Silvestre Pacheco León
Mayo 24, 2022
Con dedicatoria para mi amigo y compañero Pedro García de la Cruz, hombre de campo comprometido con los de abajo, hermano desprendido y solidario, alegre cantor, quien murió la semana pasada en su pueblo de La Soledad, municipio de Ometepec en la Costa Chica.
Siendo el pueblo el soberano, las decisiones que toma son para su propio beneficio, por eso fue certera la política energética, primero encaminada a terminar con el robo y la impunidad de los huachicoleros que ordeñaban los ductos de Pemex, y después con la ley para fortalecer a la CFE frente a las abusivas empresas energéticas extranjeras.
En poco tiempo el resultado ha sido alentador porque se detuvo el robo y hay más recursos para beneficio de la mayoría.
Con el operativo a cargo de 3 mil elementos se ha recuperado el equivalente a casi 165 millones de pesos diarios, con los que se han ahorrado más de 162 mil millones de pesos en lo que va del sexenio, según lo informado por la secretaria de la Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, en la conferencia mañanera del viernes pasado.
Poco a poco en nuestro párvulo conocimiento de la política y economía va apareciendo con claridad la importancia de la soberanía popular y su ejercicio en la toma de decisiones.
El golpe que han recibido los neoliberales que vivían con la idea de que en una economía globalizada como la que ahora rige en el mundo, era igual producir que comprar, ha sido demoledor porque es evidente que el peor negocio para quien tiene naranjas es venderlas y comprar el jugo pudiendo elaborarlo.
Un ejemplo de la ventaja que tiene la autonomía en las decisiones para proteger la economía popular lo vemos en el caso de la crisis energética que ahora estamos viviendo.
Con el pretexto de la guerra entre Rusia y Ucrania el precio del combustible ha escalado de manera incontrolable en el mundo afectando a toda la economía, principalmente de quienes menos tienen.
Si vemos lo que pasa en Estados Unidos, que es nuestro vecino y la sede de la potencia más poderosa del mundo, nos damos cuenta que dejado en manos del libre mercado, el precio del combustible ha subido a niveles intolerables. Ahora en aquel país los consumidores pagan hasta 23.50 pesos más por cada litro de gasolina. Los norteamericanos son víctimas de un aumento en la gasolina de más del 50 por ciento comparando el precio actual con el que se pagaba el año pasado, pero ellos pueden paliar dicho aumento gracias al poder adquisitivo de sus ingresos, pero en economías como la nuestra no cabe en la imaginación lo que pasaría si hubiéramos seguido en el cauce neoliberal porque con nuevos gasolinazos solo era previsible una revuelta popular, pero gracias a que la mayoría de los mexicanos nos dimos cuenta a tiempo de que íbamos al precipicio se pudo evitar la catástrofe.
Los mexicanos estamos sorteando la crisis gracias a las medidas provisorias del gobierno federal sobre la soberanía energética iniciando apenas a tiempo la construcción de la infraestructura necesaria para aumentar internamente la refinación de petróleo para depender cada vez menos del exterior en el abasto y el precio del combustible.
Nadie, ni los más acérrimos neoliberales pueden sostener que la compra de la refinería de Deer Park en Tejas fue una ocurrencia, pues no hay mejor negocio para quienes tenemos petróleo que la producción de gasolina cuando el precio del barril se ha disparado más allá de los cien dólares.
Ahora el mayor reto que tenemos para convertirnos en potencia mundial es la autosuficiencia alimentaria que se puede lograr si incorporamos activamente a campesino e indígenas que son los verdaderos héroes porque saben producir en las peores condiciones sin ningún apoyo.
Hace diez años en una conferencia sobre la crisis alimentaria y soberanía organizada por el Programa de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible, el ahora subsecretario de Alimentación y Competitividad de la Sagarpa, Víctor Suárez Carrera, en aquel entonces dirigente de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de granos, resaltaba la importancia de promover la soberanía alimentaria muy contraria al modelo neoliberal, equivocada al planear que en el largo plazo el precio de los alimentos básicos se mantendría a la baja.
En aquel año el ingeniero de la Universidad de Chapingo enumeraba los males que padecía la agricultura en el mundo con el cambio climático y las sequías, los transgénicos y agroquímicos, mirando que en el caso de México las políticas neoliberales habían provocado una reducción de 50 gramos de granos per cápita en la producción de la última década que pasó de 330 gramos a 280 según datos de la propia Sagarpa.
Víctor Suárez llamaba la atención sobre las políticas similares que emprendían países como China e India buscando bajar el precio de los alimentos para sus pueblos, y aludía al caso de México exaltando la importancia de apoyar a los protagonistas del medio rural, campesinos e indígenas quienes han sabido cuidar las semillas criollas y los métodos para mejorarlas de acuerdo a las condiciones particulares de las regiones que tiene el país.
De ahí que podamos confiar en su estrategia porque es de los pocos funcionarios con una experiencia suficiente para cambiar la nefasta experiencia neoliberal que despobló de productores al campo mexicano y los expulsó para convertirlos en migrantes mientras la mayoría nos hacíamos dependientes de la importación de alimentos para llegar a una situación tal de fragilidad que urge corregir porque será la soberanía y seguridad alimentaria la que nos permita sobrevivir en un mundo cada vez más complicado.
Con la nueva política para el campo seguramente que aprovecharemos la ventaja que el mismo funcionario señalaba en aquella conferencia al resaltar que en nuestro país los campesinos e indígenas poseen mayores extensiones de tierra en sus parcelas que la media hectárea que en promedio trabajan los chinos e indios.
Pensando en las condiciones de nuestro estado que va a la vanguardia en la producción de básicos aprovechando el fertilizante gratuito, creo que no nos queda más que profundizar en la experiencia del autoconsumo para generar el excedente que ayude a la economía del mundo urbano.
La nueva política para el campo guerrerense debe premiar a los campesinos e indígenas más productivos, a los de mayor diversidad de plantas por hectárea. Que se premie a quienes han guardado las semillas criollas promoviendo bancos de semilla con ellos como lo hacen desde hace años los campesinos en Tlaxcala.
Sería un gran aliciente para el campo que en el presente año se promocionen desde las presidencias municipales en coordinación con el gobierno federal las ferias del maíz en todas las cabeceras municipales rurales, así como la proliferación de los bancos de semillas como método para su cuidado y distribución.
Con ello podríamos estar inaugurando una nueva época para el florecimiento del campo dándole el protagonismo que el neoliberalismo le quitó.
El futuro puede ser de fiesta en el medio rural como la que se vivió en Chichihualco el fin de semana con las danzas de los tlacololeros en gran convivencia.
Ahora es cuando podremos ver las ventajas que tiene la política que ya vislumbraba hace una década nuestro subsecretario Suárez Carrera.