EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Las células durmientes

Raymundo Riva Palacio

Julio 11, 2005

ESTRICTAMENTE PERSONAL

 Por alguna extraña razón, las autoridades mexicanas siguen minimizando la era de terror en que vive el mundo desde hace casi 20 años, exacerbada y socialmente globalizada desde septiembre de 2001. Las justificaciones son tan vagas como descuidadas, y dicen que no existen condiciones en México para que eso suceda, que no hay razón alguna para que el terrorismo ataque a mexicanos porque el gobierno no participó en la invasión a Irak o Afganistán, o se da, en la mayoría de los casos, la negación mecánica de que ese fenómeno es muy lejano. Pero, pese a lo que aseguró el gobierno foxista tras los ataques terroristas en Estados Unidos hace casi cinco años, México sí se encuentra dentro del teatro de operaciones de las organizaciones terroristas. Más aún, existe la posibilidad de que ya se encuentren algunos terroristas en este país, agrupados en lo que se denominan “células durmientes”.

Las células son una forma de organización que utilizan los grupos terroristas o los guerrilleros, que adoptan el principio básico de dividirse en pequeños grupos donde la información se compartamentaliza. Esto significa que una célula tipo de cinco a seis personas sólo conoce a su jefe inmediato, quien les da las instrucciones. No conocen a nadie más arriba, de tal forma que si caen presos, no disponen de mayor información que la que les compete. El jefe, con mayor entrenamiento para soportar torturas e interrogatorios, sólo conoce a un jefe superior, por lo que si es detenido o si apresan a uno de sus subordinados, tengan tiempo suficiente para escapar. Este tipo de organizaciones o los servicios de inteligencia tienen lo que se denominan “células durmientes”, que son cuadros entrenados y plantados en un país donde construyen una identidad, se adaptan a la sociedad y van construyendo una historia y una biografía. No se usan para acciones inmediatas, sino que pasado el tiempo, en momentos determinados, se les activa para que empiecen a actuar.

“Células durmientes”, de acuerdo con los investigadores de los atentados en Londres de la semana pasada, son probablemente los responsables materiales de las cuatro bombas colocadas en el transporte público. Bajo esa lógica, esas células llevaban tiempo de vivir en Inglaterra construyendo una vida doméstica. Las primeras investigaciones refuerzan la hipótesis porque los bombazos, pese a llevar la marca de Al Qaeda, los responsables no parecen haber usado la alta tecnología que distinguió a los atentados en Madrid el año pasado. En Madrid se usaron bombas de 11 kilos de explosivos que se detonaron a través de la función de alarma de teléfonos celulares, mientras que en Londres se emplearon bombas de cinco kilos de explosivos que se detonaron mediante dispositivos de tiempo. De haber sido la carga más potente, con la densidad de londinenses viajando en el transporte colectivo, el número de víctimas posiblemente se hubiera quintuplicado.

Investigadores del FBI y otras agencias de inteligencia estadounidenses creen que Al Qaeda entrenó hasta a 400 personas para integrar ese tipo de células en Pakistán y la zona de Cachemira, y presumen que pueden estar operando en 40 estados. Las “células durmientes” que más les preocupan pertenecen a la Jihad Islámica Egipcia, que presuntamente se encuentran en Arizona, California, Texas, Florida, Illinois, Nueva York y Virginia. El solo hecho que se tengan registradas células en tres de los cuatro estados fronterizos con México debería, en sí mismo, alertar a las autoridades federales y estatales y llevar no sólo a un reforzamiento de la seguridad, sino a desarrollar trabajo de inteligencia para poder saber cómo se están movilizando las comunidades musulmanas en México que han estado bajo sospecha hace tiempo por sus vinculaciones con fundamentalistas en Estados Unidos.

Parecen no percatarse las autoridades mexicanas sobre lo que significa en términos reales formar parte del escenario terrorista, por ser vecino de Estados Unidos, y compartir una frontera tan porosa. Se han enviado mensajes, como en abril de 2004, el servicio de noticias de inteligencia WorldNetDaily.com reportó que había células terroristas islámicas en el Distrito Federal, Tijuana y Guadalajara. Los atentados en Londres llevaron nuevamente a varios sectores estadounidenses a pensar en esa vecindad con México y los mil 100 ilegales cruzan a esa nación cada día. Podrían pensar que en México sea meramente un canal de tránsito de terroristas, por lo cual lo minimicen. Lo que quizás no calculan es que una ciudad como México es tan indefendible como cualquiera de su tamaño en el mundo. Desestabilizarla es muy sencillo, como lo demuestra cada manifestación por más pequeña que sea.

Para problematizar los riesgos, bastaría tener un camión de basura robado donde los terroristas deciden vaciar la carga en Periférico frente a Los Pinos a las 2 de la tarde. ¿Cómo evitar un atentado en el Metro? ¿En una embajada o consulado? ¿En el centro generador de energía eléctrica para la zona metropolitana que prácticamente no tiene seguridad? En enero de 1994 el EZLN estuvo a punto de dejar a oscuras la capital cuando casi derriba una torre de electricidad con una cuerda jalada desde una camioneta. Si un grupo se decide, crear pánico en México es muy simple: basta una célula de 6 a 9 personas para hacerlo. ¿Nadie recuerda cómo 19 terroristas cambiaron en 2001 la certidumbre mundial sobre la seguridad individual?

Tenemos que empezar a pensar globalmente y elaborar escenarios sobre el terrorismo. Algo serio y concreto deben hacer coordinadamente todas las autoridades mexicanas. ¿Formular una política contra el terrorismo? ¿Integrar una fuerza de tareas para realizar evaluaciones y hacer recomendaciones a las autoridades federales? Hay que eliminar urgentemente la retórica frívola. De otra manera sucederá como con los maras, que en diciembre y enero no existían, según diversas autoridades, y hoy están convertidos en un asunto de seguridad nacional, vinculadas algunas, por cierto, al terrorismo.

 

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