EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La necesidad de tender puentes entre la ciencia y la práctica en la conservación de la naturaleza

Octavio Klimek Alcaraz

Septiembre 10, 2022

 

Este título es el traducido del título de un artículo de un grupo de investigadores alemanes de la ciencia de la ecología, que realizan en él una serie de reflexiones y propuestas en torno a la conservación de la naturaleza, en especial la conservación de su biodiversidad. El objetivo de este artículo es investigar, desde una perspectiva más aplicada, las causas de los déficits existentes y los retos para la necesaria conexión entre la ciencia y la práctica en la conservación de la naturaleza.
La cita es:
Riecken U., Ammer C., Baur B., Bonn A., Diekötter T., Hotes S., Krüß A., Klimek S., Leyer I., Werk K., Ziegenhagen B. & Farwig N. (2020). Notwendigkeit eines Brückenschlags zwischen Wissenschaft und Praxis im Naturschutz: Chancen und Herausforderungen. Natur und Landschaft, 95(8).
Por considerar de interés, y aplicable a la realidad de México, me permito hacer una reseña del mismo:
Sus autores manifiestan que la pérdida global de biodiversidad sigue avanzando a pesar de los diversos esfuerzos nacionales, europeos y mundiales. Ante ello, los actores de la ciencia (por ejemplo: investigadores en universidades e instituciones de investigación no universitarias) y de la práctica de la conservación de la naturaleza (por ejemplo, actores de la política, la administración, las asociaciones, las organizaciones no gubernamentales, los propietarios de tierras, la ciudadanía en general), participan en actividades para detener esta situación. Pero para una acción eficaz, es necesario un estrecho intercambio entre ambas partes: ciencia y praxis. Numerosos ejemplos y experiencias dejan claro que la cooperación y la comunicación entre la ciencia y la práctica, y en particular la transferencia de los resultados validados de la investigación a la práctica, deben optimizarse mediante la construcción de un nuevo “puente”. Es decir, su planteamiento es que el éxito de las acciones de conservación de la naturaleza requiere de un estrecho intercambio y retroalimentación entre los investigadores de la ciencia relacionada a la conservación de la naturaleza y los profesionales dedicados a la praxis de la misma en todos sus niveles.
Una realidad es que sigue habiendo muy pocos proyectos conjuntos entre la investigación científica y la práctica. No obstante, es indiscutible la necesidad de realizar una investigación básica y preliminar que sea independiente de la aplicación inmediata. Ambos enfoques tienen el mismo valor, son complementarios, están unidos por un continuo y son importantes para la sociedad.
La razón de la falta de transferencia de los resultados científicos a la práctica de la conservación de la naturaleza que se observa, son las oportunidades, a menudo limitadas, que tienen los actores de la ciencia y de la práctica de consultarse e intercambiar entre sí.
Los enfoques y los sistemas de incentivos difieren entre la ciencia y la práctica y no todas las preguntas de la investigación científica tienen una referencia de aplicación directa. Las preguntas no están necesariamente orientadas a la aplicación concreta desde el principio. Sin embargo, los hallazgos generalmente válidos suelen ser también relevantes para los actores de la práctica y, por tanto, deberían resumirse para ellos de forma comprensible (por ejemplo, en manuales, artículos de revisión en el idioma local, recomendaciones descargables) y estar disponibles rápidamente.
En la práctica se tiene la impresión de que los investigadores científicos a menudo no pueden o no están dispuestos a llevar a cabo el procesamiento relevante para la práctica de los resultados de la investigación y sus evaluaciones, o a señalar las opciones de acción tal y como se necesitan para los procesos de toma de decisiones políticas.
En tanto que la comunidad científica considera que los profesionales no acceden a los conocimientos disponibles en las revistas internacionales, ni los aplican a cuestiones prácticas concretas de conservación.
Una causa que señalan para los hablantes alemanes, y que seguramente aplica para los hablantes del español, es que debido a la aplicación del llamado “Factor de Impacto de las Revistas” (FI) en la evaluación de los logros científicos y como criterio de decisión en la distribución de los fondos de investigación, los resultados de la investigación se publican principalmente en revistas internacionales de lengua inglesa. Esto dificulta a los profesionales la búsqueda de resultados relevantes en el idioma local.
Otra es que se carecen de recursos para la transferencia de conocimientos en el idioma original. Asimismo, si la investigación está orientada a la aplicación, las preguntas de investigación formuladas por la comunidad científica y las instituciones de financiación no suelen coincidir con las necesidades de conocimiento de la práctica.
Existen muchos ejemplos y experiencias que indican que este intercambio mutuo no funciona de forma óptima y acorde con las necesidades. Desde el punto de vista de los autores, es necesario un nuevo “tendido de puentes” en la conservación de la naturaleza para optimizar la transferencia de los resultados fiables de la investigación a la práctica y, viceversa, la comunicación de las necesidades de la práctica a la ciencia.
El puente entre la ciencia y la práctica que es necesario para una conservación de la naturaleza más basada en la evidencia científica y, por tanto, más eficaz, se manifiesta no sólo en forma de publicaciones y proyectos, sino también, en particular, por medio de los intercambios entre personas. El intercambio personal entre la investigación y la práctica puede tener lugar básicamente en la formación universitaria y, desde luego, tiene lugar en la posterior transición de la universidad a los distintos ámbitos profesionales de la conservación de la naturaleza.
Pero la formación académica no siempre incluye la relevancia práctica necesaria (entre otras cosas, debido a la falta de prácticas obligatorias) y enseña las herramientas de conservación de la naturaleza (por ejemplo, procedimientos, métodos, normas, reglamentos legales, organización, responsabilidades) y el conocimiento de las especies faunísticas o florísticas en diferentes grados de intensidad.
La actualización constante de los conocimientos de los profesionales no suele producirse, o es sólo de forma limitada. Tampoco se consigue alimentar la experiencia y los conocimientos de la práctica en la formación académica, por ejemplo, mediante las correspondientes tareas docentes.
Suele faltar un posicionamiento público de las sociedades científicas y asociaciones profesionales sobre temas relevantes para la práctica. Además, el intercambio de experiencias suele producirse principalmente dentro de las sociedades y menos entre ellas o con la práctica.
En resumen, las diferentes necesidades pueden caracterizarse como sigue:
Necesidades de la ciencia: aumento de los conocimientos; resultados generalmente válidos; publicaciones en revistas revisadas por pares principalmente en inglés con FI; fondos para proyectos; curiosidad; reconocimiento en la “comunidad científica”; percepción por parte de la política y la sociedad y, por tanto, aumento de la disposición a ofrecer la financiación correspondiente.
Necesidades de la práctica: información sólida, de fácil acceso y comprensible, pero preferiblemente basada en la evidencia; manuales, guías, artículos individuales en español; asesoramiento; apoyo a la toma de decisiones a través de Internet; formación; referencias; reconocimiento y percepción por parte de la sociedad.
El eje de las propuestas del artículo es la mejora de la comunicación entre los diferentes grupos de actores. La comunicación no es una calle de sentido único, sino que siempre hay una obligación de ir y otra de volver por parte de los interesados.
La investigación aplicada debe adaptarse mejor a las necesidades de investigación de la práctica y proporcionar a la práctica de la conservación de la naturaleza los instrumentos adecuados.
Debe procurarse un refuerzo de la formación académica orientado a la práctica, por ejemplo, mediante prácticas, el fomento de la comprensión de los instrumentos antes mencionados, así como la garantía de un conocimiento suficiente de las especies.
Para la transferencia amplia y continua de los hallazgos científicos a la práctica, también es esencial transferirlos de las publicaciones individuales a manuales, directrices, artículos de revisión en el idioma del país –español en este caso– y herramientas de toma de decisiones basadas en Internet. Las competencias para ello deberían enseñarse ya durante los estudios. Los expertos en comunicación científica también deberían participar en la concepción de los grandes proyectos de investigación desde el principio.
Es importante mostrar las formas y establecer los criterios de la investigación orientada a la práctica con un componente de aplicación para lograr la recompensa académica necesaria en la comunidad científica. Esto reforzaría permanentemente la eficacia de este tipo de investigación.
Los organismos de financiación de terceros deberían exigir y apoyar un mayor esfuerzo de transferencia de los resultados de la investigación.
La financiación de la investigación está llamada a apoyar cada vez más los proyectos de colaboración que tienden los puentes necesarios entre la ciencia y la práctica mediante módulos de transferencia.
Por ello, los conceptos y las prioridades de financiación deberían desarrollarse en talleres conjuntos y deberían ampliarse los instrumentos de financiación para la investigación y la aplicación, reforzando en particular los proyectos inter y transdisciplinarios. Aquí agregaría, que el financiamiento para proyectos debe buscar abatir la desigualdad entre regiones, no es lo mismo financiar investigación para instituciones de la Ciudad de México, que en Guerrero.
Todas las medidas de conservación de la naturaleza y de ordenación del territorio requieren normas de calidad claras y una garantía de calidad permanente en su aplicación. También deben ser de última generación y estar basados en la evidencia científica.
Las sociedades científicas –por ejemplo, en el caso de México, la Sociedad Científica Mexicana de Ecología, la Sociedad Mesoamericana para la Biología y la Conservación o la Sociedad para la Biología de la Conservación– tienen una amplia experiencia en su disciplina. Una tarea central autoimpuesta es el intercambio de experiencias y conocimientos.
Sería oportuno mejorar el posicionamiento público de las sociedades científicas y las asociaciones profesionales en temas relevantes para la práctica (biólogos, ingenieros forestales, entre otros profesionales de la conservación de la naturaleza). Además, la cooperación entre sociedades con diferentes orientaciones (por ejemplo, sociedades científicas, asociaciones de conservación de la naturaleza aplicada, asociaciones de profesionales) debería mejorar considerablemente.
Se espera que los investigadores dedicados a la ciencia (re)consideren las necesidades de la práctica y se alejen de la evaluación primaria de los logros científicos basada en las publicaciones en revistas internacionales, de modo que las publicaciones para la práctica (por ejemplo, manuales y libros de texto) también puedan generar la correspondiente reputación.
La práctica debería orientar sus acciones con más fuerza hacia la evidencia científica, buscar activamente la cooperación con la ciencia, exigir ofertas adecuadas de formación continua y luego también hacer uso de ellas. En dicho sentido, es importante establecer los correspondientes requisitos de calidad para la práctica y también comprobar si se han cumplido.
Se necesita urgentemente un debate orientado a la solución de las cuestiones planteadas, sobre todo porque el número de órganos de publicación y de publicaciones relevantes aumenta constantemente –y, por tanto, se hace más inabarcable–, al igual que las exigencias que se plantean a quienes trabajan en este campo. En consecuencia, es de temer que el puente sugerido se vuelva cada vez más difícil.
Para mejorar la situación, la investigación sobre la conservación de la naturaleza debe tener cada vez más en cuenta las necesidades de la práctica y la investigación correspondiente debe ser reconocida también por la comunidad científica. Al mismo tiempo, el debate debería contribuir a que la práctica oriente más sus acciones hacia la evidencia científica y busque la cooperación con la ciencia de forma aún más activa.