Raymundo Riva Palacio
Mayo 03, 2018
La alianza que forjaron a nombre del presidente Enrique Peña Nieto el líder del PRI, Enrique Ochoa, y Aurelio Nuño, coordinador de la campaña presidencial de José Antonio Meade, con el Partido Verde y Nueva Alianza, le dolió a varios gobernadores priistas que consideraban que había resultado onerosa. Varios de ellos desfilaron por Los Pinos para quejarse y plantear que se modificara. Peña Nieto se mantuvo en lo acordado. Si abrigaba alguna posibilidad el PRI de mantener el poder, sería imposible hacerlo sin aliados que le pudieran dar votos que no estuvieran tan contaminados como el de los tricolores. La alianza se mantuvo como compromiso de honor hasta que, el menos esperado de todos, el gobernador del estado de México, Alfredo del Mazo, la rompió.
La semana pasada impugnó en el Tribunal Electoral del Estado de México 62 planillas para diputados del Verde y 22 candidatos a alcaldías y regidurías de Nueva Alianza. El argumento del PRI el viernes pasado fue que “hicieron la solicitud de registro para participar como aspirantes a miembros del PRI”. Si bien en algunos casos es cierto, la alianza con esos partidos, a cambio de apoyar como candidato presidencial a Meade, era que aún en aquellos cargos donde corrieran priistas bajo sus colores, tendrían que renunciar a su militancia priista, afiliarse al partido que los cobijó y comprometerse que una vez en sus cargos, de ganar, se mantuvieran dentro de esos partidos.
A Del Mazo le pareció muy costoso y como en Los Pinos lo ignoraron, se fue por la libre. El PRI estatal impugnó el acuerdo que habían suscrito ante el Instituto Electoral del Estado de México, con el propósito de romperlo. El líder del PRI en el estado, Ernesto Nemer, quien fue uno de los precandidatos al gobierno mexiquense, no hizo nada por frenar la acción de Del Mazo que coloca en riesgo la alianza general con Meade.
La explosión hacia el interior de la alianza es fuerte, porque no es un tema menor. De proceder la impugnación, el Partido Verde no sólo perderá sus 62 planillas, sino que quedará completamente fuera de la elección en el Estado de México, con lo que es probable que pierda el registro en aquella entidad. Nueva Alianza no llegaría a ese extremo, pero toda la estrategia diseñada para que a través de sus candidatos a alcaldías y regidurías contribuyera a mantener el registro y elevar su peso político, tendría merma en detrimento del partido y del propio Meade.
La decisión de Del Mazo es una ruptura con el presidente Peña Nieto y con los liderazgos dentro del PRI y la campaña presidencial, que incluye al ex gobernador mexiquense, Eruviel Ávila, vice coordinador de la campaña de Meade, que en este caso se ha mantenido al margen. También desconoce el esfuerzo que hicieron los dos partidos para que ganara la gubernatura el año pasado. Sin el apoyo de ellos, habría perdido por 56 mil votos ante Delfina Gómez, la candidata de Morena. El PRI no pudo con Morena en las elecciones, pero el Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social le dieron poco más de 280 mil votos para alcanzar la victoria.
Del Mazo no está jugando al 100% con la campaña presidencial de Meade. Desde finales del año pasado envió mensajes al equipo de Andrés Manuel López Obrador para decirle que él no intervendría en la elección presidencial, a cambio de que lo dejaran gobernar. No se sabe si esta comunicación fue hecha con conocimiento de su primo el presidente. Dentro del partido hay molestia con Del Mazo porque sienten que no ha estado trabajando al nivel que se esperaba, y que los resultados que está dando hasta este momento no sólo son decepcionantes, sino que perfilan que el partido en el poder caiga hasta el tercer lugar en la contienda presidencial.
La decisión de sabotear la alianza a costa incluso de la coalición en torno a Meade y que se fracture en el resto del país, que comprende poco más del 40% de los cargos de elección popular, ha provocado tensiones hacia el interior de la campaña presidencial. Una de las expresiones más notorias de que esa alianza está debilitándose en forma acelerada es que los tres representantes que tenía el Partido Verde en el cuarto de guerra político de Meade –Carlos Puente, el coordinador en el Senado, Jesús Sema, el coordinador de los diputados, y el operador electoral Arturo Escobar–, llevan más de una semana que no se presentan a los trabajos diarios.
El conflicto con Del Mazo se encuentra en los órganos electorales estatales. Este domingo la dirigente estatal de Nueva Alianza, Luz María Escobar, dijo que la impugnación del PRI era un desafío local, revanchista y vengativo, que no afectará el apoyo para Meade en la contienda presidencial. Sin embargo, Efrén Ortiz, representante del partido ante los órganos electorales mexiquenses, dijo que “no respetar los acuerdos políticos tomados ante los consejeros del Instituto Electoral del Estado de México es traición”. En un comunicado, el Partido Verde añadió: “Hemos intentado comprender la actitud poco ética del Partido Revolucionario a nivel local. Todos los partidos tenemos derecho a participar en la contienda de manera justa y democrática”.
Los señalamientos van al PRI, pero el destinatario real es el gobernador Del Mazo. Traidor, vengativo y revanchista, son los calificativos que indirectamente le han colgado. En Los Pinos, la extrañeza debe ser superior. El primo de Peña Nieto actuó sin consultar a nadie, poniendo en riesgo la propia viabilidad del candidato presidencial del gobierno.
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