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Opinión

Leïla Slimani: una escritora naturalista en el siglo XXI

Adán Ramírez Serret

Enero 31, 2020

 

Javier Cercas, en su más reciente novela, Terra alta, pone a uno de sus personajes como un lector apasionado de Los miserables de Víctor Hugo. Un libro que descubrió en la cárcel, no ha leído ningún otro y para acercarse a otros, exige que hayan sido escritos en el siglo XIX o, como le dice una bibliotecaria, hechos durante el XX pero como si fueran del siglo anterior.
Así, mientras leía Canción dulce de Leïla Slimani (Rabat, 1981) tenía la sensación de estar leyendo una novela naturalista del siglo XIX, en específico, de Emile Zola. Solamente que se trataba de una obra escrita por una joven mujer nacida en Marruecos que se fue a estudiar la universidad a Francia.
Leïla Slimani ha escrito dos novelas hasta ahora, ambas filosas y provocadoras. La primera, El jardín del ogro se trata sobre una mujer que es adicta al sexo. Slimani es una mujer joven y menuda pero tiene la capacidad de cimbrar el mundo con sus palabras certeras y voluptuosas.
Con su segunda novela, la que ahora leo, Canción dulce, se ganó el premio más importante en Francia, el Goncourt 2016. Se trata de una obra moralmente perturbadora y profunda, en donde habla de una mujer, una niñera, que se ha contenido toda su vida; que se ha dedicado a los demás, hasta que un buen día, su ser, olvidado por completo, comienza a desbalancear su vida.
Como decía, mientras leo a Slimani recuerdo a Zola, me sorprende y me alegra que luego de cien años, se retome a este escritor que se había dejado empolvar por las modas literarias inmediatas.
Sucede que Zola escribió durante la segunda parte del siglo XIX, influenciado, además de por Balzac y Flaubert (dos genios de la literatura), por la ciencia, por la medicina positivista de su tiempo. Así, creo la corriente del naturalismo en la literatura; en donde se pensaba que los seres humanos estábamos condicionados absolutamente por nuestros ancestros, por nuestros genes y en donde se demostraba que por más que lo intentáramos, nuestras vidas, al final, siempre serían definidas por los vicios y enfermedades de nuestros padres.
Por lo tanto, cuando la medicina y la ciencia cambiaron, y se tuvo una visión más optimista y más precisa de los genes; las novelas de Zola fueron vistas como algo caduco.
Lo cual, por supuesto, es absolutamente falso. Pues su obra monumental en 20 volúmenes, Les Rougon-Macquart narra la historia de una familia durante la Francia del Segundo Imperio. Son novelas durísimas, voluptuosas, escritas con los riñones; con un estilo apasionado y con personajes que ya forman parte del mundo, como Naná, Gervaise o Cataline.
La novela de Slimani comienza con un brutal asesinato in extrema res. Después, cuenta, poco a poco, con paciencia y lujo de detalles, la historia de Louise, una mujer que ha dedicado su vida a cuidar niños, y por supuesto, a su propia hija y esposo. En algún momento de su vida se queda sola y comienza a trabajar para una familia de jóvenes de clase media que tienen dos hijos. De inmediato, se vuelve esencial para el joven matrimonio, cuidando a los niños con amor, limpiando la casa y cocinando delicioso. Sin embargo, en cuanto más forma parte de la familia, más se van anudando sentimientos. Lazos profundos entre los niños y ella, quien comienza a competir con los padres. Es una obra absoluta de suspenso sicológico.
Leïla Slimani, primero desde Marruecos y luego desde Francia, se pone a leer con pasión a los clásicos rusos y luego con furor a los franceses del XIX, por lo que logra una novela, Canción dulce, escrita con una gran sencillez, en donde resuenan los ecos de Zola no sólo por el estilo, sino también por la profundidad de los personajes; por el talento para ir desentrañando los sentimientos, la culpa, el odio y la venganza como si los estuviera sintiendo el lector en carne propia.
Leïla Slimani escribe Canción dulce, una novela naturalista en el siglo XXI, una historia que en 200 páginas tiene el suficiente grado de perversidad para nunca más confiar en quienes adoran a los niños.
(Leïla Slimani, Canción dulce, Madrid, Cabaret Voltaire, 2019. 278 páginas).