EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

Atoyac

Ángel Aguirre Rivero

Noviembre 16, 2018

Conocí Atoyac de cerca en 1987, cuando siendo secretario de Desarrollo Económico y del Trabajo en el gobierno del licenciado José Francisco Ruiz Massieu, me encomendó coordinar los trabajos de la cooperativa La Pintada que en aquellos años encabezaba Arturo Martínez Nateras.
Cuando me interné en su sierra, quedé fascinado con la belleza de sus bosques, de sus cafetales y lo imponente de los caminos por donde transitaba el guerrillero Lucio Cabañas Barrientos.
Crisol donde se forja el carácter de luchadores sociales, Atoyac puede mirar con orgullo a su pasado, tomar fuerzas de él, y mirar con optimismo al futuro. Atoyac también simboliza el reclamo social, la esperanza de la reconciliación, la sierra agreste, compleja; la costa fértil, pero frágil ante el embate de la naturaleza.
Cuna de hombres y mujeres valientes que al sufrir la represión impulsaron movimientos sociales y armados que tienen en Juan Álvarez, Lucio Cabañas y Rosendo Radilla, la representación de su carácter, todos hombres que con su sacrificio dejaron huella profunda en la conciencia de los guerrerenses.
Aunque la fundación de Atoyac se llevó a cabo en 1498, sus orígenes se remontan a la época prehispánica, de tal suerte que el INAH ha descubierto hasta la fecha 91 sitios arqueológicos.
Atoyac también es sabor a café; tuba; agua de frutas; mango; miel; coco; mariscos rellenos; adobo en tomate; tamales y la infaltable barbacoa de chivo.
Hoy, la “Guerra en el Paraíso” –evocando a Carlos Montemayor– debería tener como escenario el surco de labranza, la huerta de mango y cocotero, la producción de miel y café; sus cuerpos de agua y el esfuerzo de su gente. Los actores no podrían ser el Ejército y los guerrilleros, y sí los campesinos y ganaderos.
No pretendo ignorar la compleja realidad que desde hace décadas se vive en la sierra de Atoyac, ejemplificada en el drama de las familias desplazadas por la inseguridad. Pero confío que nuestro país, de la mano de Andrés Manuel López Obrador, y las reformas que impulsará para dar la posibilidad de convertir una debilidad en fortaleza, como es el cultivo de amapola y mariguana con fines medicinales la primera, y para consumo personal la segunda, modifiquen y abran una puerta a la paz.
Lo cierto es que el potencial agrícola, ganadero y piscícola-turístico en la Laguna del Camalote, tendrían que ser la palanca que impulse el desarrollo de la región.
El rescate del río Atoyac debe ser atendido por los tres órdenes de gobierno, para impulsar mediante las obras que sean necesarias, la irrigación de cultivos.
No debemos perder de vista que los atoyaquenses pueden canalizar su producción agrícola hacia la Zona Económica Especial Guerrero-Michoacán, como proveedor de mango; café; miel… así como explorar otros cultivos. La ampliación de la carretera Acapulco-Zihuatanejo que en los últimos años ejecuta el gobierno federal, abre esa posibilidad
Pero Atoyac no es sólo tierra de hombres notables: María de la Luz Núñez Ramos y Tita Radilla han mostrado la valía femenina en política y la defensa de los derechos humanos; la primera formada en las juventudes comunistas, y la segunda, heredera de una tradición de lucha social, hija de Rosendo Radilla.
Ambas abren camino en la región a la participación de las mujeres, por eso estoy seguro que Yanelly Hernández, la segunda alcaldesa en la historia de este municipio que llega por el voto popular, está llamada a ejercer un liderazgo que saque adelante la administración que recibe en condiciones precarias.
Conozco de las gestiones que realiza la alcaldesa para atraer inversiones a su municipio, y me da gusto saber del éxito con que las conduce.
A Yanelly la conocí siendo una adolescente, me pareció muy inteligente y audaz. Apenas una jovencita me pidió –siendo yo gobernador– que estableciéramos una normal para maestros en su comunidad, El Ticui, lo cual obtuvo.
La profesora Yanelli Hernández fue la reina del café, es una mujer noble, tenaz, de principios y fuertes convicciones, y en el segundo intento, es presidenta municipal del Atoyac al que tanto ama.

Del anecdotario

Mi primer contacto con la empresa Televisa lo tuve al asumir de manera intempestiva el gobierno interino de 1996 a 1999.
Por esos días me buscó el conductor del programa Siempre en Domingo, Raúl Velasco, para pedirme una cita y explicarme las bondades del Festival Acapulco que por aquellos años se celebraba en todo su apogeo.
Ingenuamente pensé que el evento lo cubría la propia empresa y que el gobierno del estado sólo apoyaba con algunas cuestiones de logística.
¡Ah sorpresa!, había que cubrir todo y hasta los caprichos de algunos de los artistas que eran invitados.
Luego de firmar el convenio les pedí que diéramos un giro al festival para hacerlo más popular y llevarlo a las playas de forma gratuita, así como a otros municipios en los que incluimos Taxco, Chilpancingo, Zihuatanejo y Ometepec, petición a la que accedieron pues estaban urgidos de que yo les firmara el contrato.
Tengo muy presente cuando visitamos la zona amuzga de mi querido Xochistlahuaca, donde la gente se desbordó por saludar y abrazar al conductor de televisión Raúl Velasco, como si se tratara de un ídolo que ellos anhelaban conocer.
Ahí pude constatar el grado de penetración de una las empresas que más daño le han hecho a nuestro país y que recientemente recibiera una prórroga de su concesión por otros 20 años –cuando aún no concluye la vigente–, aún no conocemos las razones que motivaron esta resolución del instituto de telecomunicaciones, pero usted las puede imaginar.
Volviendo a mi narración, el señor Emilio Azcárraga Milmo, quien gozaba de un gran carisma –nada que ver con su hijo Azcárraga Jean–, me ofreció una comida en las instalaciones de la propia empresa a donde convocó a su equipo cercano para expresarles:
–Señores, el nuevo gobernador de Guerrero es mi amigo y quiero que me lo cuiden y le ayuden en todo lo que les pida.
Casi para despedirnos con una gran familiaridad me expresó: “Mi querido gobernador nos vemos muy pronto, te voy acompañar en algunos eventos del Festival Acapulco”.
El día que se presentaban Los Tigres del Norte me comunicaron que el acaudalado empresario tenía interés en saludarme, por lo que me trasladé al Centro de Convenciones para encontrarnos.
Recuerdo muy bien que venía acompañado de una jovencita que supuse era su hija y estuve a punto de preguntarle precisamente eso, si se trataba de su hija, pero hábilmente se me adelantó para decirme: “Mira gobernador te presento a mi novia”.
Me quede impávido.
Se trataba de Adriana Abascal, quien había sido reina de la belleza en su estado…
¡La política es así!