LA POLÍTICA ES ASÍ

Todos los días la República envía señales que denotan avances o retrocesos, y muchos de ellos son asuntos que se colocan en el centro de las discusiones. Son los signos vitales de un país inmerso en un proceso de cambios a raíz de la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para medir ‘la salud’ de la República los economistas acuden a indicadores macroeconómicos del Inegi, entre ellos el ahora polémico crecimiento del PIB y la balanza comercial; pero también las reservas del Banco de México; las cifras de homicidios, secuestros y extorsiones.
El índice de inflación; la paridad peso-dólar; la confianza del consumidor; la generación de empleos; la calificación crediticia de las consultoras; las mediciones del Coneval; la inversión extranjera; las remesas que llegan, y sobre todo, la vitalidad de las empresas.
A las discusiones irrumpe el nuevo paradigma político-económico lopezobradorista: el avance de los megaproyectos de desarrollo; el número de adultos mayores y jóvenes beneficiarios de apoyos económicos; el incremento del salario mínimo; ahorros de la austeridad republicana; así como la popularidad del presidente en las encuestas.
Otros temas que preocupan al círculo rojo son la exclusión de los partidos opositores; el lenguaje de descalificación y diatribas; las reformas en las cámaras para establecer las nuevas reglas del juego, algunas de ellas de corte regresivo, como la Ley Bonilla, el reciente episodio en la Cámara baja con Porfirio Muñoz Ledo; el anuncio del diputado petista de ir por regular la libertad de los medios, y la llamada Ley Garrote en Tabasco.
Poco a poco se revelan los rasgos de la Cuarta Transformación que impulsan el Presidente, sus colaboradores en el gobierno federal, y los diputados y senadores de Morena y sus aliados en las cámaras.
A diez meses de la llegada al poder de AMLO, aún es complicado visualizar con claridad este proceso de cambio, sobre todo porque los indicadores tradicionales señalan que algunas cosas no van bien; por eso conviene tomar distancia. Por eso es muy pronto para juzgar.
Lo que sí está fuera de duda, es la llegada al Poder Ejecutivo de un gobernante con orientación de izquierda que impulsa una redistribución de la riqueza postergada durante décadas, lo cual me parece un avance.
La lucha contra la corrupción; la austeridad; la búsqueda de la justicia; el abatimiento de la impunidad, son los rasgos que imprime López Obrador a su incipiente gestión.

Del anecdotario

A unos días de que culminara su campaña, Francisco Labastida Ochoa me pidió que me concentrara en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, donde montamos una sala especial para estar recibiendo la información electoral que fluía de los diversos estados.
Poco después del medio día concluí que la elección estaba perdida ya que la tendencia era irreversible.
En el despacho de la entonces presidenta del comité nacional, Dulce María Sauri, atestiguaban los momentos centrales del resultado de la elección, ella misma, el candidato Francisco Labastida, Emilio Gamboa, entre otros.
Nadie se atrevía a decirle al candidato la verdad de lo que estaba sucediendo, por lo que decidí entrar a la oficina y pedirle a Paco que me diera unos minutos.
–Claro Ángel, dime ¿qué se ofrece?
–Candidato quiero ser muy directo contigo: la elección está perdida.
–¿Cómo lo sabes?
–Porque de acuerdo a las tendencias, aunque nos llegaran a favor varios estados, el resultado es irreversible.
Advertí la tristeza de Paco en su rostro y sólo alcanzó a decirme:
–Gracias Ángel por tu franqueza –mientras que Dulce María y Gamboa me querían exterminar en ese momento.
Por la tarde-noche se confirmó mi pronóstico: el PRI perdía por primera vez la Presidencia de la República.
Acompañé a Paco hasta el último momento en que reconoció su derrota, en un acto de mucha dignidad.
Salí muy triste del CEN del PRI (que se encontraba totalmente vacío), y me fui a casa a refugiarme con quien siempre lo he hecho: Mi esposa Laura del Rocío y mis hijos Laurita y Angelito, en ese tiempo unos niños…
La vida es así.