EL-SUR

Sábado 11 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los cambios ya están en curso

Eduardo Pérez Haro

Mayo 17, 2016

Para Hugo Aboites.

Los cambios ya están en el sentir de la gente, su incertidumbre frente a lo que vendrá produce desasosiego, preocupación, malestar. Ya no somos los mismos. No, no es generalizado como suele reclamarse cuando surge una protesta, diciendo que no es de todos y al no alcanzar esta condición no cuenta como ahora se les reprocha a los estudiantes politécnicos y a toda manifestación de inconformidad.
Escucho que se dice que hay intereses políticos infiltrados y que habrá que hablar con los partidos políticos para “que no metan su cuchara”, y lo mismo se ha dicho de los maestros de la CNTE, de los normalistas de Ayotzinapa o de los universitarios que han iniciado una expresión de inconformidad por señales contrarias a la condición laboral y de retiro, de suyo lamentables, en las que descansa el esfuerzo educativo.
¿Las elecciones son campo de interés en el que los partidos se despabilan, se avivan y aguzan sus instintos? Digamos que sí, y más que eso, pues no sólo se lanzan a seducir con “el canto de las sirenas” que en éstos toma el tono de grotesca expresión coercitiva con la que corrompen, adulteran y malean la acción del voto ciudadano.
Una manera degradada de lo que en el pasado fue cínica práctica de control gubernamental bajó la égida del partido único con sus sectores obrero, campesino y popular, empero, la inconformidad social no es precisamente su caldo de cultivo sino al contrario estas prácticas se acomodan y pervierten los desdobles político-electorales de los segmentos sociales con mayor marginalidad y pobreza y también de los sectores medios que viven enajenados en la cultura del entretenimiento mediático. La sociedad pasiva y vulnerable.
El argumento de la “politización” de las expresiones de inconformidad siempre se ha usado como un ardid argumental para crear un ambiente propicio para el ejercicio de medidas autoritarias dirigidas al apaciguamiento y el control como opción única para quienes desconocen las artes de la política y la fuerza de las sociedades para el impulso de transformaciones progresistas.
Que los movimientos sociales tuviesen conexión con los partidos sería deseable, pero desafortunadamente éstos no tienen nada que ofrecerle a los movimientos y más aún no cuentan con su anuencia y ésta es una limitante de ambos pues de un lado se desarrolla la partidocracia enquistada en el poder contrario a la agenda social y de otro se configura un gremialismo estrecho que no alcanza a ligar una idea de cambio a la altura de las exigencias nacionales y del mundo.
Morena prefigura una posibilidad fuera de la partidocracia, pero aún presa de los vicios característicos del partido en el poder y de los demás partidos subsidiarios, por cuanto no abandona el verticalismo antidemocrático y las prácticas clientelares con el agravante de que tiene una concepción premoderna del mundo y de la naturaleza de los cambios que se precisan para México. No obstante, el partido de Andrés Manuel López Obrador se perfila como el beneficiario de la inconformidad social pasiva y abierta sin que ello asegure que sea al revés aunque podría serlo. Ya veremos.
Por lo pronto, el régimen de Enrique Peña Nieto no da cuenta de cambios en una trayectoria que se complica día tras día para él y para el país, la fuerza de sus ataduras es más recia y tenaz de lo que él mismo imaginó o digamos que al menos no le salieron las cuentas pues tal vez pensó en que pronto pagaría facturas de su elección y después tendría tiempo para “administrar la abundancia” con una sencilla consagración de su poder tras el trono a través de la continuidad en el 2018-2024, logrando así materializar la tentación secular de los hombres del poder.
No obstante, la reforma energética en la que apostó todas sus fichas no fructificó pues en sus cuentas no estaba la debacle de los precios internacionales, Pemex se puso en venta pero es la hora en que los compradores no se acercan y ya está en fase de remate y ni aun así, con la desventaja de que los activos de la otrora gran empresa de la nación envejecen y al paso del tiempo se torna inservible. Los activos se vuelven pasivos.
El gobierno acude a endeudarse para sufragar los gastos de la casa y la inversión pública se diluye, la dinámica del sector privado se atenúa y México entra en un franco estancamiento centralizador donde sólo algunos ganan y alimentan las cifras de los agregados macroeconómicos con el que al discurso oficial se le da mantenimiento pero tambalea.
Tras el fracaso de la reforma energética el gobierno se dio a la tarea de pasar al frente a la reforma educativa y con este giro discursivo pretendió ocultar el fiasco petrolero y hacer creer que se echaban cimientos del nuevo México que precisamente el presidente Peña Nieto cacaraqueó días antes de los trágicos acontecimientos de los 43 normalistas de Ayotzinapa, pero nada.
Su nuevo titular de la Secretaría de Educación Pública no levanta porque no hay tal reforma educativa y lejos de ello los distintos sectores de la educación advierten ajustes laborales e institucionales con los que se quiere pagar alguna parte de las facturas del fracaso económico y de la seguridad pública, se sienten amenazados y protestan. Salen a la calle y se oponen. Maestros de la educación básica, estudiantes de la educación media y superior y profesores universitarios se manifiestan.
El presidente Peña Nieto percibe mal humor entre los ciudadanos pero no es lo único a lo que se enfrenta pues también existe de parte de los empresarios y el mundo no le ayuda, pues sus ofertas y promesas incumplidas descomponen los términos del apoyo internacional y lo que a cambio del petróleo parecía un cheque en blanco para que se las arreglara como fuere en casa se ha convertido en un hasta aquí.
El proyecto de gobierno tiene muchos fierros en la lumbre lo que no sólo le representa un clima politizado por la cercanía de las elecciones, digamos un momento problemático y pasajero. A las cosas de una economía fallida así como a los contubernios con poderes fácticos y el crimen organizado no se les da la vuelta en un santiamén, menos aún cuando se inscriben en un entono mundial caracterizado por el entrampamiento financiero y la congestión productiva (de la que hemos hablado y regresaremos con mayor desglose).
Un mundo que a modo en cada país y región libra dificultades semejantes, incluso de dimensiones mayores. La supremacía de las élites legales e ilegales, la ausencia-insuficiencia democrática, el marasmo social y el extravío de los partidos políticos se presenta en distinto grado e intensidad pero ahí anda por todos lados.
Este cruce de acciones y reacciones da cuenta de cambios en ciernes que efectivamente todavía no consiguen su delineación y alcance, pero los cambios ya iniciaron y la iniciativa no viene del gobierno o de los gobiernos, ni de los partidos políticos, corren por cuenta de las sociedades inconformes en abierta expresión o simplemente en desilusión, desánimo y hartazgo frente a reiteradas promesas y engaños. ¿Podrán ampliarse y asegurar un mejor derrotero? Sí, pero no necesariamente.
En principio descomponen los planes de control y de negocios de las élites, pero ello plantea exigencias de otro orden pues no se trata de eso aunque apunta en favor de cambios en la correlación de fuerzas mas de no contar con una perspectiva superior tan sólo podría desatar la ira de los poderosos que no les gusta ver alterados su planes y contrariadas sus decisiones.
Las necesidades de los cambios sustentados en las movilizaciones de las sociedades de base tendrán que empezar por ahí, construyendo y tejiendo relaciones de base que se coloquen por encima de los acarreos electorales, levantando una agenda basada en las reivindicaciones sociales abrazadas por la justicia y codificándoles en el entramado de la ingeniería del desarrollo actu@l.

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