EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La nueva realidad política de Francia tras las elecciones legislativas

Gaspard Estrada

Junio 29, 2022

 

Hace poco más de diez días los franceses fueron a las urnas para elegir a los diputados de la décimosexta legislatura. Y la sorpresa electoral quedó en evidencia cuando empezaron a divulgarse de manera informal los resultados de las urnas. Con 245 diputados, la alianza ¡Ensemble! de Macron cuenta con la mayoría simple más baja de la historia.
Hace unos días, la nueva primera ministra nombrada por el presidente Emmanuel Macron, Elisabeth Borne, aseguró que contaban con el apoyo de 252 diputados, faltando 37 votos para obtener el número mágico de 289. Por primera vez en tres décadas, un presidente de la República no tendrá mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Para entender mejor la situación actual, es necesario explicar el funcionamiento de las instituciones de la quinta República francesa.
La Constitución de 1958, impulsada por el general Charles de Gaulle, redujo el poder del Parlamento y reforzó los poderes del ejecutivo (divididos entre un jefe de Estado, y un primer ministro) para poner fin a décadas de inestabilidad gubernamental, encarnadas por el régimen de la cuarta República. Desde entonces, los diferentes presidentes han contado con una mayoría absoluta a favor o en contra, obligándolos a “cohabitar” con un gobierno de distinto color político. La única mayoría simple fue de 1988 a 1993, cuando el primer ministro era el socialista Michel Rocard.
Aunque gobernar con mayoría simple o negociar para tejer alianzas son moneda corriente en gran parte de las democracias –en particular en América Latina, como lo hemos analizado regularmente en este espacio–, la nueva correlación de fuerzas en el congreso francés puede volverse un dolor de cabeza para Emmanuel Macron. Contrariamente a la mayoría de los países europeos, donde existen regímenes parlamentarios, en Francia no hay una cultura de construir consensos.
Esto se ha visto ejemplificado en los intentos del gobierno de Borne de construir una mayoría absoluta alternativa. Tras una primera ronda de consultas la semana pasada, los partidos políticos de oposición ya expresaron su rechazo a un acuerdo de gobierno o a entrar en él. El partido Los Republicanos, fundado por el expresidente Nicolás Sarkozy, que junto a sus aliados centristas del UDI cuentan con 64 diputados, se negó a “servir de muleta al gobierno”, en palabras de su presidente parlamentario Olivier Marleix, aunque no descartó apoyos puntuales.
El gobierno está intentando atraer también a los sectores moderados de la coalición electoral encabezada por el ex candidato presidencial Jean-Luc Mélenchon (pensamos en particular a los diputados ecologistas, comunistas y socialistas). Sin embargo, estos últimos también descartaron entrar al gobierno o dar un apoyo permanente. De manera que lo más probable, al menos en este primer momento, es que el gobierno de Borne no obtenga los 289 votos necesarios para conquistar la mayoría absoluta, pero que esté en capacidad de conseguir suficientes votos para aprobar la mayoría de los proyectos de ley prioritarios del ejecutivo, al menos en un primer momento.
No obstante, está claro que se trata de un juego peligroso. La situación económica se está degradando en la mayoría de los países europeos, tras la invasión de Ucrania por Rusia. El precio de la energía, y de manera general, la inflación va a aumentar, lo cual puede tener consecuencias negativas para la aprobación gubernamental. Si tal pronóstico se confirma, los diputados de la oposición que votarán a favor de proyectos de ley gubernamentales tendrán menos incentivos para hacerlo. A mediano plazo, la situación puede volverse insostenible para Emmanuel Macron, lo cual lo pondría en una disyuntiva particularmente compleja: asumir un giro explícito hacia el centro-derecha, para obtener los votos de los diputados del partido Los Republicanos. Para ello, tendría que asumir el costo político de cambiar de primer ministro. O, si las cosas se agravan, disolver la cámara de Diputados, como se lo permite la Constitución, y convocar a una nueva elección legislativa. Con el riesgo de perder todavía más espacio en el Congreso.

* Director Ejecutivo del Obser-vatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París

Twitter: @Gaspard_Estrada