EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La Parota, embrollada

Héctor Manuel Popoca Boone

Agosto 18, 2005

La generación de energía eléctrica es un asunto estratégico para el desarrollo económico de nuestro país, en el presente y en el futuro. En principio, las obras correspondientes para su producción son pertinentes y convenientes. Pero no a cualquier costo.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya agotó, de tiempo atrás, los márgenes de reserva en la generación de electricidad que tenía para afrontar la demanda efectiva creciente; provocada por el crecimiento demográfico del país y de los sectores productivos.

A la CFE le es imperioso construir nuevas plantas generadoras de electricidad. Por eso dentro de sus prioridades en el estado de Guerrero, se encuentra la ampliación de la carboeléctrica de Petacalco y la construcción de la hidroeléctrica de La Parota. Una pequeña se está construyendo, con inversión privada, a partir de la presa hidroagrícola de El Gallo, en la región de Tierra Caliente.

Por problemas sociales con los pueblos indígenas del Alto Balsas y la falta de tacto para atenderlos, la CFE no pudo construir la presa de San Juan Tetelcingo, en la región norte del estado. Estaba destinada además de generar electricidad, a evitar el rápido azolvamiento que está sufriendo la hidroeléctrica El Caracol, aguas abajo.

Los antecedentes de la CFE con los pueblos en donde realiza sus obras no han sido buenos en el pasado. Con el pretexto de que sus plantas eléctricas son estratégicas para el país, siempre los ha avasallado. Los agravios sociales y contaminación que han sufrido los pueblos y los productores de la región de Petacalco en la región de Costa Grande, por la operación de la carboeléctrica, tienen más de una década, por ejemplo.

Sin ir más lejos, después de 40 años empezaron a pagarles sus tierras a los afectados por la presa de La Venta en el municipio de Acapulco. Y eso porque tenían en la mira el inicio de la magna obra de La Parota.

Es falso que se lleven las inversiones a otro estado. No son recursos económicos escasos y competidos. Existe suficiente financiamiento externo privado a la CFE, avalado por el gobierno federal, bajo la modalidad de proyectos de infraestructura productiva –de largo plazo– de impacto diferido en el programa de gasto (los llamados Pidiregas), como para invertir en todos los lugares del territorio nacional en donde se pueda generar electricidad. No es correcto chantajear al pueblo o generarle complejo de culpa, si las inversiones las realizan en otros lares. En todos los lugares posibles, lo van hacer.

Los primeros beneficiarios económicos de la presa serán los bancos que la financiarán, ¿Slim-Inbursa? y las compañías y empresas que intervengan en su construcción. ¿Slim-Carso? Razonablemente tendrán una utilidad de alrededor de 300 millones de dólares, libres de polvo y paja. Los intereses y las ganancias económicas que se mueven en torno a esta obra son, por tanto, enormes y codiciables.

Junto con la proliferación de todo tipo de líderes histórico-dinosáuricos que por avidez económica pululan alrededor del proyecto y adicionalmente a la falta de tacto social, de oficio y sensibilidad sociológica para con los pobladores; a la fecha no se han fundamentado y determinado, bien a bien, a) los posibles efectos y cambios ambientales, b) hidrológicos y de abatimiento de mantos freáticos costeros, c) los riesgos por ser zona sísmica y de falla tectónica y d) los cambios de vida y destino de los cientos o miles de pobladores de las zonas a inundar con la monumental obra. ¿Cuál es la prisa por iniciarla? ¿El otorgamiento de mega-contratos, súper millonarios de dólares por financiamiento y obra, a fines de una administración gubernamental federal?

¿Por qué no pensar, como dicen algunos especialistas, en presas hidroeléctricas de menor magnitud, escalonadas, que eviten grandes alteraciones al medio ambiente circundante; y a la par reduzcan los índices altos de rápido azolvamiento, como padece en la actualidad la gran presa El Caracol y que acorta su vida útil? ¿Cuál es el costo-beneficio integral de estas alternativas comparadas con el gran negocio de la faraónica obra?

En fin, a partir del uso de la fuerza pública y del cochupo para imponerla, mucho me temo que ya chupó faros la obra de La Parota, por el momento. El nivel alcanzado de crispación es grande. Con el uso de la represión y la corrupción no se llega a nada, aún cuando fuera bondadoso el proyecto. Teñirlo de sangre o con pérdida de vidas, tampoco reditúa algo en el mediano plazo para la convivencia pacífica y la reconciliación social perseguida por los guerrerenses. El domingo pasado, el sobrevuelo del helicóptero gubernamental en el lugar de la confrontación, me recordó con escalofríos, Aguas Blancas.

 

  1. A los acapulqueños les sugiero tener presentes los siguientes dichos populares en las próximas elecciones municipales: Árbol que crece torcido, jamás su rama endereza. Genio y figura, hasta la sepultura. El que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

 

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