EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Leyes electoreras

Raymundo Riva Palacio

Diciembre 21, 2005

 

Muchas voces se han levantado en Estados Unidos en contra de la iniciativa de ley migratoria que aprobó el Congreso la semana pasada, y que recoge las preocupaciones del presidente George Bush sobre seguridad y terrorismo, con lo cual en México ha renacido una cierta esperanza de que cuando sea turnado al Senado para su aprobación, se le incorporen tantas enmiendas que se elimine su ferocidad en instrumentar una serie de acciones militares en la frontera común que mitigue el racismo y la xenofobia que exuda el paquete legislativo. Sin embargo, no hay que abrigar muchas esperanzas, pues esas voces, aunque se oyen fuerte en México, realmente son pocas en la mar de conservadurismo por el que está atravesando la sociedad estadunidense.

Los estadunidenses desean cerrar tanto sus fronteras, como sus ojos. Han hecho de lado la inteligencia racional para aplicar plenamente la inteligencia emocional, apoyando a sus legisladores que se han montado en la ola de temor de los ciudadanos ante las posibilidades de que vuelvan a ser objeto de atentados terroristas. La migración indocumentada, se lo ha venido repitiendo por casi dos años la administración Bush, es fácilmente utilizada por los cárteles de las drogas mexicanas que controlan las operaciones de narcotráfico en este país, y de algunos de los cuales tienen información de haberse vinculado con las organizaciones terroristas que está combatiendo Estados Unidos en el mundo. La sociedad estadunidense compró por completo la versión de la Casa Blanca y los legisladores republicanos y demócratas, recogieron el sentir nacional y lo plasmaron en una ley draconiana.

El ánimo y humor estadunidense lo demuestran todas las encuestas que han realizado en las últimas semanas las grandes empresas de comunicación del país, donde los estadunidenses reconocen que la migración indocumentada ha tenido un impacto positivo, respondiendo de manera empírica lo que es un dato duro: sólo los indocumentados mexicanos generan 400 mil millones de dólares anuales a la economía de Estados Unidos, que equivales al 60 por ciento de lo que vale la economía entera de México. Aceptan que realizan trabajos que muchos estadunidenses hace tiempo dejaron de hacer, sin soslayar que los mexicanos son muy buenos en la labor. No hay como los mixtecos, por ejemplo, en la pizca de la fresa en el sur de California, y pocos pueden rivalizar con los michoacanos en el mantenimiento de edificios. En Nueva York, los poblanos desplazaron a los surcoreanos de las verdulerías y florerías, y en Boston, los chihuahuenses hicieron a un lado a los negros en los restaurantes de comida rápida, con lo cual pagan sus estudios superiores.

Sin embargo, eso no reconforta a los estadunidenses ni les da garantías sobre su seguridad. En todas las encuestas, los estadunidenses reprueban la manera como el presidente Bush está manejando los asuntos migratorios, en sumas que van desde el 53 por ciento que registró la cadena de televisión CBS, al 64 por ciento en el muestreo de CNN-USA Today. De igual forma rechazaron el trabajo del presidente en el control de la inmigración indocumentada, con porcentajes tan altos como en la ultraconservadora cadena de televisión Fox, la de mayor audiencia en noticiarios por cable, que alcanzó el 78 por ciento, o tan significativos, por provenir de una empresa liberal como la CBS, que mostró que el 75 por ciento de los estadunidenses, en efecto, piensan de esa forma.

Todo el espectro ideológico del país reflejado a través de los medios, muestra la tendencia conservadora de la sociedad. Por ejemplo, pese a hablar bien de la migración, el 74 por ciento de los encuestados por la revista Time aseguró que el presidente Bush no ha hecho lo suficiente para frenarla. Más claro aún para explicar el voto en el Congreso, el 67 por ciento de los encuestados por la cadena de televisión NBC y el periódico The Wall Street Journal, se pronunciaron a favor de militarizar la frontera. La gran mayoría de la Cámara de Diputados que votó por esa nueva ley migratoria no actuó de espaldas a sus electores, sino de acuerdo con lo que están pensando y sintiendo.

La sociedad no cambiará en unas cuantas semanas, que es lo que se espera demore la votación de la ley en el Senado, para cambiar de ánimo. En México hay esperanzas de que la iniciativa de los senadores John McCain, republicano de Arizona, y Edward Kennedy, demócrata de Massachussets, que contempla una serie de provisiones para ir regularizando a mexicanos indocumentados, contribuya a atemperar el paquete aprobado por el Congreso. Pese a la influencia de los senadores, quizás vista de forma más romántica en México que en Washington, no se deben elevar las expectativas. Basta ver la encuesta de Gallup, que mostró que el 70 por ciento de los estadunidenses expresaron que no debe ser tan fácil para un indocumentado adquirir la ciudadanía en Estados Unidos.

La postura de los legisladores, más allá de sus biografías, no puede ser vista fuera del contexto de que en 2006 enfrentarán elecciones donde se renovará toda la Cámara de Diputados y la mayoría del Senado. Es decir, hay que considerar que sin importar cuál pueda ser el pasado positivo de senadores con México, la realidad es que se están jugando el escaño. Hay que recordar que un liberal como John Kerry, pronunció un discurso muy racista y negativo para los mexicanos en Arizona durante su campaña presidencial, y que el gran amigo de México, el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, ha endurecido también su posición. Esto es, la política electorera juega un papel central en a ley migratoria, aspecto que de ninguna manera hay que soslayar porque podemos cometer errores de juicio y planeación. La perspectiva sigue siendo muy negra y el ánimo antimexicano creciente. Este es el horizonte para el cual debemos de prepararnos.

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