EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Las mujeres de Ayotzinapa (22). María Concepción Tlatempa

Tryno Maldonado

Marzo 17, 2020

METALES PESADOS

Me llamo María Concepción Tlatempa. Mi muchacho es Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa. Soy de aquí, de Tixtla, Guerrero. Soy ama de casa. Mi marido se dedica al campo, no vive con nosotros, estamos separados. Nosotros nos quedamos en la casa.
A Jovany le gusta jugar futbol. Le va al América. Le gusta todo tipo de música, de banda. La Arrolladora, Los Buitres de Culiacán. Le gusta cantar. Le gusta el campo. Mis papás son campesinos y les iba a ayudar a su terreno. A juntar rábanos, cilantro… A veces que tenían elote, él se iba tempranito con mis papás a cortarlo y después al mercado a vender. Empezó a trabajar a los 18 años. Le gusta tener su dinero, no le gusta pedir. Decía que ya tenía 18 años y que iba a ponerse a trabajar para salir adelante por él mismo. Se iba a limpiar terrenos, se iba a arrancar el pajón para ganarse algo. Ya no me pedía dinero. “Mamá, la voy a invitar a cenar”, me decía. “De que me lo vaya a gastar con mis amigos, mejor la invito a cenar”. Nos llevaba los taquitos de cecina, de carne enchilada. No le gusta tomar, es muy serio. No le gusta convivir con otras personas. Es apartado.
Cuando le pagaban su semana, el sábado o el domingo que no trabajaba se iba a Chilpancingo. Hizo su servicio militar a los 19 allá en Chilpo. Los sábados saliendo del servicio se pasaba a comprar su ropa, sus tenis… No era de comprar así de marca. Abercrombie, American Eagle, Hollister. Eso nada más. Y playeras Aeropostale. Él ocupaba su dinero para vestirse. Me decía: “Me ven que ando bien sucio trabajando, pero ya cuando salgo a pasear cargo mi dinero y ando arregladito”.
No le gusta tomar ni fumar. Tiene una infección. Es alérgico, creo, al cigarro. Cuando fumaba le salían granitos por acá. Sus problemas respiratorios empezaron como a los 17 años. De chiquito nunca se me enfermó. A cada rato con el sol y el sudor, le empezaban a salir como ampollitas. Cuando trabaja se pone su sombrero y su pañuelo para limpiarse el sudor y que no le afecte. Cuando fue el examen de prueba no los dejaban que se cubrieran. Los ponían a hacer lagartijas y así, peloncitos. Se llevaba siempre su pañuelo. Pero ahorita que anda desaparecido, pues quién sabe… Quién sabe cómo ande. Si anda con los granitos.
A veces le hablaba por teléfono.
No le gustan los animales. Mero cuando él fue la última vez a la casa falleció la perrita que teníamos. Se llamaba Luna.
Tiene su cuarto aparte. Sigue ordenado. Ahí tiene sus dibujos. Le gustaba la pintura. Paisajes, árboles… Los últimos días quería hacerme un retrato en pintura. Pero ya no pudo entrar al taller de Artes Plásticas aquí en Ayotzinapa. Apenas les iban a dar su horario ese día, un día antes de que pasó eso. Dos días antes me dijo: “Ya vamos a saber qué clases nos van a tocar”. Estaba emocionado. Pero pasó esto y ya no les dieron el horario.
Siempre ha sido estudioso. Le gusta leer. Le gusta agarrar cualquier libro, cualquier revista. Sus libros de él ahí siguen en su cuarto. Y sus guías de estudio. Colecciona sus cuadernos desde la prepa y la secundaria hasta ahorita. Le gusta tener sus cositas arregladas. Su cama tendida, sus ropa bien dobladita y su ropa de planchar colgadita en ganchos.
Tiene fotos de sus amigas en el cuarto. Duró un año y medio con su novia. No se quería casar. Me decía que primero quería seguir adelante para que cuando se casara no fuera a sufrir su esposa. Su última novia es de Atliaca. Estudiaba en Iguala. Ha venido a verme desde que pasó eso.
Le gusta la birria de pollo, la birria de chivo, los tacos dorados con su consomé. Era lo que más les gustaba. Ah, y también las patitas enchipotladas. Cuando le daban permiso de salir de la escuela me decía que si le hacía de comer sus tacos dorados y su consomé porque en la normal no le hacían de esas cosas. Un día antes le compraba pancita, caderitas. A veces con su verdura y un huevo duro. Y estaba bien feliz.
La última vez que lo vi todavía le hice un caldo de huatepe. Fue nada más por un rato a la casa. Llegó como a las 10 de la mañana y se tuvo que ir como a las cuatro de la tarde. Todavía habló con Iza, mi hija. Ella quería ser policía. La última vez que platicó con ella, él le dijo que no, que no se metiera de policía. Que porque los ayotzinapos le tenían harto coraje. Que mejor se saliera y buscara otro trabajo. Ella estudió la prepa y ya no siguió estudiando. Ser policía era como todo lo contrario de su hermano. Quería ser policía porque había nacido su niña y estaban dando buen sueldo. Vio un anuncio en Chilpancingo. Metió sus papeles, pero su hermano nunca estuvo de acuerdo. Cuando pasaron todos esos días ella cambió de opinión. Se desanimó a los pocos días de la desaparición de su hermano. Decidió buscar otro trabajo donde pudiera estar bien y no peligrara su vida. Él le aclaró las cosas.