EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los apegos feroces y felices de la familia

Adán Ramírez Serret

Abril 06, 2018

 

Una de las frases más célebres y citadas de la literatura, es aquella con la que inicia la maravillosa novela Ana Karenina de León Tolstói, “Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”. No es este el momento para hacer una interpretación profunda de estas líneas, pues hacerlo llevaría (ha llevado litros de tinta y páginas y más páginas); pero quizá una de las muchas cosas que dice el autor ruso en este inicio, es que no hay familia que se parezca, todas las familias son únicas por lo tanto, todas son desgraciadas.
Escribir sobre los lazos familiares siempre es una materia agridulce, pues es el lugar en donde aparecen al mismo tiempo la felicidad y la desgracia. Es un espacio en donde los seres humanos nos creamos y descubrimos la alegría más grande y la infelicidad más profunda. Es exactamente sobre lo que trata este deslumbrante libro de memorias Apegos feroces de la activista, escritora y feminista Vivian Gornick (Manhattan, 1935). Quien, extrañamente, como dice Jonathan Lethem, es insólito que no haya incursionado más en la narrativa siendo tan virtuosa, dice el autor neoyorquino en el prólogo: “Las memorias de Vivian Gornick tienen esa calidad endemoniada, brillante y absoluta que tiende a elevar un libro por encima de su contexto y provocar que sea admirado, con toda justicia, como ‘atemporal’ y ‘clásico’”.
En efecto, se trata de una obra que sobrepasa al mero género y es actual y fundamental, pues narra su vida a partir de diferentes paseos que da con su madre por la ciudad de Manhattan.
Logra a través de estas pláticas con su anciana madre, volver en el tiempo y confrontar sus recuerdos, sus prejuicios, con su mamá que es el centro de su vida. Esto es algo que hace de manera única la autora, pues su universo, es decir todos los personajes importantes de su vida, son mujeres. Me parece que esta es una forma radical y brillante de ser activista en el feminismo. Pues a diferencia de los grandes autores, sean el ya mencionado Tolstói, Balzac o Dickens, en donde hay personajes femeninos pero todos funcionan tan sólo, exclusivamente, a partir de su relación con los hombres. Aquí sucede lo contrario, pues los personajes masculinos parecen ser siempre un reflejo de lo que sucede en el interior de las mujeres. Al grado que tiene líneas tan certeras y radicales como esta, “Papá nunca me pareció tan real mientras vivía como una vez muerto. Siempre fue una figura en cierto modo imprecisa, benigna y sonriente, siempre detrás del dramatismo con el que mamá impregnaba el amor marital, que devino y se mantuvo como el instrumento necesario para la devastación perpetua de mi madre. Era como si hubiera vivido con papá para prepararse para este momento”.
Es activista dentro del feminismo a la manera de Margaret Atwood quien considera que apoyar a la mujer es considerarla una persona de carne y hueso y no un ángel celestial.
En un ensayo reciente la escritora y ensayista Siri Hustvedt, dice que el éxito del novelista noruego Karl Ove Knausgrad, consiste en escribir como si fuera una mujer. Se trata de un hombre heterosexual que es hipersensible y que llora a la menor provocación. Hustvedt, dice que si fuera una mujer, una supuesta Karla Olivia, a nadie le interesaría su libro, pues es propio de una hembra tener sentimientos y llorar. Me parece que sucede algo muy similar en estas memorias de Vivian Garnick, pues ama a su madre y solo conoce la felicidad a partir de ella; pero tiene una relación completamente crítica para con ella. Cuestiona todos sus actos y la trata como una persona, es decir: como alguien ácido, terrible e injusto. Descubre, con este libro, que esos apegos familiares feroces son también la fuente de la más absoluta felicidad. Y como las novelas del gran León Tolstói, en las páginas de este libro, hay mucha desgracia, pero también una felicidad única.
(Vivian Gornick, Apegos feroces, Ciudad de México, Sexto Piso, 2017. 195 páginas).