de doble propósito, no están dispuestos a adoptar proyectos rurales generados en provincia, por muy buenos que estos sean.

PD1. No habrá alguien de la izquierda guerrerense que le diga a ciertos dirigentes estudiantiles y de organizaciones sociales que el realizar actos vandálicos y bloquear vías de comunicación como forma de presión para la atención gubernamental a sus demandas particulares, irritan en grado sumo y a la vez concitan el repudio de la mayoría del pueblo.

PD2. La cuestión estriba en que los problemas del Acapulco de día (basura, corrupción, inseguridad, etc.) no es posible resolverlos con el ambiente del Acapulco de noche (jolgorio, parranda y bohemia). Por esa sencilla razón, la opción es Walton.

PD3. Se entiende que un gobierno no progresista y ávido de zalamería no le otorgue convenio de publicidad a un periódico como El Sur. Por eso, no se entiende al actual gobierno estatal.

PD4. Graves, muy graves son las confesiones del juez de Tlapa.