EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Las tres dolencias de las familias de desaparecidos

Jesús Mendoza Zaragoza

Marzo 12, 2018

Mañana martes pasa por Acapulco la Caravana Internacional de Búsqueda, que ha estado recorriendo el país para respaldar a los colectivos de familias de desaparecidos en sus demandas. Es sabido que la demanda fundamental de estos colectivos es buscar a los familiares desaparecidos hasta encontrarlos. El referente de esta Caravana en Acapulco es Familias de Acapulco en Búsqueda de sus Desaparecidos, una asociación civil que agrupa a 105 familias.
Esta organización nació formalmente el 18 de octubre de 2016, con apenas 12 familias que, dispersas y aisladas, buscaban a sus familiares y tocaban a las puertas de las agencias del Ministerio Público y de otras instancias gubernamentales para pedir auxilio, encontrando siempre omisiones, desinterés y negligencias. En estas condiciones, decidieron organizarse para darle más eficacia a su lucha. Desde entonces han ido recorriendo un camino que, básicamente, se encamina a obligar al Estado a que cumpla sus obligaciones relacionadas con los muchos casos de desaparecidos en Acapulco.
Para esto han tenido que vincularse con las demás organizaciones afines en el estado de Guerrero, que tienen sus sedes en Chilpancingo, Iguala y Chilapa. También han entrado en la dinámica de decenas de colectivos procedentes de todo el país, que han estado muy activos en lo que tiene que ver con las legislaciones necesarias para respaldar sus derechos y en la construcción de instituciones públicas que atiendan eficazmente las demandas de búsqueda de sus familiares. Es admirable la tenaz lucha de todos estos colectivos que no descansan en su lucha por encontrar a sus familiares.
Acompañando a estas familias y a sus colectivos he observado tres graves dolencias. Y no solo a estas familias, sino a las miles de familias de desaparecidos que no están organizadas debido a la desesperanza, al miedo y la desconfianza. Miles de estas familias han preferido simplemente sobrevivir y no se han incorporado a la lucha por encontrar a sus seres queridos. Y es que también se enfrentan a estas mismas dolencias. Pero en vez de luchar han preferido tragarse su dolor a solas.
La primera dolencia es la fundamental. Tiene su origen en la ausencia de un familiar cuyo paradero se desconoce. Un dolor inmenso acompaña dicha ausencia. Los lazos de la sangre, de los padres, de los hijos y de los hermanos quedan en suspenso. Esta ausencia lleva a pensar lo peor sobre la situación del ausente y a imaginar escenarios sobre su paradero. No hay solución humana al trauma que genera una desaparición. La incertidumbre es su principal componente. De ahí que encontrar a la persona desaparecida sea la única forma de vivir con dignidad, con entereza y con esperanza. No buscar significa que algo ha muerto en la familia, que la derrota se ha convertido en una manera de sobrevivir.
La segunda dolencia se refiere a la actitud de indiferencia social ante la suerte de los desaparecidos y de sus familias. Una sociedad enferma proyecta hacia las víctimas de la violencia sus miedos, sus desconfianzas y sus sospechas. Y comienza por criminalizarlas y toma distancia. La sociedad se endurece y se anestesia como una forma de protegerse y de exorcizar a la violencia que le acecha cada día. En lugar de compasión y de empatía se impone la actitud fría del juicio y de la sospecha y el resultado es el abandono social que sufren las víctimas.
La tercera dolencia tiene que ver con las instituciones del Estado que no están en condiciones de responder a los derechos de las víctimas de desaparición. Para comenzar, no hay una clara voluntad política para estar a la altura de las necesidades de las víctimas y de sus familias. El Estado es incapaz de prevenir para que este delito no suceda y, cuando sucede, para buscar y encontrar a los desaparecidos. Hay aún una precariedad institucional que no permite que el Estado cumpla las obligaciones que tiene con las víctimas de desaparición. Las instituciones involucradas, tales como las fiscalías, las comisiones ejecutivas de atención a víctimas entre otras, están rebasadas, pues carecen de personal suficiente, de peritos especializados y de presupuesto para poder cumplir sus tareas. Las organizaciones de familias de desaparecidos necesitan estar empujando legislaciones y exigiendo su implementación institucional, lo cual implica un alto costo. Si lo que gastan los gobiernos en publicidad lo gastaran en la atención a esta herida nacional, otro gallo cantaría.
Para mañana martes a las 12 horas, Familias de Acapulco en búsqueda de sus desaparecidos, tiene previsto un evento religioso acompañado por la Caravana Internacional de Búsqueda en la Capilla de la Adoración Perpetua (Nueva Catedral de Cristo Rey) que está ubicada en la avenida Universidad. Y a las 5 de la tarde está programada una marcha que partirá del Asta Bandera rumbo a la Diana Cazadora. Para el miércoles a las 5 de la tarde se tendrá una conferencia en el auditorio Guillermo Soberón de la Universidad Americana de Acapulco sobre la conciencia social en torno a la desaparición en México. Con estos eventos, quiere visibilizarse y fortalecerse la causa de los desaparecidos en Acapulco.
Esta es una oportunidad para disminuir este dolor de un segmento importante de la sociedad. Participa.