EL-SUR

Sábado 11 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Lo que venga, está por empezar

Eduardo Pérez Haro

Febrero 12, 2019

 

Para David Escobar.

Apuntar en dirección de un cambio de orden histórico no depende de una proclama sino, digámoslo coloquialmente, de una ruta de cambio. Empero, la ruta presupone una comprensión de la naturaleza del cambio, de una vía y de métodos y procedimientos de implementación, nada extralógico, nada extraordinario en apariencia salvo por el hecho de que, además, estos requerimientos tendrían que ser dominio de mujeres, colectivos, gremios, profesionales, intelectuales, jóvenes estudiantes, buena parte de la sociedad general y por qué no, de un partido político.
Una realidad societal, social en un sentido amplio y articulado, crítico y dinámico, vanguardista que proviene de las entrañas de un pueblo, de una nación, de la acumulación de vivencias, mezcla entre el apremio y la esperanza entre la necesidad y el reclamo. Asunto de todos los sectores y segmentos sociales, obvio con excepción de aquellos que han sido directos beneficiarios del acomodo de grandes negocios, de la corruptocracia y el crimen organizado que no de los negocios y de la burocracia en general, los que no pueden ser sometidos al cuestionamiento general, también por obvia razón de ser agentes y personas de labor, no por definición involucradas en manejos turbios por decirlo de una manera. Esto ni siquiera tendría porque decirse. Pero, en fin, prefiero no enredarme en dimes y diretes.
Lo importante es que se requiere una idea colectiva, societal, si usted me permite repetirlo, que se traduzca en una ruta, pues de no contar con este acervo como un recurso, un activo dirían los hombres de negocios, un respaldo diría un político, las posibilidades estarán mermadas y el riesgo de retrocesos se puede sobrevenir tarde o temprano, sin pretender asustar a nadie con el petate del muerto. No el apoyo general de los votantes, tampoco el resentimiento del pueblo sobre sus fustigadores lo que no significa que no haya filias y resentimientos en la base del pueblo, mucho menos que se cuestionen esos sentimientos que se forjaron a través de muchos años, de eso no estamos hablando sino de procurar una masa crítica, diría un académico.
Una capacidad de opinión y desdoblamiento nutriente de parte de una sociedad amplia y representativa desde sus contingentes estratégicos por cuanto ocupan un lugar en el entramado de la estructura y la organización social mexicana, porque son obreros industriales, trabajadores del comercio y los servicios, profesores y alumnos, mujeres y hombres, empresarios pequeños, medianos y grandes, campesinos, artistas o periodistas, el pueblo en general es una expresión que se alude en ciertos momentos y para fines determinados, pero no es una condición de la realidad concreta, en la realidad todos traemos una o varias cachuchas y desde ahí sentimos y pensamos personalmente y en asociación o identidad de género, de grupos, de generación, de gremios, colectivos, de redes y desde esa condición existe una necesidad, una percepción, una opinión, un juicio, una demanda.
La población nacional no es sólo de votantes o encuestados, y la participación no habría que diluirla en ello so pena de perder el más importante bastión de la razón, mas reconocer la demanda social no releva el ejercicio de discutir, pensar, estudiar y volver a discutir hasta elaborar los contenidos de la ruta que de procesarse adecuadamente resultaría de pleno acoplamiento con las manifestaciones de base de los diferentes actores individuales y colectivos, en la natural comprensión de que no estamos hablando de listados de demandas frente a las que se divide el presupuesto sino de una ecuación de contenidos estructurados estratégicamente en lo que significan como sectores críticos de un lado y de otro, sectores estratégicos en la dinámica del desarrollo. Repito, sectores, gremios o colectivos por su lugar en las actividades productivas y territoriales, no da lo mismo estar en cualquier lugar.
Con dos agregados sustantivos, de una parte, su procesamiento a la luz de las teorías de la ciencia y disciplinas relacionadas y su contextualización a fin de lograr su aptitud, pertinencia, conveniencia y sentido práctico, hablando del proyecto nacional y de gobierno, en cuyo caso se precisa de los oficios y talentos de los que saben y puedan estar en la línea de compromiso. La posibilidad de perder este proceso es muy fácil, confundirlo con un cumplimiento de formas políticas es un error de la tradición partidocrática que se pretende colocar en el pasado. Estamos hablando de política, de partido y de gobierno democrático, pero debo decir que no era mi intención ahondar en ello, al menos no en esta oportunidad pues, desde hace un par de entregas, hemos emprendido una línea de reflexión que sin olvidarnos de estos contenidos es menester, apuntar algunas cuestiones sobre el fundamento histórico estructural del imperativo de la transformación nacional.
El momento del régimen en curso es de alta aprobación popular, de muchas insuficiencias y de cuestionamientos vinculados desde la añoranza comentocrática de la gobernación corruptocrática que no tiene más sentido ni perspectiva. El empresariado no está propiamente en la discusión de fondo porque no tiene una discusión de fondo, aunque sí existen inquietudes y desconfianzas, pero están sin consensos. También habrá que incorporar lo que le significa a Estados Unidos y al capital en general y financiero en particular que se mantienen reservados en grado alguno. La izquierda como tal no está (sin desconocer la opinión de algunos personajes, incluso corrientes, agrupamientos y movimientos localizados), tampoco en el análisis, menos en la discusión y, sin embargo, es preciso abrir espacios, externar algunos contenidos que desde el pensamiento crítico puedan perfilar una agenda del debate que apunte las mejores posibilidades de lo que venga, pues esto, apenas está por empezar.
Nosotros hemos colocado algunas premisas como las de entender el Estado bajo un concepto que nos permita integrar la perspectiva de la economía política y con base en ello arribar a un esquema de política económica, monetaria y fiscal que estén en el sustrato de las acciones de fomento a la inversión y el respaldo de una sólida y transparente política social y ambiental, por decir lo menos del primer plano de los requerimientos de lo que en esta ocasión hemos aludido coloquialmente como la ruta para el proyecto de nación y del régimen de gobierno en curso y desde ahí pasar a conformar, sí, conformar en contenido y forma los cambios jurídicos constitucionales, de Ley y reglamentarios a que haya lugar como expresión de nuevos acuerdos y entendimientos con los diversos sectores, gremios, colectivos y asociaciones.
Desafortunadamente, he agotado mi espacio sin haber podido perfilar la argumentación sobre el significado que tiene reconocer la fase de desarrollo entre la que destaca la condición de atraso en que se encuentra México como país maquilador con pies de barro, los rezagos acumulados que representan escollos estructurales en la infraestructura, la ciencia y a tecnología, la educación y la integración productiva, las dificultades del mundo globalizado que sofoca y ensombrece las posibilidades nacionales, al tiempo de expresar cuales son las tareas para responder a ello y su orden de prelación o los pesos relativos de cada una de las variables de esta ecuación, pero lo abordaremos en nuestras próximas entregas.

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