EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Libertad de expresión, esfuerzos en aras de un bien mayor

Ana Cecilia Terrazas

Junio 11, 2022

AMERIZAJE

El 7 de junio se conmemora en México, desde 1951, el Día de la Libertad de Prensa, hoy Día de la Libertad de Expresión. También en esta fecha de junio, en 1999, asesinaron al conductor comediante de TV Azteca Paco Stanley en un restaurante del sur de Ciudad de México, lo cual, bajo la mirada rigurosa y profesional de la doctora en Comunicación, Fátima Fernández Christlieb, desembocó en un hito informativo que abría forzosa y naturalmente la discusión en torno de la responsabilidad mediática.
En el fondo de la tesis documentada en su libro La responsabilidad de los medios de comunicación (Croma/Paidós, 2002), se pusieron en tensión las “libertades irrestrictas” de los medios –entre ellas, la libertad de expresión– y la revisión sobre la responsabilidad noticiosa.
Esta columna suele considerar que los pensados avances en los terrenos de libertad de expresión y democracia casi nunca se dan completamente de manera deliberada. Este apunte, sólo para no dejar sin cuestionar el origen efemeridal del Día de la Libertad de Expresión en pleno alemanismo, que involucró irónicamente una alianza entre los poderes que solían o suelen ser justamente los que amenazan la libertad de expresión: Poder Ejecutivo, distribuidores de contenidos (Unión de Voceadores*) y dueños de la prensa.
Es decir, la libertad de expresión –como la democracia– a tirones y empujones de muchas empresas, personas y acontecimientos históricos ha ganado un lugar en nuestra sociedad y en el menú valoral de gran cantidad de gente e instituciones, si bien sucesos y luchas laterales, paralelas, también han aportado material sumamente importante en el camino de su edificación.
No debe extrañarnos que, como parte de su naturaleza y constitución, la libertad de expresión resulte siempre estar en entredicho, vulnerable y frágil. ¿Por qué? Porque se deriva de la comunicación humana y ésta entraña relaciones de poder.
Recordemos que la libertad de expresión ocupa uno de los tres niveles que conforman el derecho a la comunicación: el derecho a informar, el derecho a ser informado y el derecho a solicitar información. En estos años, precisamente, el primero se ve directamente acallado por parte del crimen organizado y es especialmente vapuleado por quienes no comparten ideológicamente otras opiniones, críticas. Además, histórica y humanamente, se ciernen sobre la libertad de expresión otras formas de opacarla o dañarla:
-La ignorancia respecto de los límites de las libertades en cuanto traslapes intersubjetivos; hasta dónde llega la frontera de mi libertad de expresión y se cruza con la del prójimo.
-La necesidad de depender, económicamente –puede ser psicológica o emocionalmente también– hablando, de quien tiene el poder (empresa, gobierno, medio, familia) y no está de acuerdo con la expresión de una o uno.
-Las posiciones ambivalentes, cuando se es juez y parte.
-Cuando se requiere tener un trabajo –a veces no solamente por motivos financieros– y éste es provisto por el poder, cuya expresión no concuerda con la mía.
-La falta de conocimientos, aprendizaje, formación. Muchas veces francamente no se ven o no se entienden las opciones posibles que derivarían en expresiones diversas, plurales, distintas. Esto también incide sobre la libertad de expresión y se trata de ignorancia, falta de independencia intelectual.
-La falta de instrumentos (psicológicos, cognitivos, financieros) para echar a andar de manera sustentada las argumentaciones que consoliden nuestra libertad de expresión.
-Fallas o desvíos en la salud mental que empañen la capacidad de la otra, del otro, de los demás, para ejercer su libertad de expresión.
A esto le podemos sumar el deseo de conquistar amistades, afectos, amores, intereses específicos, premios, medallas, reconocimientos, poder, fama; todo aquello que entre directamente en conflicto con la libertad de expresión, si a eso se le da más valor que al ánimo de externar los decires relevantes de expresar, con toda libertad, en aras de un bien mayor, de un bien más arriba de la satisfacción inmediata o del anhelado bien particular.

* Terrazas, Ana Cecilia y Gabriela Aguilar. La prensa en la calle, Ed. UIA-Grijalbo, 1996

@anterrazas