EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

López Obrador: nadar de muertito

Juan Angulo Osorio

Agosto 31, 2005

 

LA TRANSICIÓN

El precandidato presidencial del PRD, y puntero en las encuestas de preferencia electoral para los comicios de 2006, Andrés Manuel López Obrador, manejó dos discursos en su reciente visita a Acapulco y Chilpancingo: uno para los medios, y otro para los que asistieron a sus mítines. Discursos, por cierto, contradictorios.

Ante los medios, que independientemente de su línea editorial forman parte de la elite del país, el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal defendió el controvertido proyecto de presa hidroeléctrica de La Parota, ensalzó la figura del gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, defendió la presencia de los militares en la vida política del país e hizo recaer el problema de la corrupción por el narcotráfico solamente en la Procuraduría General de la República.

Como se ve, en todos los casos se trata de temas sensibles para la sociedad guerrerense que solamente fueron tocados por el precandidato presidencial en respuesta a preguntas de los reporteros. No fue el caso de sus discursos ante sus seguidores, aunque éstos debieran conocer directamente de sus líderes qué piensan de los problemas inmediatos que los aquejan, y qué proponen para enfrentarlos.

El de López Obrador es, a propósito, el mismo esquema que siguió la campaña de Zeferino Torreblanca por la gubernatura y, al parecer, se trata de una estrategia de esas que recomiendan los especialistas en mercadotecnia para aquellos candidatos que van adelante en las encuestas, como siempre fue el caso del ex alcalde de Acapulco.

Es decir, los candidatos no deben comprometerse con sus electores a nada, y ante ellos han de exponer sólo generalidades, y repetir el mismo discurso, estén en una zona urbana o rural; en la Costa o en La Montaña. En los actos públicos deben evitar asimismo referirse a los temas espinosos y, sobre todo, a los que pueden enfrentarlos con los factores reales de poder como los grandes empresarios, el Ejército, los medios electrónicos y la Iglesia católica.

¿Cómo se hubiese escuchado Andrés Manuel diciendo en el mitin de Acapulco lo mismo que dijo ante los reporteros?:

“Compañeros de Acapulco: apoyen la presa La Parota. Es una obra necesaria para el país. La mayoría de los comuneros, según me informó nuestro gobernador, mi amigo Zeferino Torreblanca, ya la aprobó.

“Aprovecho también para pedirles que no decaiga su apoyo al gobernador. Él sí representa el cambio, pero hay que darle tiempo para demostrarlo. Yo apoyo todas sus decisiones y sé que sabrá dar una solución adecuada al conflicto social por la presa.

“No desconfíen de él porque haya designado a un militar como secretario de Seguridad Pública. Yo no estoy de acuerdo con la ONU que recomienda que los militares sean ajenos a esas tareas. Sé que ustedes están preocupados por las recientes ejecuciones en este bello puerto, que vienen a dañar su imagen. Pero eso hay que enfrentarlo limpiando la Procuraduría General de la República que está infiltrada por la delincuencia organizada.

“También quiero decirles que aunque el tema de los derechos humanos no se encuentra en ninguno de los 50 puntos de mi proyecto alternativo de nación no significa que no se van a atender cuando yo sea presidente de la República.

“Y sobre la guerrilla en Guerrero quiero decirles que se requiere buscar un acuerdo con todos para que en México vivamos en paz, paz que sólo es fruto de la justicia. Para serenar a una sociedad, para evitar conflictos, para alejar el riesgo de la violencia, lo mejor es atender las necesidades de la gente”.

Todo lo anterior lo dijo López Obrador en su conferencia de prensa, pero a ninguno de esos temas se refirió en ninguno de los dos mítines con sus seguidores, quienes escucharon lo mismo que ha dicho en Monterrey, en Aguascalientes o en Querétaro, ciudades que muy poco o nada tienen que ver con la realidad guerrerense. Tampoco se refirió a otros temas de la coyuntura local que debieran merecer la atención de quien aspira a ser el presidente de la República con el voto de los pobres. Como, por ejemplo, el caso del campesino ecologista encarcelado en Zihuatanejo, adoptado como preso de conciencia por Amnistía Internacional, y que ha sido enfrentado con tosudez y oídos sordos por el gobernador de Guerrero.

Separar lo general de lo particular; ver hacia los grandes problemas nacionales y desentenderse de la realidad inmediata de quienes los sufren, he ahí un método para nadar de muertito de aquí al día de la elección.

En Chilpancingo, por ejemplo, Andrés Manuel dijo que impulsar programas sociales o productivos no es un problema de presupuesto sino de que “no permitamos que se sigan robando el dinero del presupuesto; la corrupción es lo que más ha dañado al país, se requiere una purificación de la vida pública, la corrupción es la causa principal de la desigualdad social, no es posible que unos pocos se sigan enriqueciendo. No es posible que unos cuantos lo tengan todo, estoy en contra de la riqueza mal habida y de los políticos que llegan a enriquecerse a los cargos”. Y, según la nota de El Sur del lunes, “arrancó uno de los más largos aplausos y expresiones de júbilo”.

Pero si todo el proyecto de La Parota se está edificando sobre montones de corrupción. Corrupción que se practica con el presupuesto público que la nación pone en manos de los funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad. Corrupción de políticos de la CNC; de funcionarios del gobierno del estado; de líderes comunales; de comuneros; de medios de comunicación; de ídolos del futbol.

La riqueza que generará (para unos cuantos) un proyecto que excluye por la vía del despojo a los campesinos ¿no es también una riqueza mal habida? “No es posible que unos pocos se sigan enriqueciendo”, dijo en nuestra capital López Obrador. Pues con proyectos como La Parota sí será posible.