EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los 100 años de Tin Tan

Anituy Rebolledo Ayerdi

Diciembre 03, 2015

(III y última)

Tin Tan, el primer mexicano del siglo XXI. Carlos Monsiváis.

Pleito por Acapulco

Tin Tan ganó una generosa fortuna durante los primeros años de éxito clamoroso, tanto en el cine como en el teatro. La misma que se le irá de entre las manos por darse gustos y placeres que siempre ambicionó y sin duda por su talante generoso. Tenía pasión por los autos caros de los cuales poseyó un Cadillac negro, dos MG, un Jaguar y un Porsche. Y qué decir de los yates de lujo fondeados en Acapulco, tres de los cuales zozobraron en épocas y formas distintas.
El Cadillac negro de Tin Tan era bien conocido en el puerto. Lo conducía regularmente sin rumbo fijo sobre la Costera y solo por la gana de saludar a sus carnales acapulqueños. La querencia del comediante por Acapulco, su amistad con su gente, lancheros, cantineros, pescadores, meseros y boleros, no fue fingida como en otros. El lector(a) acertará si propone ubicar entre los “otros” a Mario Moreno Cantinflas.
Cantinflas filma en Acapulco su Bolero de Raquel y se tira un clavado en La Quebrada, repitiendo lo que había hecho Tin Tan en Simbad el Mareado, cinco años atrás. El “cómico de la gabardina” se asomará otra vez al puerto en 1970 con su serie de dibujos animados Cantinflas Show. Recrea en el programa televisivo un segmento de la película Los tres caballeros de Walt Disney, exhibida en México antes que en la Unión Americana en plena Guerra Mundial. Quizás para influir en un grueso sector de la población mexicana, declarado abiertamente germanófilo.
El pato Donald, el perico Pepe Carioca y el gallo mexicano Pancho Pistolas, vuelan sobre México en un sarape de Saltillo. Aterrizan en varias ciudades del país mostrando costumbres y folklore regional. Pronto estarán sobre Acapulco, Caleta, concretamente. Allí, Pancho Pistolas, siempre alharaquiento y echando bala, presume: “Acapulco con sus playas, no hay otro en México”. Donald, por su parte, persigue verriondo a suculentas bañistas güeritas (impensable entonces la integración racial), pero sin darle alcance a ninguna.

Tin Tan-Disney

La voz de Tin Tan fue requerida por los estudios Disney para varios de sus productos cinematográficos. Hará en los 50 la narración de Katrina y los dos rivales sobre la leyenda del Jinete sin cabeza. Para fines de la década siguiente prestará su timbre bajísimo al oso Baloo del Libro de la Selva. Ya en los 70 le dará desparpajo melifluo al gato Jazz O’Malley en los Aristogatos. Por último, será el Pequeño Juan de la cinta Robin Hood.

¡Cuánto ratero!

Tin Tan nunca estuvo al servicio de lo establecido. Se dio por ello el lujo de exhibir lujos y miserias del poder político. No con discursos de plazuela estilo Palillo, quien por cierto lo aborrecía, sino inteligente y sutilmente. En El Rey del Barrio de 1949, por ejemplo, en plena juerga alemanista, el policía Marcelo investiga a Tin Tan como presunto jefe de una banda de rateros. Ambos se emborrachan durante el santo del hijo de Tin Tan. Sucederá lo impensable a la hora “llorona”. El gendarme, conmovido por la calidad de padre responsable de aquel, le autorizará a seguir robando.
–¡Sigue robando, Tin Tan, que al cabo mira nomás cuánto ratero millonario anda por ahí! –le invita apuntando el índice hacia la cámara.
–No le hagan caso, está borracho –lo disculpa un turbado Tin Tan, también mirando a la cámara.

El Loco Valdés

Tres presidentes de la República más tarde, un hermano de Tin Tan pagará caro su osadía y lengua suelta. Luis Echeverría Álvarez, uno de aquellos, ordena a la secretaría de Gobernación censurar el programa de la TV llamado El Show del Loco Valdés. Lo acusa de haber lanzado “comentarios ofensivos contra padres de la Patria”. Y más bien se trató de una felicitación:
El Loco Valdés felicita en su programa a los Bomberos en su día y muy especialmente a “Bomberito Juárez y a su esposa doña Manguerita Maza.
La televisora retira a Valdez del aire, mientras que la Secretaría de Gobernación le impone una multa cuyo monto nunca se conoció.
El Loco se la(s) mentará, además de jurar no volver a hacerlo.

Hermosura Vielma

Francisco Taboada dirigió y fotografió un documental de Imcine sobre la vida artística de Tin Tan. Reconoce que lo más significativo del cómico fue quizás otorgarle voz a las minorías étnicas o a sectores populares. Cita como ejemplos de ello al cubano Jorge Zamora, Zamorita, del equipo en-trañable del comediante y a Sal-vador Vielma Cruz, un lanchero acapulqueño apodado Hermosura, por ser todo lo contrario y en grado superlativo. Sobre éste se anota:
“Cuando era un niño Hermosura conoció a Tin Tan, quien visitaba frecuentemente el paradisíaco y bello puerto. Ante el objetivo de la cámara de Taboada, Hermosura muestra con gran orgullo una fotografía que le tomó el cómico 55 años atrás: es una foto amarillenta que muestra los estragos del tiempo, donde apenas se conoce a un niño. De condición humilde, habitante entonces del barrio de La Candelaria, hoy de La Zapata, Hermosura fue apoyado económicamente por Tin Tan”. Otro carnal acapulqueño del comediante será el también marinero Lorenzo Dozal.

El Sotavento

German Valdés Tin Tan bautiza su primer yate en Acapulco con el nombre de Tintavento. Lo hace maliciosamente aludiendo al yate presidencial Sotavento, atracado permanentemente en el malecón del puerto. Fue por ello que nunca fueron furtivas las visitas a la nave de hermosas mujeres y entre ellas María Félix y Leonora Amar, vedette brasileña esta última anclada en el Ciro’s del Hotel Casa-blanca.
Las Patischapoy de la época adjudicaban a Leonora un matrimonio falso y bien remunerado con el actor argentino Luis Aldás. Y era que el descaro de la pareja había puesto en actitud de guerra a la familia presidencial. “La estatua de carne”, como le decían a la garota, padecerá más tarde uno de los constantes errores garrafales de la empresa Aeroméxico. La montarán en el mismo vuelo a Europa en el que viaja don Miguel Alemán, una vez que ha botado la banda presidencial.
El Sotavento, de 56 metros, adquirido en Nueva Orleans por 600 mil dólares, tuvo una vida útil de 27 años. Una vil canoa, a no dudarlo, comparado con el yate Abdul Aziz, de 144 metros, del rey Farad

Los Tintaventos

No será uno sino tres Tintaventos, todos con finales trágicos. El primero lo tendrá consumido por el fuego. Aquella noche –narra Gilberto Martínez Solares, director de cabecera del comediante–, dormíamos en nuestros respectivos camarotes, Tin Tan y su esposa y yo y la mía. Era de madrugada cuando me despierta el ruido de un furioso crepitar: ¡un incendio! Doy la voz de alerta y Tin Tan, medio dormido todavía, se dirige a una bidón para arrojar su contenido al fuego. ¡No era agua, era gasolina que intensifica el fuego! El combustible salpica el brazo del improvisado bombero, incendiándolo.
El actor corre por la cubierta con el brazo convertido en antorcha hasta que decide lanzarse al agua. Los seguimos su esposa, la mía y yo, quienes trepamos no sin dificultad al bote salvavidas. Empezamos a remar, Tin Tan con el brazo sano. Una y otra vez remando con todas nuestras fuerzas. Sin embargo y ante nuestro pavor no nos retirábamos de la hornaza. Será una de las damas la que descubra que el bote seguía atado al yate. Rota la cuerda pudimos llegar a tierra firme.
Los Tintaventos I y II correrán la misma suerte, uno será arrojado por los vientos de un ciclón hasta el zócalo de la ciudad y el otro se hundirá frente a Icacos.

Sucedió en La Roqueta

Tanto visita Tin Tan La Roqueta que se hace muy amigo de don Ernesto Cueva Zepeda, a cargo del Faro en la cima de la isla. Lo está a partir de 1948 y allí vivirá con su esposa María de Jesús González y sus siete hijos, cuatro mujeres y tres varones. (Los Robinsones de La Roqueta, Contraportada 8/VI/04). El comediante sella tal amistad con el compadrazgo, apadrina a Carlos, el chocoyote de la familia, hoy magnífico ingeniero.
Los Cueva González serán celosos guardianes de los yates Tintaventos, cuyo muelle estará precisamente en la isla llamada alguna vez de Los Chinos. Fueron ellos quienes, frente a una tremenda sequía, dieron de beber a los burros bachichas de refresco y de cerveza, aficionándose uno de ellos a la cebada. “Burro borracho”, se le llamará injustamente y su imagen recorrerá el mundo.

La Isla del Grifo

Cuenta el abogado Gilberto Cueva González que un día, malhadado para la familia, llega a la isla una lancha llena de policías judiciales preguntando por don Ernesto.
–¡Ya descubrimos tu milpita, cabrón!
–Y qué tiene, de ella vivimos –responde un Cueva categórico, indignado. Ahí sembramos maíz, chile, frijol, tomate y hasta sandía. ¿Es eso delito, acaso?
–¡No te hagas pendejo o aquí delante de tu familia te partimos toda su madre! Hablamos de Las Palmitas, cabrón ( atrás de la isla)
–Ah, no, eso sí no. Me perdonan pero eso sembradío no es mío, es de mi compadre Tin Tan, el artista de cine, quien dice experimentar ahí el frijol chino! Si no, pregúntele a Papa Lío que es el encargado de regarlo.
–¿Papalío, el fotógrafo güero, cojo?, ¡haberlo dicho antes, carnal! Si es así, aquí no hay “dope” carnal. A¡i los vidrios! ¡Y ustedes, chamacos caguengues, a ver si respetan a la autoridá!
¿Sabría Tin Tan que uno de los nombres antiguos de La Roqueta fue Isla del Grifo?

La “yerba mala”

A propósito de la antiguamente llamada “yerba mala”, hoy tan buena, Tin Tan nunca escondió su afición por “la verde que te quiero verde” e incluso jugó con ella en diversas películas. Unas ramitas tronadoras muy ponderadas hoy mismo por sus efectos curativos. A Tin Tan, lejos de aplatanarlo, le dará una agilidad mental impresionante, misma que le permitirá una absoluta libertad de improvisación.
El Revoltoso ataja a la portera de la vecindad que intenta componer el medidor de la luz: “déjeme, doñita, ese toque me lo doy yo”. En un tendejón (El charro de levita) pedirá inexistentes cigarrillos “Amapolas”. Llega a una tienda de disfraces y cuelga su chamarra en un oso disecado, el que de pronto se mueve. Azorado, Tin Tan arroja su cigarrillo al piso y lo aplasta con el zapato. El oso vuelve a moverse y entonces el cómico bailará un zapateado sobre la colilla ( El rey del barrio).

La escultura del Pachuco

Un pachuco con las piernas flexionadas y los brazos extendidos en el lance de swing, boogie o mambo, los tres géneros de sus dominios, es la efigie en bronce de Tin Tan en Acapulco. Fue ejecutada por el escultor Ariel de la Peña. Mide 2.50 metros y pesa 400 kilogramos. Fue colocada en la esquina de las avenidas La Suiza y Costera el 28 de mayo de 2004, con asistencia de su hija Rosalía y sus hermanos Manuel y Antonio. Una similar se localiza en la Zona Rosa de la ciudad de México.

Perfil

Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo.
Nació el 19 de septiembre de 1915 y murió el 29 de junio de 1973.
Estatura 1.70 metros. Ojos verdes, boca grande.
Hermanos, ocho: Rafael, Guadalupe, Pedro, Armando, Ramón, Cristóbal, Antonio y Manuel.
Esposas: Magdalena Martínez, Micaela Vargas y Rosalía Julián.
Hijos: Francisco Germán, Olga, Javier, Genaro, Carlos y Rosalía.
Cómico, el mejor de México.