EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Lo inédito en la pandemia

Héctor Manuel Popoca Boone

Mayo 30, 2020

 

Afirmo que los pobres, con mucha valentía, salen de sus humildes casas a buscar el pan familiar de cada día. El “quédate en casa” es una involuntaria burla a su condición de condenados de la tierra. Pobre es la mayoría de la población guerrerense. Hoy por hoy, reciben la crítica gubernamental y de otros sectores civiles, de ser los causantes principales, entre otros, de la alta propagación del Covid-19, por su falta de consciencia y disciplina ciudadana para observar las pregonadas indicaciones oficiales.
Se nos olvida que nuestro pueblo acusa bajo nivel educativo (primer año de secundaria), lo que provoca escasa consciencia social. Por décadas, nuestro sistema educativo neoliberal enalteció el individualismo a ultranza. Mantener al pueblo en la ignorancia ha sido la madre de todas nuestras históricas desgracias. El “que cada cual haga lo que le corresponda” procede, siempre y cuando no eludamos nuestra propia responsabilidad al no tener un pueblo más consciente, informado y educado.
Otro pasmo; los médicos, enfermeras y personal auxiliar fueron enviados a la primera línea de combate, sin fusil ni cartuchos; sin uniforme y equipo adecuado; mientras los mandamases institucionales estaban alejados de los desvalijados hospitales y centros de salud. El “ya tomamos nota y pronto los surtiremos” no tiene lugar, porque de años atrás a la fecha, el Estado mexicano desatendió nuestro sistema de salud pública y lo volvió endeble. Recordemos que, a México, llegó la pandemia meses después de que se presentara el primer brote en China. Perdimos un valioso tiempo para prepararnos. A los tatas mandones gubernamentales, nunca les pasó por la mente que el prevenir es bien gobernar.
Hoy en día, buena parte de los trabajadores de la salud, están sometidos a altos niveles de estrés, fatiga laboral y conmoción. También a la ingrata incomprensión de aquellos que no entienden qué es exponer voluntariamente la vida para tratar de salvar a cientos de personas contagiadas. Aparte de heroísmo demostrado, dan ejemplo de humanismo, ética profesional y entrega responsable al deber encomendado.
Cada día, ellos van, con determinación y enjundia, a encararse con la muerte y defender la vida, en medio de un sinfín de carencias materiales y humanas. En Guerrero, al 24 del presente mes, se tenían registradas 4 defunciones y 269 hombres y mujeres de la salud contagiados. De estos últimos, afortunadamente el 80 por ciento está en franca recuperación o ya fueron dados de alta.
También el personal de la salud, sabe bien que, por cometer un error involuntario en su fatigosa labor, corren el riesgo de ser satanizados ipso-facto y, peor aún, ser víctimas de bestias subhumanas que en forma irracional los agreden física y verbalmente, para descargar en ellos un temor anormal, coraje, rencor e impotencia individual, malamente concebidos y peor canalizados.
A diferencia de la indiferencia de algunos gobernantes y jerarcas de la salud, que conciben a los contagiados y fallecidos tan solo como sumatoria de números oscilantes, algunos consideramos que tal forma de apreciar la tragedia, puede costar un mayor número de pérdidas humanas; máxime si los políticos de viejo cuño hacen maquillar las cifras a nivel de subregistros, según sus conveniencias. Frases rechazables son: “esto tiene que empeorar, para que empiece a mejorar” o “coloreemos lo que de por sí está descolorado”.
Es inadmisible que se diga que las muertes y contagios están dándose de acuerdo a lo proyectado. Esa expresión fría y deshumanizada tiene parangón con lo que acontecía en los campos de exterminio nazis, donde lo criminal estaba escrupulosamente registrado, programado y proyectado. Si no cuidamos nuestras palabras en tiempos de mortandad, éstas quedaran grabadas en las puertas del basurero institucional, con la siguiente leyenda: “Entrad, que estos son los dominios de la esperanza”.

PD. De nueva cuenta, el talón de Aquiles del programa de fertilizante gratuito es la falta de un padrón veraz de productores y superficies parceladas. Todo, por la obcecación contumaz del gobernador, su “maestro incómodo” y su “mozo de estoques federal”.