EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La tregua de los libros

Jorge Zepeda Patterson

Diciembre 19, 2005

Este artículo pretendía reflexionar sobre la infamia de la semana. El Congreso decidió suspender la investigación que se efectuaba sobre los posibles ilícitos de Manuel Bibriesca, hijo de Marta Sahagún. Los diputados del PAN se pusieron de acuerdo con los del PRI, para que con el voto de los primeros y la abstención de los segundos se parara en seco el bochornoso asunto. Todo indica que es un intercambio de favores para impedir que los escándalos de Arturo Montiel y los de Bibriesca afecten la imagen del PRI y del PAN en la etapa final de la campaña presidencial. Ofende el cinismo de la cúpula de los partidos, capaces de llegar a tales arreglos. Y todavía más ofende el servilismo de los diputados panistas (de los priístas ya sabíamos) que votaron en bloque al peor estilo corporativo, sin siquiera una excepción de conciencia que dignifique el oficio de los “representantes de los intereses del pueblo”.

Pero he preferido respetar la tregua decretada por el IFE (haríamos bien en aprovecharla todos) para tomar aliento antes de que se nos venga encima, a partir de enero, la madre de todas las batallas por el poder. Y no hay mejor descanso, o desintoxicación, que sumergirse en las vidas y relatos que nos aportan algunos buenos libros. El mejor antídoto para las infamias políticas son estas recomendaciones de vacaciones.

El que no haya leído al japonés Haruki Murakami tiene mucho a su favor: la vida le depara una buena sorpresa. La editorial Tusquets ha publicado tres de sus obras en los últimos dos años, aunque yo recomendaría la primera: Al sur de la frontera, al oeste del sol. Una sabrosa descripción de la trayectoria de un joven dueño de un bar, hijo único, que contempla el mundo sin muchas ganas de participar. Pero en su voyeurismo, el personaje atisba instantes inapreciables del arte de la vida. Murakami es una especie de Camus (el Camus de El Extranjero), pero modernizado y occidentalizado, pese a su origen oriental. Su novela más reciente, Tokio Blues, es también más que recomendable. En cambio, su texto más voluminoso, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, es material sólo para el que haya realmente disfrutado de sus novelas cortas.

De la misma editorial, Hotel Honolulu, de Paul Theroux, es un delicioso divertimento. Son las supuestas memorias de un escritor que para paliar la falta de inspiración decide emplearse como gerente en un hotel de mala muerte en Hawai. Cada capítulo es una pequeña historia de alguno de los extraños personajes que transitan por el lugar. Estas viñetas podrían leerse por sí mismas como pequeños cuentos dotados de un finísimo humor, pero a medida que avanza el texto los personajes van construyendo una trama que termina por atrapar al lector. Aunque norteamericano de origen, Paul Theroux es en verdad un ciudadano del mundo; la mitad de sus textos son relatos de viaje o novelas ambientadas en otros continentes. Quizá el último de los grandes cronistas viajeros.

Ahora que si usted se interesa en trasladarse a otra realidad el libro Una mujer en Berlín, de autora anónima, de editorial Anagrama, es una experiencia sobrecogedora. El texto consiste simplemente en                                                   la publicación de los cuadernos de apuntes realizados por una mujer entre abril y junio de 1945, durante el asalto a Berlín y las primeras semanas de ocupación por parte de las tropas soviéticas. La autora describe con trágica precisión la manera en que los sobrevivientes de los bombardeos se apretujan en sus departamentos para escapar del enemigo, la lucha desesperada por la falta de víveres y las violaciones tumultuarias que padecieron a manos y piernas de los soldados rojos. Por extraño que parezca no es un texto sombrío, sino un cuaderno de sobrevivencia en situaciones límite. La autora no se amilana frente a la adversidad, por el contrario. “El minuto de vida se ha encarecido terriblemente”, dice ella cuando describe con frialdad lo que han debido hacer para sobrevivir. Lo que es insólito es que el libro no desprende ningún odio. Cuando describe alguna bestialidad de los rusos llega a preguntarse por la cantidad de barbaridades que sus compatriotas seguramente hicieron con los campesinos rusos. Estos cuadernos tienen la calidad de la obra maestra de este género: El hombre en busca de sentido, de Víctor Frankl un sobreviviente de los campos de concentración (un libro también imprescindible). La lectura de ambos ofrece en verdad una nueva manera de apreciar la vida.

Desde luego, hay maneras más amables de aprender esa lección. La autobiografía de Fernando Savater, Mira por dónde, autobiografía razonada, de Taurus, es una gozadera. El autor, de 58 años dice que se decidió a escribirla para que le dijeran “¡pero si estás muy joven para hacer el relato de tu vida!” porque para todo lo demás siempre le dicen que está muy viejo: enamorarse, leer comics o tirarse en paracaídas. Quien sabe cuantos años le toque vivir a Savater, pero su libro deja en claro que el viaje ya valió la pena. Savater es un comentarista y protagonista implacable de la vida intelectual y política de España y América. Pero su participación siempre está impregnada de honestidad, humor, y sobre todo, comprensión y sensibilidad frente al punto de vista de otros. Su capacidad para reírse de sí mismo y su generosidad con otros escritores hace del texto un libro ameno, lleno de anécdotas de colegas. Pero entre un recuerdo y otro, el filósofo logra trasminarnos el sedimento de sus reflexiones, su visión del mundo, su pasión por la inteligencia.

Por último, si en estas vacaciones alguien le recuerda a Madrazo, le habla de la sucesión o sueña con algún diputado, le recomiendo conjurarlo rápidamente con la lectura de Historia del rey transparente, de Rosa Montero. Una novela de aventuras ambientada en la Edad Media, capaz de atraparnos desde el primer momento, a prueba de distracciones políticas.

 

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