EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS

Humberto Musacchio

Octubre 09, 2006

El irresponsable Alejandro Encinas
En la inauguración de la Feria del Libro del Zócalo, Alejandro Encinas, jefe de gobierno del Distrito Federal, sin conocer la ley ni mucho menos sus efectos, decidió apoyar alegremente la norma que ahora está congelada en el Congreso. Encinas, en forma del todo irresponsable, decidió respaldar una ley que condena a muerte a las poquísimas librerías que operan en forma independiente de las grandes cadenas, pues tendrán que resignarse al ínfimo descuento que ahora reciben y a seguir absorbiendo los fletes y otros gastos derivados de su indefensión. El feje del gobierno capitalino apoya una ley que protege la tasa de ganancia de quienes venden al precio más alto posible, como la cadena Sanborns, y elevará drásticamente las utilidades de los gigantes libreros que ahora dan descuentos, como Gandhi o El Sótano, pues las grandes firmas libreras seguirán beneficiándose con descuentos hasta de 65 por ciento –contra el miserable 30 o 40 que reciben los pequeños– mientras deja sin defensa a los compradores de libros, que deberán pagar sin apelación posible el precio máximo, que es el fijado por el editor. Quienes han salido a dar la cara a favor de la Ley del Libro son pequeños y muy dignos editores, pero los más interesados son los gigantes transnacionales que no sacrificarán ni un peso, pues continuarán con su política de descuentos diferenciados, no están dispuestos a incluir el flete y otros costos en el precio general y seguirán obligando a los pequeños libreros a comprar en firme, mientras las cadenas seguirán recibiendo “la mercancía” a consignación.
Editores ricos, autores pobres
Encinas apoya una norma que no incluye una sola medida, ni una sola, a favor de quienes escriben los libros, que hasta donde sabemos todavía son la parte más importante de toda esa cadena que termina ante los ojos del lector. Lamentablemente, los autores seguirán en manos de editores que no pagan a los autores o que les escamotean en mil formas el 10 por ciento sobre el precio de tapa establecido por usos y costumbres que ya deberían entrar en la ley. Por cosas como ésas, ya en enero de 1875, al crearse en México la Sociedad Mutualista de Escritores, alguien escribió “los editores no pueden asociarse con los que escriben, porque entre unos y otros no hay ni puede haber comunidad de intereses… la asociación de escritores debe tener por objeto, además del socorro mutuo, el progreso moral y material de la literatura, el provecho del oficio de escribir y la emancipación de todo el que vive exclusivamente del trabajo de su inteligencia. Emancipación que, según nos enseña la experiencia, debe ser, de cierto modo, a costa de la desmedida ganancia de los editores, porque aquí, como en todas partes, mientras el que produce, el que escribe, el que inventa, suele morirse de hambre, los que publican, los que explotan… se hacen poderosos”. Al respecto, Orbe, el quincenario de la agencia Prensa Latina recuerda en su más reciente edición al italiano Emilio Salgari, quien escribió sin descanso entre 1890 y 1910, pues tenía un contrato que lo obligaba a entregar tres novelas por año a sus editores. “Ellos se enriquecen mientras yo empobrezco”, comentó el padre de Sandokan, quien fuera un best seller en varios idiomas, pese a lo cual, después de una vida de privaciones decidió suicidarse en 1911, a los 49 años.
El Senado, ¿contra la salud pública?
La Medalla Belisario Domínguez nunca ha gozado de buena fama. Contribuyó a su descrédito el que se otorgara, siempre por indicación presidencial, a personajes ligados al poder priísta y sus abusos. Se supone que la presea se instituyó para reconocer a ciudadanos que han tenido un comportamiento excepcional al servicio de la nación. Sin embargo, se le ha concedido en muchos casos a quienes se valieron de los cargos públicos para hacer nada más que aquello a que estaban obligados y, en el colmo, a los que se valieron de su paso por el servicio público para enriquecerse o para dañar la convivencia social en beneficio de un partido, como es el caso, ciertamente paradigmático, de Fidel Velásquez. Es tanto el desprestigio de la medalla, que este año hubo quienes propusieron como candidato a recibirla al cantante Luis Miguel, propuesta que con toda solemnidad recibieron los senadores. Si se trataba de hacer chunga de la mentada corcholata, igual pudieron proponer a Kamel Nacif, a Sergio Andrade o al ínclito Emilio Gamboa. Pero quisieron ponerse serios y la cosa salió peor, pues le dieron el pedazo de metal a Jesús Kumate, el secretario de Salud de Carlos Salinas de Gortari. Kumate cumplió entonces con la chamba para la cual le pagábamos los contribuyentes, lo que nada tiene de heroico ni premiable. Pero ese Kumate es el mismo que ahora se opone a la píldora del día siguiente, esto es, que milita en contra una política de salud pública que evitará muchas muertes y hará la vida menos desgraciada a las mujeres que sufren embarazos no deseados. Por lo visto, estos senadores nada tienen que envidiar a quienes los antecedieron, los de la Ley Televisa y otras vergüenzas.
Breviario…
Falleció en esta ciudad la periodista Sara Moirón, quien nació en Maravatío, Michoacán, en 1929. Fue funcionaria de oficinas de prensa en el Instituto Nacional Indigenista, el Combinado Industrial Sahagún, el IMSS, Aeropuertos y Servicios Auxiliares, Ferrocarriles y la Secretaría de Comunicaciones. Cofundadora del diario ABC y jefa de información de El Día y Canal 13 de Imevisión, se recuerda su pluma en varios periódicos, especialmente en Excélsior, al que perteneció de 1972 a 1976, después de lo cual participó en la fundación de Proceso y escribió para esa revista hasta 1980. La recordamos con cariño. *** Murió el antropólogo Jaime Litvak King, capitalino nacido en 1933. Titulado como arqueólogo por la ENAH, hizo estudios de maestría y doctorado en la UNAM. Profesor de varias instituciones, jefe de Arqueología del Museo Nacional de Antropología (1976-78), director del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM (1973-91) y autor de varios libros, fue la suya una vida provechosa. *** Mañana, a las 19 horas, en la Casa Lamm, David Huerta presenta su poemario La calle blanca. Allá nos vemos.