EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

La nueva tregua de Félix y Zeferino

Juan Angulo Osorio

Octubre 03, 2006

El gobernador Zeferino Torreblanca y el alcalde de Acapulco Félix Salgado hicieron las paces. Comieron el sábado y allí aclararon todo. Ese mismo día, tres de los principales señalados como protagonistas de la conspiración antifelixista –el secretario Carlos Álvarez, la síndica María Antonieta Guzmán y el diputado Fernando Donoso– se tomaron la foto muy contentos con el alcalde dando la clásica mordida al pastel del aniversario ocho del M-27, la corriente política de Salgado Macedonio dentro del PRD.
Gobernador y alcalde demostraron que son políticos maduros, que su amistad está por encima de chismes de sus subordinados, que su relación política es inmune a estrategias de periódicos amarra navajas que todo critican y no les gusta nada.
Desde ahora, las dos principales autoridades políticas marcharán de consuno en temas caros a la ciudad como el proyecto de presa La Parota (Félix apoyará a Zeferino para que se haga); la carretera Mozimba-Pie de la Cuesta (Zeferino apoyará a Félix para que se amplíe a cuatro carriles y desechará su plan de que se haga una carretera de paga). La construcción del paso elevado sobre la vía rápida caminará más rápida, pues Zeferino Torreblanca convencerá a su secretario de Obras Guillermo Torres Madrid de que la apoye y no la obstaculice, y el gobernador mismo dejará de presionar a la Comisión Nacional del Agua de modo que ésta se desistirá de emitir un dictamen negativo hacia la obra. Y así por el estilo.
El alcalde ya no hará caso a las tarjetas informativas de colaboradores suyos que le reportan de reuniones donde zeferinistas conspiran en su contra. Como aquella según la cual se escuchó a la síndica María Antonieta Guzmán exclamando, en el Vips de La Diana, “¡dile a Zeferino que lo apriete, que lo apriete más!”, a un hierático Julio Ortega cuya respuesta no alcanzaba a ser escuchada por el informante del alcalde. Félix, por su parte, cuando sepa de otra expresión similar concluirá que no va dirigida a él, sino a algún prietito en el arroz.
Y cuando se diga que despidió a Teresa Rivas de la Dirección de Turismo municipal porque la consideraba un enclave del secretario Carlos Álvarez, se responderá ahora que fue porque era una funcionaria prepotente. Y José Rodríguez Moreno fue defenestrado como director general de Mercados por ineficiente, y no porque se ufanaba de que su jefe real era el gobernador del estado y no el alcalde, a quien llamaba en voz alta el guajolote, porque no pasaba de diciembre.
Se acabó. Zeferino Torreblanca ya no andará diciendo a todo el que lo quiera escuchar que Félix es un tonto, un desordenado. Retirará a Julio Ortega de Acapulco, donde venía actuando como un auténtico delegado del gobernador, de un modo similar a los que imponían los gobernadores priístas allí donde regían alcaldes perredistas.
Zeferino es respetuoso de la autonomía de los municipios, acaba de declarar aquí la secretaria de Desarrollo Social Gloria Sierra, y asunto concluido.
Fue el segundo round. El primero terminó el 24 de julio, también curiosamente días después de que Félix Salgado se reunió en un lugar público con el ex alcalde Alberto López Rosas.
Y parece que el alcalde de Acapulco ya encontró el caminito. Cada vez que sienta que los zeferinistas lo quieren apretar se reunirá con López Rosas, con Manuel Añorve y, como ya anunció ayer, con los senadores Ángel Aguirre (PRI) y Luis Walton (Convergencia), todos personajes de la galería del horror instalada por el gobernador, en la cual por cierto habitan cada día más actores de la vida política y social de Guerrero.