Marcial Rodríguez Saldaña
Octubre 10, 2019
La justicia es un bien de la humanidad que en el devenir histórico toda sociedad ha procurado tener. Desde tiempos muy remotos en pasajes bíblicos –libro l de los reyes 3:16:28– existen ejemplos de la aplicación de la justicia, como cuando dos mujeres peleaban la paternidad de un niño y el Rey Salomón decidió partirlo a la mitad para darle una parte a cada quien, ante lo cual una de ellas exclamó que prefería que el niño viviera aunque fuese con la otra mujer, y entonces el Rey resolvió que ella era la verdadera mamá.
1.- Los romanos –creadores del derecho de occidente– acuñaron la definición de que justicia es dar a cada quien lo suyo –Ulpiano–, pero ¿qué es lo suyo de cada quien? ahí siempre se encuentra el dilema. Es por ello que desde la época de la antigua Grecia, se han tenido que crear jueces, magistrados, ministros para que impartan justicia ante la multitud de conflictos que se producen en una comunidad política. La impartición de la justicia es el medio y la esperanza para mantener la estabilidad social, puesto que cuando esta falla, lo que provoca es que cada quien se haga justicia por su propia mano y entonces deviene la autodestrucción humana. Por esta suprema razón es que quienes imparten justicia deben ser personas absolutamente imparciales, esto es que no dependan de nadie, de ningún poder publico o privado, para que sus decisiones estén fundadas únicamente en la justicia.
2.- La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), es el máximo órgano de justicia en nuestro país, ahí se resuelven los asuntos más relevantes de quienes residen en nuestro territorio. La SCJN ha sido parte del sistema político autoritario mexicano. Aunque ha tenido honrosas excepciones, ha sido también un reducto de control de poder, en donde los presidentes de la República –contando con la subordinación del Senado– han colocado a sus amigos, para mantener supeditado al Poder Judicial. Un claro ejemplo de ello, es el caso del ex ministro Eduardo Medina Mora, quien sin tener ninguna trayectoria en el Poder Judicial ni reconocimiento académico, sino una hoja de servilismo político a gobiernos del PRI y del PAN, fue impuesto como integrante del más alto tribunal del país por Peña Nieto.
3.- Medina Mora presentó hace unos días su renuncia como ministro de la SCJN. Es muy extraño que alguien renuncie a un cargo de tan alto honor y que en su misiva de renuncia no explique al Presidente de la República, al Senado ni al pueblo de México cuál es la causa grave de su dimisión. Lo que no dice Medina Mora es que en el ejercicio de su encargo, en vez de impartir justicia, lo utilizó para favorecer a personas y grupos de interés, apartándose de su misión, para enriquecerse al amparo de su investidura y que por esas causas se encuentra sujeto a un proceso de investigación –aun no consignado– por la Unidad de Inteligencia Financiera del la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y por la Fiscalía General de la República (FGR).
4.- El caso Medina Mora es una vergüenza para la SCJN, para el Poder Judicial federal y para la justicia mexicana. Son corresponsables de esto Enrique Peña Nieto –quien lo propuso como ministro– y los senadores que ratificaron su designación. Este caso debe servir como ejemplo de lo que no se debe hacer. Todos los jueces, magistrados, ministros y servidores públicos de todos los poderes, deben pasar por un escrupuloso escrutinio público, de tal manera que se revise su trayectoria personal y perfil profesional que asegure un buen ejercicio de su encargo. Así se podrá evitar que en el futuro de presenten casos como este.
La correcta procuración y administración de justica debe ser parte fundamental de la Cuarta Transformación de México.
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