EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Le dará la economía un aliento a Jair Bolsonaro?

Gaspard Estrada

Febrero 05, 2020

 

En Brasil, la situación de la democracia no mejora. Día con día, el gobierno del presidente Jair Bolsonaro, aumenta sus ataques contra la prensa, las minorías, así como contra los sindicatos y los partidos de oposición. El último ataque data de unos días, cuando el ministerio público federal acusó al periodista estadunidense Glenn Greenwald, de liderar una organización mafiosa y de estar coludido con las personas que obtuvieron las conversaciones ilegales e inmorales entre el ex juez Sergio Moro y los procuradores a cargo de la operación Lava Jato. Este ataque evidente a la libertad de prensa tuvo una repercusión internacional inmediata, a tal punto que los consejos editoriales del New York Times y del New York Post, de espectros ideológicos opuestos, decidieron realizar sendos textos para denunciar el hecho. En el periódico francés Le Monde, el ex consultor de la CIA Edward Snowden, que había colaborado con Greenwald en las revelaciones de las ilegalidades de las agencias norteamericanas de espionaje en 2013, denunció ante la comunidad internacional a qué punto este acto constituye una amenaza para el periodismo en todo el mundo.
Sin embargo, en Brasil, no existió tal unanimidad. Si bien numerosos periodistas, de manera individual, así como medios como Folha de São Paulo e inclusive O Globo reprobaron el hecho, en general las cosas fueron diferentes, dejando en evidencia la profundidad de la crisis de confianza que existe en el seno del gremio periodístico en aquel país. Tal vez sea por ello que Glenn Greenwald y su equipo decidieron internacionalizar su campaña de denuncia desde el principio de esta operación para evitar quedarse en una situación de fragilidad ante la falta de respaldo de sus colegas.
Más aún, para varios editorialistas de la prensa, los durísimos ataques de Bolsonaro a la democracia brasileña son solo “juegos de palabras”, cuando lo importante para ellos es que el programa económico del líder de la extrema derecha brasileña sea aplicado. Desde su óptica, el gobierno de extrema derecha de Bolsonaro es un éxito, al desmantelar las instituciones del Estado brasileño, consagradas por la constitución votada en 1988. De tal suerte que los mercados financieros han continuado a la alza, de la misma manera que las ganancias del sector bancario. Este último ha sido uno de los pocos sectores que no ha vivido ninguna crisis, a pesar de que el país vive inmerso en su peor debacle política, económica y social en décadas. Año tras año, las utilidades de los grandes bancos han continuado a la alza. Y para ellos, las reformas de Jair Bolsonaro, y de su ministro de Economía, Paulo Guedes, son más que positivas. Para un país con el nivel de desigualdades que tiene Brasil, destruir el legado del Estado social heredado por la Constitución de 1988 constituye un acto terrible. De manera general, los ricos no necesitan del apoyo de los servicios del Estado. Pero si además de eso, los servicios públicos son privatizados y desmembrados con el único objetivo de reducir el tamaño del Estado con una perspectiva ideológica y sesgada, el resultado práctico de ello será que las desigualdades en Brasil continuarán creciendo, sin que el crecimiento económico llegue a toda la sociedad.
Para buena parte de los medios económicos, Brasil está recuperando confianza en la economía. Prueba de ello sería el nivel de crecimiento del empleo a finales del 2019, que llegó al 11 por ciento, su nivel más bajo desde la llegada de Michel Temer al poder, en 2016. Sin embargo, si uno ve con detalle esa cifra, es posible darnos cuenta que esta cifra da cuenta de un aumento de la precarización del empleo en Brasil, a raíz de la reforma laboral votada por el gobierno de Michel Temer, que disminuye las protecciones sociales de los trabajadores. Sobre todo, las desigualdades y la pobreza siguen creciendo en el país, que había puesto fin a la miseria alimentaria hace poco más de diez años. Hoy en día, a pesar de lo que dicen los titulares de la prensa brasileña, el hambre está de regreso en las calles de Brasil.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada