EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La tiranía del dinero

Jesús Mendoza Zaragoza

Noviembre 21, 2016

En el contexto del tercer encuentro mundial de movimientos populares, con delegados de más de 60 países, que se desarrolló en Roma en días pasados, el papa Francisco tomó la palabra para ofrecer algunas consideraciones oportunas, en continuidad con los anteriores encuentros realizados en Roma y en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).
Haciendo eco a las participaciones habidas en este encuentro, Francisco formuló una pregunta y un planteamiento. La pregunta apunta hacia quienes toman las grandes decisiones que están llevando a los pueblos de la tierra a una bancarrota global con un alto deterioro en la vida de los pobres y de las víctimas: “¿Quién gobierna?” Y la contundente respuesta que él plantea como un grave desafío fue: “El dinero”. Cada vez hay una mayor conciencia social de este hecho. La democracia es una mera formalidad, aquí y en Estados Unidos y en muchos países más.
En las recientes elecciones de Estados Unidos, sólo asistimos a un espectáculo en el que tanto los republicanos como los demócratas responden a estos intereses oscuros y solamente tienen que elegir a quien les haga menos daño. Lo mismo ha pasado en México, los partidos políticos están atrapados por los intereses de los grandes consorcios nacionales que están bajo la lógica globalizadora de los poderes económicos y financieros globales. Y nuestra democracia, tan precaria aún, es una mera simulación. Nuestros gobiernos no gobiernan, en realidad. Están bajo el control del dinero multinacional mezclado en el del crimen organizado.
En seguida, Francisco caracteriza el modo como gobierna el dinero: “Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás. ¡Cuánto dolor y cuánto miedo! Hay –lo dije hace poco–, hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera”. En una palabra, estamos bajo el terrorismo del dinero, fuente de todos los demás terrorismos, el terrorismo de Estado, el narcoterrorismo, y el que se alimenta de todos los fundamentalismos. Esta me parece una lúcida explicación de lo que está sucediendo en muchas partes y, particularmente, en México.
Entender que el terrorismo del dinero es lo que está detrás del ejercicio de la política y de la trama del crimen organizado en México y que este terrorismo es el que está imponiendo la trayectoria de la política y de la economía, es un buen punto de partida para entender los contextos particulares y los escenarios actuales. El terrorismo del dinero que maneja el miedo, la inequidad y las variadas formas de violencia como instrumentos para dominar a los pueblos y para reprimir a los movimientos sociales, tiene que ser enfocado para buscar una verdadera salida que favorezca a los pobres, a las víctimas y al medio ambiente.
La tiranía del dinero se ha sostenido, tanto en el mundo como en México, explotando los miedos. Por eso es terrorista y cobra facturas de terror. En Estados Unidos se está manifestando ya con la amenaza de expulsión de los migrantes indocumentados y, también, con la de la construcción del muro en la frontera con México. Y en nuestro país se distinguen dos explotadores del miedo, principalmente: el Estado y el crimen organizado. Y lo hacen alimentando y manipulando el miedo de la población. El miedo sustenta todos los grandes negocios, tanto del mundo financiero como del mundo criminal, que se han ido fusionando, pues ya no se distinguen las fronteras entre estos dos mundos.
Todo el miedo acumulado en el país, el que se genera por la delincuencia junto con el que se genera por el manejo de la economía y de las finanzas, es el que nos tiene paralizados pues destruye nuestras “defensas psicológicas y espirituales”, en palabras de Francisco. Y tiene como efecto la indiferencia de los ciudadanos y la crueldad de quienes deciden matar para sostener la tiranía del dinero.
Ante este sombrío contexto, ¿cuál es la alternativa, según Francisco? Dirigiéndose a los participantes en el encuentro de movimientos populares, les pide que “sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren (…) E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura”. Se trata de la gran alternativa política del amor como inspirador de la transformación que se requiere hoy para reducir la tiranía del dinero.
Y para ilustrar esto, cita a Martin Luther King: “Cuando te elevas al nivel del amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas derrotar es los sistemas malignos. A las personas atrapadas en ese sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema […] Odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal”. Esto lo dijo en 1957 (n. 118; Sermón en la iglesia Bautista de la avenida Dexter, Montgomery, Alabama, 17 de noviembre de 1957).
Hay que entender que el amor tiene implicaciones políticas. Ya es tiempo de que caigamos en la cuenta de que la política tiene que ser recuperada, precisamente, por esta actitud humana básica para el desarrollo de las personas y de los pueblos. Ya es tiempo de mostrar las posibilidades que puede darnos el amor al prójimo como modo de dar la batalla contra la tiranía del dinero. Se dirá que es una utopía. Es muy cierto, es una utopía. Pero, precisamente, la tiranía del dinero es una consecuencia del desprecio de las utopías. La utopía es necesaria para orientar el camino hacia una humanidad más justa y fraterna.