Héctor Manuel Popoca Boone
Marzo 24, 2018
Ya el Consejo Coordinador Empresarial mexicano, máximo exponente organizativo a nivel nacional de la iniciativa privada, exigió al presidente Peña Nieto detener la escalada de violencia que lacera al país y que puede expandirse aún más, durante y después del actual proceso electoral para elegir al nuevo presidente de la república. Por otra parte, buena parte de los ciudadanos demandamos a Peña Nieto, José Antonio Meade y al PRI, dejar de seguir amenazando con la aplicación de la misma estrategia electoral perversa utilizada en el Estado de México el año pasado. Porque eso nos llevará a un callejón sin salida de un gran conflicto postelectoral de imprevisibles consecuencias. O en otras palabras, provocará que se desate el “tigre de la inconformidad y del hartazgo social”, que arrollará todo a su paso sin que alguien tenga la suficiente autoridad moral y política para detenerlo. Los electores no aceptamos que al salir a votar lo hagamos en un ambiente social donde prevalezca la inseguridad, la violencia y la falta de certidumbre en un proceso que se pretende democrático pero que realmente va encaminado a la consecución de un gran fraude electoral con total impunidad. No aceptamos que los dados ya estén cargados de antemano en un marco de corrupción, amedrentamiento, fraude, triquiñuelas, simulación y conteos alterados. Todo lo anterior generará una inconformidad mayúscula que derivara en una mayor ingobernabilidad de la que ya de por sí tenemos. Donde la confrontación de los desacatos (el institucional y el popular) lleve a una alto grado de confrontación social que conduzca al país a una situación de caos económico y social, con la conculcación de libertades y el desarrollo de atropellos a todos los derechos humanos. El presidente de la República debe parar de tajo esa gran orquestación antidemocrática, ilegal y fraudulenta, que tratará de alterar el destino del país que marque mayoritariamente el pueblo. Lo contrario conlleva un alto grado de complicidad criminal. Con el uso intenso de las malas artes en respaldo a Meade, fomentará aún más la degradación del ejercicio democrático en México, la tergiversación del proceso electoral, así como del ulterior procesamiento trucado de los resultados. El analista político, Bernardo Barranco, afirma que la intervención abierta del aparato gubernamental para favorecer a un candidato en particular, es una provocación a la paz social y a la democracia en nuestro país. En el Estado de México, aplicada fue la “estrategia perversa” y se caracterizó por favorecer altamente al PRI con parcialidad institucional, omisión y falta de autonomía de facto de los institutos electorales de arbitraje y dictamen, ante irregularidades o anomalías perpetradas, detectadas y denunciadas: circulación y distribución de gran cantidad de dinero de origen desconocido; compra y coacción directa y masiva del voto; utilización abierta de programas sociales con fines de clientelismo político para comprar voluntades entre la población más necesitada, y entrega de dádivas y beneficios sociales a gran escala por parte de los gobiernos hasta 30 días antes de la votación. (Algunos empresarios adinerados apoyaron la logística electoral priista proporcionando transportes, bodegas, dinero y personal). También violencia, amedrentamiento social e intimidaciones policiacas; la intervención desmedida de autoridades gubernamentales en el proceso electoral para hacerlo tortuoso e incierto, así como la manipulación de las candidaturas independientes y de los nuevos partidos para dispersar y fragmentar el voto opositor al PRI. El fraude electoral en el Estado de México fue sistémico. Es decir; la estructura gubernamental, sus recursos materiales, humanos y financieros y el uso de una única estrategia electoral para abortar el triunfo del partido Morena, convirtieron la administración pública federal, estatal y las municipales, en una poderosa maquinaria electoral, organizada, coordinada, articulada y bien aceitada para trabajar con eficiencia y eficacia en su cometido de gran estafa. PD. La “estrategia perversa” ya empezó a ser instrumentada en Guerrero.