EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La muy sana distancia que implica estar dispuesto a escuchar

Ana Cecilia Terrazas

Septiembre 05, 2020

AMERIZAJE

Hace casi 40 años que se hizo famosa la sentencia “no pago para que me pegues”, dicha por el entonces presidente José López Portillo en referencia a otorgar dinero vía publicidad de gobierno para publicaciones o empresas periodísticas críticas.
Efectivamente, para el no iniciado en el tema, pareciera despropósito mayúsculo sufragar un ataque –inyectar publicidad– a quien está señalando sistemáticamente mis errores, erratas o fallas. Aunque no escuchar las otras posturas, se sabe, es rasgo característico de regímenes autoritarios.
Conviene, no obstante, salvo que se trate de empresas o individuos dedicados a la difamación o extorsión, explorar por qué sí tiene sentido aportar recursos y apoyo para que subsista la prensa crítica, libre, independiente, no complaciente. Aquella que puede o no “pegar” porque su objetivo último no es ese sino informar y transparentar el quehacer de los poderes que nos rigen o gobiernan.
Antes que nada, debo reiterar que el periodismo del que hablo, es el que está orientado hacia la indagación permanente del acontecer de las cosas; rastrea y contextualiza lo ocurrido, indaga detalles y procederes, aporta datos duros por encima de calificativos o información ideologizada.
Esa prensa, que comprende también a los editorialistas formados para argumentar de la manera más sólida posible sus dichos y pareceres, aporta diversos puntos de vista y si en su caso tuviese razón en algo que se ha hecho mal, la sociedad se apoya en esos señalamientos para reclamar o trabajar porque se enmienden las cosas en la esfera pública.
Es decir, esa variedad de medios, formados por seres humanos con distintas habilidades y honorabilidades, apuestan en teoría a poner sobre la mesa los sucesos más relevantes para que se pueda dar una mejor (más justa, igualitaria y ética) convivencia social.
Aunque desde el gremio periodístico se incurre con más frecuencia de la deseable en todo aquello que se pretende destapar o señalar, lo usual de la profesión es tener como meta última la vocería de aquellos individuos sin posibilidades por sí solos de exigir cuentas o enfrentarse al poder.
Supongamos que esa prensa crítica y honorable, diversa, plural e independiente, no puede subsistir, ¿por qué habría que intentar el que sí exista, por qué es redituable en términos de capital social?:
1.- Para que las personas que conformamos la sociedad tengamos mucha más tela de dónde cortar, de dónde tomar decisiones y así elegir más libremente por dónde queremos caminar. Cuando se cuenta con una sola opción, la elección no es un acto plenamente libre.
2.- Para abonar en el derecho a la información, este derecho humano de toda persona como ser social.
3.- Para poder escuchar otras posturas, más variables, nociones desconocidas u opuestas, opiniones adversas. La escucha de lo aparentemente ajeno ensancha –como se dijo coloquialmente– el catálogo de elementos entre los cuales se puede elegir, pero también fortalece la toma de decisiones de quien está en el poder por dar cabida a los cuestionamientos.
4.- Si al final el Estado –conformado en las definiciones más elementales por población, gobierno, territorio y soberanía– es un constructo de todos y no solamente de quienes están al mando del gobierno, conviene repartir lo más que se pueda el poder para hacernos corresponsables como sociedad.
5.- Estar a la escucha del otro y de la otra es también estar dispuesto, concentrado, atento, facilitando, aprendiendo, comprendiendo, siendo empático y asimilando a quien no es como yo para poder deliberar y hacer una lectura más amplia, con argumentos y sondeos más nutridos, en lugar de ir caminando por una sola vía.
6.- El compositor canadiense Murray Schafer, famoso por estudiar y defender el paisaje sonoro, asegura que el sonido sirve para tocar a la distancia. Esta frase, trasladada a la escucha, significa que nos tocamos a la distancia mediante el sonido de nuestras voces y pensares, dichos y decires, cosa que solamente sucede si tenemos la posibilidad de escucharnos. Como se dijo antes, entre más se escucha, más nutrido el catálogo para tomar decisiones.
7.- La escucha –y disposición de escucha– plural, por lo tanto, robustece el derecho a la información y nos permite estar en contacto aunque estemos lejos. ¿Qué más sana distancia puede haber?