EL-SUR

Sábado 15 de Junio de 2024

Guerrero, México

Opinión

La revuelta de Irvine Welsh

Adán Ramírez Serret

Mayo 17, 2024

Para Fernanda Ramírez Serret.

Hay personas entrañables con mecha corta, de las que se disfruta su fuerte personalidad y su fuerza para decir siempre lo que piensan; son increíbles para quienes las queremos, pero normalmente no la pasan tan bien, pues se la viven de un pleito a otro y en cuanto uno se descuida se las puede ver discutiendo a la menor provocación con quien haga falta. Dentro de la literatura hay muchos personajes así, y una mayoría habitan las novelas de Dostoievski y las del realismo sucio norteamericano.
Es el caso de Begbie –uno de la plantilla protagonista de la famosa novela luego llevada el cine Trainspotting– para quien la vida es tan sólo un pretexto para agarrarse a golpes. La novela de Irvine Welsh (Leith, 1958) y luego la película fueron un paradigma de vida y música para mi generación. Sus personajes salieron de la pantalla para formar parte de nuestras vidas, y así, cualquier persona de mecha corta era llamada Begbie.
Recuerdo que en una ocasión tuve la oportunidad de ser el intérprete de Irvine Welsh, hace ya varios años. El evento sería en el Museo del Chopo, en la colonia Santa María la Ribera. El auditorio estaba abarrotado por más de 600 personas, y, para mi sorpresa, el autor escocés de más de uno noventa, calvo y botas militares, estaba bastante nervioso. Así que me dijo si lo podía acompañar a dar una vuelta por el barrio para relajarse un poco. Salimos a una tarde gris en la Santa María, la colonia aún estaba sin gentrificar así que caminamos por calles semi desiertas en donde tan sólo había vecindades, tiendas de abarrotes en las esquinas y coches abandonados. Welsh pareció respirar tranquilo en ese entorno y me dijo que siempre lo ponía muy nervioso hablar con mucha gente en público. Le dije que lo entendía e hicimos el resto del camino en silencio. Hasta que poco antes de llegar, recuerdo que se veían sobre nosotros las afiladas torres del ahora museo, antes fábrica, y le dije eso de que Begbie era un personaje muy importante para mi generación; Welsh me miró un rato y luego me preguntó si además de ver la película había leído la novela, le dije que sí y me preguntó. ¿Y ves alguna diferencia entre el Begbie de la novela y el de película? Le dije que claro, que el de la novela daba la impresión de ser corpulento, violento y furioso, sin ser tan divertido o patético como lo es en la película. Me dijo que sí, que eso pasaba, y que se sentía tan en desacuerdo con el personaje de la película, que justo en ese momento estaba escribiendo una novela sobre Begbie, para rectificarlo, de cierta forma.
Es, precisamente El artista de la cuchilla, que comienza con un Begbie completamente reformado, a tal grado que se cambió de nombre y ahora vive en Estados Unidos, está casado con una joven inteligente y bella con quien tiene dos hijas. Además, para sorpresa de todos, es un prestigioso escultor. Dejó las drogas y el alcohol y vive feliz en California, cerca de la playa.
Pero, como era de esperarse, el destino lo alcanza. Welsh no se anda por las ramas con su personaje, pues, un buen día lo llaman desde Escocia para decirle que debe volver, la razón es que a uno de sus hijos, que nunca deseó y abandonó por completo, lo han asesinado a puñaladas. Así que con todo el dolor de su corazón debe dejar a sus amadas hijas, adorable esposa y soleado California, para volver a las calles de Edimburgo, y sobre todo Leith, que detesta con todo su corazón. El ejercicio literario de la vuelta es fantástico. El hombre que luchó, que se transformó en otra persona para salvar su vida, debe volver. Y desde sus ojos no es la bella y románticamente lluviosa Escocia con la que soñamos desde la música de Travis; para Begbie es el lugar en donde estuvo en la cárcel, donde siempre estaba borracho, agarrándose a golpes y en donde no tiene sentimientos por nadie, ni por sus hijos. Así que ahora está ahí de vuelta Begbie, sobrio, violento, resentido, pero ahora ya no es el mismo, es un artista capaz de hacer esculturas que cambia y violenta, con el filo de su cuchilla. Debe hacer una revuelta furiosa, pero en sí mismo, para no ser Begbie de nuevo.
Irvine Welsh, El artista de la cuchilla, Barcelona, Anagrama, 2021. 263 páginas.