EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Las otras guerras en tiempos del huachicol

Silvestre Pacheco León

Enero 14, 2019

Aunque los guerrerenses estamos lejos de la preocupación que en otros estados ha generado la escasez de combustible, provocada por la guerra contra el huachicol, lo cual nos permite reírnos de los chistes que abundan, como el que escuché apenas ayer cuando un conocido mío me preguntó si ya sabía que en la Ciudad de México se había cancelado el programa de Hoy No Circula.
–¿Por qué? –le pregunté.
–Porque ahora sólo podrán circular allá los vehículos que tengan gasolina –me respondió conteniendo la risa.
Relajado, mi amigo que es un convencido de que los mexicanos debemos aceptar las cosas “como vienen” si a la postre se termina con uno de los atracos más oneroso para la nación como el robo de combustible, equiparable a lo que gastará el gobierno del estado en 2019.
La situación por la escasez que ahora nos da ventaja a quienes vivimos en Zihuatanejo nos permite alentar a quienes sufren por la falta de gasolina para que tengan paciencia, porque a la postre todos disfrutaremos de su abundancia y de un mejor precio como país productor (si se cumple el propósito anunciado de la Cuarta Transformación).
En nuestras condiciones, para ir de Zihuatanejo a Ixtapa tenemos el mar para navegar, sin necesidad de combustible, dice festivo mi amigo francés que vive de antiguo en la costa.

La visita a Tlapa

En fin, si acá no tenemos el problema de la gasolina, podemos comentar lo ocurrido en Tlapa, corazón de la Montaña, donde el presidente de la República, ratificando su interés por los pobres, llegó el viernes al medio día trayendo tras de sí a numerosos contingentes de la clase política local que repite el viejo ritual de que los vean, en su estudiada estrategia de hacerse notar.
La visita se anunció como el inicio en la región indígena del programa nacional de apoyo al sector de la población pobre que sufre algún problema de discapacidad.
En aquel escenario preparado para los anuncios del nuevo gobierno en torno a los más pobres entre los pobres, los militantes de Morena quisieron tomar revancha del golpe rotundo que en su contra les aplicó el gobernador en el Congreso en la disputa del presupuesto.
Como se sabe, el primer round se anotó a favor de los diputados morenistas que impusieron su ritmo en las negociaciones y modificaron sustancialmente el proyecto de presupuesto del gobernador quien a su modo había ajustado las partidas conforme a su Plan de Desarrollo.
Con su presupuesto alterno los morenistas que supondríamos esta-rían pensando en un modelo alternativo y revolucionario para combatir la desigualdad fomentando la inversión productiva, habían alcanzando el consenso para decidir sobre poco más de mil 200 millones de pesos que al final, vistas sus reasignaciones, sólo repetían el viejo esquema clientelar que decían combatir.
Bastó el cabildeo del gobernador por arriba del delegado único para que calladamente los diputados morenistas se disciplinaran a la instrucción de un subsecretario de Gobernación que era aprobar el presupuesto oficial.
En contra de la voluntad de los morenistas (se cree) el martes 8 de enero, los diputados en pleno aprobaron por unanimidad y sin discusión el proyecto del gobernador para gastar 59 mil 875 millones de pesos.
En esta ocasión el presidente de la República aprovechó la coyuntura para conducirse como dueño indiscutible del escenario y del auditorio organizado por Morena, pues en el intento de boicotear la intervención de Héctor Astudillo cuando como anfitrión daba la bienvenida al presidente de México, interrumpido con gritos de ¡corrupto!, ¡ratero! y ¡fuera!, éste salió en su defensa acallando a sus seguidores con la curiosa decisión de someter a votación si los reunidos querían seguir escuchando o no al gobernador.
En esa situación política delicada donde la mayoría opinó en contra de que continuara la intervención de Astudillo, el presidente tuvo que forzar las cosas para que el gobernador saliera avante en tan penoso trance que puso en entredicho el derecho a la libre expresión, casi cancelada en manos de los intransigentes.
Impuesta al fin la civilidad política con un acto de autoridad, el gobernador pudo terminar su discurso en ese ambiente adverso que sin embargo no le costó aplaudir por los beneficios que López Obrador anunció para el estado.
La confirmación de que para el presente año el gobierno federal se hará cargo de subsidiar el fertilizante, que es la materia prima fundamental para que los campesinos puedan cosechar los alimentos básicos, se complementará en adelante con la promesa de que esos productos tendrán un precio de garantía para que los campesinos pobres recuperen su inversión.
Después del protocolo preparado para el inicio del programa que beneficiará a las familias de un millón de discapacitados pobres que recibirán un apoyo mensual de 2 mil 275 pesos, el contingente de los priístas, de acuerdo con las crónicas de los reporteros, dejó a los morenistas el festejo por los anuncios del presidente de acciones a favor de los pobres, así como de sus acciones para combatir la corrupción, en este caso, el saqueo de Pemex en cuya guerra está apareciendo ante nuestro ojos tanto la complicidad de las autoridades precedentes con la extendida red de distribuidores clandestinos que en algunos estados del centro del país controlaban hasta el 80 por ciento del consumo, con un grado tan alto de sofisticación e impunidad que le permitía a los ladrones llevar la gasolina hasta el domicilio de sus clientes.
Pero el nuevo desencuentro entre el gobernador y el delegado Amílcar Sandoval, sigue escalando, pues el primero ha dejado en claro que lo sucedido en Tlapa fue alentado por el hombre de confianza de López Obrador en el estado.
Y como se espera, planteada ya de manera formal la existencia de dos corrientes al interior del partido gobernante, lo menos que se puede esperar es que Astudillo Flores aproveche esa división para cobrarse la afrenta.