EL-SUR

Miércoles 19 de Marzo de 2025

Guerrero, México

Opinión

Lo que revela la campaña presidencial sobre Estados Unidos

Gaspard Estrada

Noviembre 09, 2016

La elección presidencial estadunidense, que se llevó a cabo ayer, marca el fin de un ciclo político de ocho años, el de la presidencia de Barack Obama. Durante estos años, Estados Unidos ha vivido una serie de transformaciones políticas, económicas e inclusive demográficas, que permiten explicar –al menos en parte– la candidatura de Hillary Clinton del Partido Demócrata. Sin embargo, visto desde fuera, es difícil entender cómo el magnate Donald Trump logró no sólo imponerse a sus rivales del Grand Old Party (como se le llama al Partido Republicano), sino mantenerse hasta el final de la carrera presidencial con un discurso abiertamente xenófobo, racista y clasista.
En efecto, durante estos ocho años de gobierno del ex senador del estado de Illinois, 11 millones de puestos de trabajo fueron creados, y el crecimiento económico, aunque mesurado, fue una realidad. Cuando Obama llegó a la Casa Blanca, el 20 de enero de 2009, la crisis bancaria y financiera del 2008 estaba produciendo efectos devastadores en la economía de Estados Unidos. Los bancos dejaron de prestarse dinero entre sí, lo que produjo un crack financiero global, con repercusiones duraderas en la economía y en el empleo en ese país y en todo el mundo. En el plano político, el legado de los ocho años del gobierno del republicano George Bush Jr. –en particular la trágica invasión a Irak, que desestabilizó todo el Medio Oriente– permite en buena medida hacer un balance positivo de estos dos últimos mandatos, a pesar de la ausencia de una política migratoria más ambiciosa (el de Obama es el gobierno que más a deportado mexicanos), y de la no clausura de la base militar en Guantánamo, Cuba. Entre estos puntos positivos a destacarse, podemos mencionar la voluntad de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, el discurso crítico ante la austeridad aplicada a diestra y siniestra en los países de la Unión Europea, y el firme impulso dado a las negociaciones que desembocaron en la firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático (la “COP-21”), en diciembre de 2015.
Ahora bien, si Estados Unidos ha mejorado, ¿cómo explicar el éxito de la candidatura de Donald Trump, independientemente de su victoria o derrota (el autor de estas líneas no conoce el resultado de la elección a esta hora)? La evolución de la composición socio-demográfica de Estados Unidos constituye un buen indicador. Desde los años 1960, cuando se dio el debate sobre los derechos civiles para terminar con las políticas segregacionistas contra la población afroamericana, Estados Unidos se dividió entre los estados del sur gobernados mayoritariamente por el Partido Republicano, y los estados del norte por el Partido Demócrata. Este orden político se mantuvo hasta la primera elección de Barack Obama como presidente, en 2008. En efecto, las transformaciones demográficas de la población norteamericana, en particular en los estados del sur, provocaron que varios estados tradicionalmente republicanos se volvieran demócratas, lo cual permitió la elección de este último. Este fenómeno trajo una modificación de la estrategia electoral republicana. Karl Rove, el principal asesor político del entonces presidente George W. Bush (2000-2008), diseñó una estrategia para revertir esta tendencia. Su objetivo no fue conquistar el voto de las minorías, sino dar la prioridad al voto de los norteamericanos “blancos”, en particular de zonas rurales, que votan en función de valores (entre ellos, los “valores religiosos”), casados en su mayoría. La nueva estrategia llevó a una radicalización de las posturas políticas del Partido Republicano, en particular en temas como la inmigración, los impuestos, el aborto y el matrimonio homosexual. Si bien esta estrategia permitió evitar una victoria demócrata en los años 2000, e inclusive vencer en las elecciones legislativas de 2010 y 2014 (a raíz de la participación electoral inferior de las minorías étnicas prodemócratas en las elecciones de medio mandato), la disminución de su eficacia relativa provocó que la élite republicana decidiera alejarse de ese discurso. Por el contrario, Donald Trump decidió hacer de ese mensaje el corazón de su campaña electoral, no solamente durante las elecciones primarias, sino a lo largo de su campaña contra Hillary Clinton. El problema para él reside en la disminución paulatina del número de electores con estas características. Falta ver si estos últimos continuarán movilizándose más que las minorías, que le han venido dando el triunfo a los demócratas desde 2008.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.