EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS

Humberto Musacchio

Junio 19, 2006

Raquel Sosa ataca de nuevo
Después del fallido intento de perjudicar a la Casa del Poeta, ahora la secretaria de Cultura del Distrito Federal, la doctora Raquel Sosa, ha sido acusada de pretender el cierre del Círculo Xavier Villaurrutia, un espacio donde a lo largo de varias horas de cada día se imparten talleres de redacción, de teatro, de pintura y otras disciplinas capaces de cambiarle la vida al capitalino que pasa por la estación Insurgentes del metro. Pero doña Raquel no conocía ese centro cultural y creía, lo declaró a la prensa, que “era una bodega donde acontecían una serie de asaltos”, por lo que se propuso acabar con el esfuerzo de quienes ahí realizaban un intenso trabajo cultural. Una “razón” que esgrimió la burocracia capitalina es que en ese lugar se atiende no a los habitantes de una colonia, sino a una “población heterogénea” que, suponemos, es detestable porque su dispersión le impide ser carne de acarreo, tropa de torta y chesco para los mítines. Con esos antecedentes, nuevamente se le armó a Raquel Sosa, quien al parecer ahora sí entendió que es absurdo combatir las iniciativas culturales de amplio beneficio social y acaba de prometer diversos apoyos a la gente que trabaja en el Círculo Xavier Villaurrutia. Esperamos que cumpla.
El Gabino Barrera de la Sogem
Víctor Hugo Rascón Banda, secretario general de la Sociedad General de Escritores de México, desde hace varias semanas se encuentra en campaña en pos de la presidencia de Conaculta. Ha visitado a los candidatos de los tres principales partidos y ahora acaba de recibir al subcomandante cero en el foro Rodolfo Usigli, de la Sogem, donde prometió publicar poemas, cuentos y otros textos del primer Encuentro de Escritoras y Escritores por la Justicia y la Libertad de los Presos Políticos de Atenco. Con este acto, Rascón Banda confirma sus dotes de trapecista, pues sus viejas simpatías por el PRI no le impidieron picar piedra en 2000, después del triunfo panista, cuando le dijeron que al presidente de Conaculta lo escogerían los head hunters, aunque en realidad todo estaba cocinado y tuvo que conformarse con ser asesor de Sari Bermúdez, dice que sin sueldo, aunque no ha aclarado si su renuncia a lo material incluye los presupuestos para las puestas en escena de sus obras, que han sido muchas en este sexenio de grandes beneficios para amigos, parientes y asesores. Hace unos días vieron a Rascón Banda buscando a Andrés Manuel López Obrador y ahora cierra la rosca al recibir a uno de los más tenaces detractores del tabasqueño. No cabe duda de que, en lo ideológico, el líder de los escritores es como Gabino Barrera, le da gusto a cualquiera.
Vicente Rojo, maestro del diseño
En buena hora organizó el Centro Cultural de España un par de mesas redondas para analizar la obra de Vicente Rojo en su faceta de diseñador gráfico. Rojo se reconoce como discípulo de Miguel Prieto, un hombre que vino a enriquecer el diseño mexicano, al que entonces se llamaba dibujo publicitario y tenía múltiples y muy interesantes expresiones. Prieto murió pocos años después de que Vicente llegara a México y continuara el trabajo de su mentor, especialmente en el legendario suplemento México en la Cultura, de Novedades. Artista de excepcional aptitud para combinar tipografías, seleccionar colores y emplear ilustraciones, fue el creador e impulsor de una línea novedosa y sumamente atractiva de cartelería, carátulas de discos y portadas de revistas y libros, a los que puso el sello de un hombre de enorme y bien asimilada cultura visual. Socio de editorial ERA (Espresate, Rojo y Azorín), tenía la Imprenta Madero como cuartel general. Hasta ahí, a lo largo de unos veinte años, llegaron numerosos diseñadores jóvenes que, como en los viejos gremios, querían ver en acción al maestro, recibir sus enseñanzas y trabajar bajo su consejo. Así surgió lo que en la historia de nuestro diseño gráfico se conoce como Grupo Madero, al que pertenecen talentos tan reconocidos como Rafael López Castro, Luis Almeida, Germán Montalvo, Bernardo Recamier, Azul Morris, Peggy Espinosa o Efraín Herrera.
Toledo, Ulises y los negocios
Francisco Toledo pidió al presidente Vicente Fox que se reintegre al patrimonio nacional el ex Convento de Santa Catalina de Siena (no Catarina del Sena, como dicen por ahí). Señala el pintor que el pasado 3 de mayo venció el convenio mediante el cual Fonatur cedió a una cadena hotelera ese inmueble que es parte del patrimonio nacional. Toledo, quien es presidente del Patronato pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca, más conocido como Pro-Oax, tiene un nuevo motivo para preocuparse. Oaxaqueños suspicaces afirman que el “gobernador” Ulises Ruiz pretende vender o ceder a una empresa de hospedería lo que hasta hace unos meses fue el Palacio de Gobierno del estado, bello edificio neoclásico del que sacó las oficinas públicas. Pro-Oax tiene la palabra.
Obra esencial de José Bergamín
Poeta y ensayista, el español José Bergamín (1895-1983) presidió la Alianza de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultura, agrupación que en 1937, en plena guerra civil, organizó el segundo Encuentro Internacional de Escritores que se celebró en Valencia y al que asistieron mexicanos como Octavio Paz, Fernando Gamboa, José Chávez Morado, José Iturriaga y Silvestre Revueltas (no incluyo a Elena Garro porque ésta, a sus 17 años, se dedicaba a chacotear). Bergamín perteneció al bando republicano y vino al triunfo del franquismo. Aquí fue catedrático universitario y director de la Editorial Séneca, así como fundador de la revista España Peregrina (1940) y del periódico literario El Pasajero, por lo que legítimamente es considerado como un español de México. Pero fue de los que no pudieron vivir lejos de su tierra, a la que regresó en 1958 y, nuevamente expatriado en 1963, volvió definitivamente en 1970. Católico y de izquierda, pese a sus buenas hechuras, a su obra le han regateado su indudable mérito. Por eso resulta plausible la edición de su Obra esencial, seleccionada por Nigel Dennos y editada por Turner, como un anticipo de sus Obras completas que están por aparecer.