EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Las mujeres de Ayotzinapa (27). Margarita Zacarías

Tryno Maldonado

Marzo 30, 2021

METALES PESADOS

 

Somos de aquí, de un lado de Tixtla, Guerrero. Son tres hijos en total. Miguel Ángel (Mendoza Zacarías) es el mayor, tiene 33 años. Ya había entrado una vez a la normal. Vino a hacer su examen cuando tenía 18 años; estuvo en su semana de prueba, pero no la aguantó. De ahí anduvo trabajando de chalán, cargando los botes de mezcla. Después, como su papá estuvo unos 20 años trabajando en Estados Unidos, él también se fue para allá. Su papá es jardinero. Miguel Ángel estuvo tres años en San Diego, California. Trabajó en un vivero y de cocinero en un restaurante. Casi su vida de su papá la pasó allá. Yo viví con mis tres hijos.
Después Miguel se vino del norte. Anduvo trabajando en la casa. Un tiempo anduvo en Taxco abriendo carreteras. Pero allí tuvo un accidente, se fracturó un pie. Andaba trabajando en una máquina y se fracturó el pie. Por un tiempo ya no trabajó. Ya de ahí, como no podía tomar otros trabajos pesados, entonces agarró el de peluquero. Y desde entonces hasta el tiempo en que entró a la normal, él es peluquero. En el tiempo en que estuvo en bachilleres, en el curato parroquial había cursos. Él se metió en el curso de peluquería y fue así que aprendió a trasquilar.
Antes de Ayotzinapa, Miguel se metió a estudiar medicina. Tenía 31 años y me decía que tenía la ilusión de estudiar medicina. Yo no sé cómo le vino la idea, pero desapareció la escuela y él ya no quiso cambiarse a otra carrera.
En el temporal de las lluvias, un año antes de que Miguel entrara a la normal, aquí en Tixtla se inundó. Entonces él se vino. Anduvo ayudando a las personas. Ayudaba a sacar las pocas pertenencias de las casas y, con otros muchachos, juntaba víveres para los que perdieron todo.
Fue después de eso que sacó ficha aquí, en Ayotzinapa. Vino a hacer su examen y su semana de prueba y bendito Dios que los pasó. Cuando estuvo de prueba pedía permiso los fines de semana y regresaba a trabajar. Iba a la casa a trasquilar. En la casa tenía su localito. Mis otros hijos también son peluqueros. Ya el domingo en la noche o el lunes en la mañana se venía otra vez de regreso a la escuela, pero ya traía algo de dinero.
La última vez que estuvo en la casa fue como el 20 de septiembre (de 2014). Pidió permiso y fue a trabajar. Sábado y domingo. Ya tiene sus clientes que iban y lo buscaban. Me dijo que la semana que seguía iban a empezar sus clases. Necesitaba juntar dinero porque quería comprar sus cuadernos y lo que iba a ocupar aquí en la escuela. Veinte pesos por corte cobra. Como no logró juntar todo lo que necesitaba, me dijo: “Mamá, présteme 200”. Le di los 200 pesos y el lunes en la madrugada se vino. Ya no lo volvimos a ver.
Fíjese que no teníamos comunicación con él. Mi hijo no nos hablaba por teléfono. Les hablaba a sus hermanos y por medio de ellos era que me decían: “Habló Migue, dice que está bien. Preguntó por ustedes, que cómo estaban. Diles que de mí no se preocupen”, decía.
Había ido dos veces pelón. Cuando fue esa fecha del 20 ya los habían rapado dos veces. Lo vimos contento. No platicamos mucho porque todo ese día estuvo trabajando. Ese último día que lo vimos ya ni comió. No quiso ni comer por estar trabajando. Y en ratos que tenía libres se ponía a ver temas en la computadora de aquí de la escuela.
Es amiguero. Uh, no se diga. Tiene harta paciencia con los niños. A veces le llevaban hasta niños de seis meses para cortarles el pelo. El les regalaba dulces. Tomaba mucha amistad con las mamás y los papás de los niños. Señoras, señores, jóvenes, niños… Les hacía plática a todos sus clientes.
Pero pues se vino y ahora lo que pasó, pues… con él y con sus compañeros. Ya todo lo demás ya lo sabe. Vamos a seguirlo buscando. Vamos a andar buscándolo hasta que lo encontremos y lleguemos a la verdad.