EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Las presiones, lo indecible, la radio, la paz

Ana Cecilia Terrazas

Febrero 25, 2023

Para MZR

No se piense a la radio con nostalgia. Este medio fue tan relevante para la comunicación masiva y tiene aún hoy tantas cualidades comunicacionales que acotarlo a lo que era y no actualizar su definición, producción y potencial, puede significar su verdadero fin.
“RADIOESCUCHA VÍA TELEFÓNICA: Oh, he estado escuchándolo y verdaderamente quisiera gritar, pero cuando intento gritar, sólo logro inhalar… así que, como dijo en su programa, sí existe un grito silencioso. Tal vez estoy gritando por dentro y no puedo darle voz a mi grito. Pero creo que es realmente muy interesante el concepto de lo que usted está haciendo y espero con ansias escuchar los resultados de su estudio.
“SONIDOS DE UN PARTIDO DE FUTBOL, OTROS GRITOS, LEONES RUGIENDO.
“DR. WHITEHEAD: Gritar, grita… El grito generalmente se considera como un obstáculo infranqueable –puro, ruido blanco, fuerza más allá del análisis que no vale la pena interpretar– pero aquí, en el Instituto, escuchamos el grito desde otra perspectiva enteramente distinta: el grito como una apertura, como puerta de entrada, como eje axial, como introducción a un paisaje interior tan vasto que contiene en sus muy diferenciadas superficies la tan individual psicoacústica…”.*
Así empieza el guión del primer capítulo del programa al aire Pressures of the Unspeakable –o Presiones de lo indecible, como se traduce en español–, un inaudito proyecto (happening) radiofónico lanzado en 1991 y transmitido inicialmente por la radio pública australiana.
El autor es el estadunidense Gregory Whitehead, artista, escritor, radioasta, poeta sonorotextual, cantante de historias, guiones y filósofo mediático, como describe en su propia página web.
Sin abundar más en ese proyecto radiofónico, valga la pena recomendar mucho su escucha y decir solamente que Whitehead logró contar con decenas de gritos provenientes de muchísimas personas que llamaban a la emisora de radio para compartir, participar y grabar su grito. Whitehead le llamó a esta recopilación el screamscape –o “gritopaisaje”– que dio pie al estudio erigido especialmente para ello. El resultado audible es entretenido, único, tenso, original, hipercreativo e irrepetible. Más información puede recuperarse en el sitio de internet del propio Whitehead.
Presiones de lo indecible obtuvo el Prix Italia, entre otros muchos reconocimientos y premios que ha recibido este inigualable autor radiofónico, quien ha dicho que “la radio ocurre en lo sonoro, pero lo sonoro no es lo que realmente importa de la radio. La radio se trata de reverberaciones y rastros, de la resonancia de los deseos que tienen los mortales vivientes por comunicarse”.
La esencia de esa definición de autor está plasmada en las intenciones de la Organización de las Naciones Unidas que el pasado 13 de febrero, Día Mundial de la Radio, planteó a nivel internacional impulsar la efeméride dentro del binomio “radio y paz”. La ONU argumentó que la radio podría o no alimentar los conflictos y la violencia, pero que la radio profesional, civilizatoria, democrática, debía hacer suya la moderación, la mediación, el respeto, ser un instrumento para la paz. Es decir, se le atribuyó “al medio el poder del mensaje, la causa, la urgencia”. El llamado se entiende perfectamente dentro del contexto actual –Ucrania, China, Rusia, Siria, Turquía…–, sin embargo, una convocatoria para la armonía y la construcción intersticial de la paz, en sintonía con la radio, debe incluir, para poderse aterrizar, algunas reflexiones concretas, aunque sean generales.
La radio mexicana –que de ninguna manera es una sola ni funciona necesariamente de una misma manera–, por lo menos la pública y la social, pudiera actualizarse y armarse de nuevos valores: Ser tan creativa que deslumbre y revolucione; hacerse una y en equipo con las demás plataformas; explotar o exprimir verdaderamente la retórica auditiva; revalorar la producción y a quienes saben concretar los proyectos insólitos, únicos realmente transformadores; no limitarse al podcast fondeado con música de moda; sorprender, sorprender y sorprender mediante el contenido sonoro: música, silencio, efectos especiales, ambientes, voz y no sólo voz hablada.
Eso sí, una radio por la paz no admite protagonismos ni conflictos de interés, ni relaciones públicas que no tengan que ver con la radio o trampas radioevangelizaciones o radiopropagandísticas; tampoco personalidades de oropel ni engolamientos ególatras.
La radio por la paz, acaso, redobla los esfuerzos por ser de servicio, transparente, honesta, inclusiva, plural, pública, abierta al cambio y sí, apenas tan creativa como la que hace alguien como Whitehead, quien conoce que cualquiera que pueda acceder al medio, sin importar si lo frecuenta, escucha o de esto sabe, llega a enamorarse de la magia, la potencia y el candor de la radio.

*https://gregorywhitehead.net/2012/10/29/pressures-of-the-unspeakable/