EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Las estrategias políticas en curso en Venezuela

Gaspard Estrada

Enero 30, 2019

 

Desde el inicio del año 2019, la crisis venezolana ha estado en el centro de la agenda política de América Latina e internacional.
A principio del mes se llevó a cabo una reunión de cancilleres del Grupo de Lima –una instancia de coordinación de nivel ministerial compuesta por 14 países, que firmaron la declaración de Lima del 8 de agosto de 2017, que condena al régimen de Nicolás Maduro después del fracaso del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, de invocar la carta democrática del organismo para expulsar a Venezuela de esta organización–, en la cual se emitió un pronunciamiento respaldado por todos los países de este grupo menos México, en el cual se desconoce la investidura de Nicolás Maduro para un nuevo periodo como presidente de Venezuela, después de las elecciones del 20 de mayo de 2018.
A partir de la presentación de este documento, el 4 de enero, el debate político regional ha estado girando alrededor del asunto venezolano. El 10 de enero, Nicolás Maduro asumió de nueva cuenta como presidente de Venezuela, ante el Tribunal Superior de Justicia y no ante el Parlamento, que se vio despojado de sus prerrogativas por el propio Maduro en 2017.
Si bien Maduro intentó hacer de este evento una muestra de su fuerza política, la escasa presencia de delegaciones internacionales dejó en evidencia lo contrario. Pocos días después, Juan Guaidó, nuevo presidente de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, fue objeto de una tentativa de arresto a manos del Sebin, el servicio de inteligencia del gobierno venezolano. Sin embargo, después de una hora, fue liberado por los mismos militares, lo que constituyó un hecho inédito. En efecto, su padrino político, Leopoldo López, fue arrestado y encarcelado en 2013 (se encuentra en prisión domiciliaria al día de hoy), después de haber pedido el derrocamiento de Maduro, justo después de su elección como presidente, ante el candidato opositor Henrique Capriles.
A partir de ese momento se han multiplicado los hechos políticos favorables a la oposición. El 23 de enero Guaidó se autoproclamó como presidente encargado de Venezuela. A las pocas horas, en un acto visiblemente acordado previamente, Estados Unidos reconoció a Guaidó como presidente, así como un grupo de países latinoamericanos, incluidos Brasil, Colombia, y Canadá, desde el Foro Económico Mundial de Davos. Pocas horas después, 11 de los 14 países miembros del Grupo de Lima (entre los cuales continúa estando México), reconocieron a Guaidó, mientras que por su lado, México y Uruguay hicieron un pronunciamiento conjunto, llamando a las partes al diálogo. Sin embargo, poco después, la oposición venezolana rechazó este diálogo, al tiempo que Francia, España y Alema-nia presentaron un comunicado conjunto dando ocho días al gobierno de Nicolás Maduro para que se lleven a cabo elecciones generales a la brevedad.
Desde entonces, Maduro y el gobierno han estado a la defensiva, intentando mostrar el apoyo del ejército, sin lograr convencer a la opinión pública internacional. El problema para Maduro y su gobierno es que esta secuencia política iniciada en enero de este año era previsible. Desde la llegada al poder de Hugo Chávez, y sobre todo después del intento de golpe de Estado contra este último en 2002, la oposición había estado dividida entre participar en el juego político electoral o rechazarlo.
Hasta la elección presidencial de 2013, el gobierno siempre había logrado dejar en evidencia su respaldo popular a través de sus victorias electorales (excepto el referéndum de 2007, perdido por Hugo Chávez). A partir de esa elección, y sobre todo después de la derrota del gobierno durante las legislativas de 2015, Maduro cometió una serie de errores políticos graves, empezando por haberle quitado sus derechos políticos a Henrique Capriles, que había participado – y sobre todo, reconocido– sus derrotas electorales en 2012 y 2013.
Desde entonces, la estrategia de la oposición ha consistido en deslegitimar el carácter democrático del régimen, empezando por la elección presidencial de 2018, en la cual no pudo participar Capriles, al no gozar de sus derechos políticos. Por ende, era previsible que la oposición usara el discurso de la ilegitimidad de la toma de posesión de Maduro como eje de su estrategia política. La llegada al poder de Donald Trump en Estados Unidos, de Iván Duque en Colombia y de Jair Bolsonaro en Brasil, solamente reforzó el espacio de la oposición venezolana, así como los graves errores de Nicolás Maduro, que lo alejaron de líderes progresistas como Pedro Sánchez, José Mujica e inclusive Pablo Iglesias de Podemos, que tomó distancia de Maduro recientemente. De tal manera que en la disputa por el poder en Venezuela, el pronóstico es reservado.

Twitter: Gaspard_Estrada

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.