EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los charlatanes y sus seguidores

Rubén Aguilar Valenzuela

Enero 23, 2019

 

Moisés Naim en 2018: el año de los charlatanes (El País, 30.12.18) recuerda el episodio de una vieja serie de televisión de Estados Unidos, llamada Backtrack, donde un charlatán llega a un lejano pueblo del Oeste y convence a la población que pronto va a ocurrir una “explosión cósmica” que va a acabar con el mundo.
Les dice que solo él puede salvarlos de ese acontecimiento, para eso deben construir un muro alrededor de sus casas y comprarle una sombrilla especial que va a desviar las bolas de fuego que van a caer del cielo. El charlatán de la serie se llama Walter Trump. En ese mismo pueblo Hoby Gilman, un policía, trata de persuadir a sus vecinos de que Trump es un charlatán que los está engañando. Nadie le hace caso.
“Los charlatanes, dice Naim, siempre han existido. Son bribones que con gran habilidad verbal logran vender a los incautos algún tipo de producto, remedio, elíxir, negocio o ideología que, sin mayores esfuerzos, les quitará sus penas, aliviará sus dolores o los hará prósperos”.
Y añade que “últimamente, el mercado de la charlatanería, especialmente en la política, ha tenido un gran apogeo. Ha aumentado tanto la demanda como la oferta de soluciones simples a problemas complejos. La demanda la impulsan las crisis y a la oferta la potencia las redes sociales”.
De acuerdo a Naim “las crisis de todo tipo que afligen al mundo son el resultado de potentes fuerzas: tecnología, globalización, precariedad económica y desigualdad, criminalidad, corrupción, malos gobiernos, racismo, xenofobia, entre otras”.
Y continúa “el resultado es la proliferación de sociedades con grandes grupos de personas que se sienten, con toda razón, agraviadas, frustradas y amenazadas por el futuro. También constituyen un apetitoso mercado para charlatanes que ofrecen soluciones simples, instantáneas y dolorosas”.
Los charlatanes, sostiene Naim, requieren gente que se deje engañar, sus seguidores, que “son tanto o más culpables que los charlatanes de que una sociedad apoye malas ideas, elija malos gobernantes o crea sus mentiras. Con frecuencia los seguidores están irresponsablemente desinformados, son intolerantes y están dispuestos a creer en cualquier propuesta que los seduzca, por más descabellada que sea”.
Y agrega que “en los últimos tiempos le hemos hecho la vida demasiado fácil a los charlatanes y hemos sido muy benevolentes con sus seguidores. Hay que reconstruir la capacidad de la sociedad para diferenciar entre la verdad y la mentira, entre los hechos confirmados por evidencias incontrovertibles y las propuestas que nos hacen sentir bien, pero que ofrecen soluciones que no lo son o agravan los problemas”.
Para neutralizar a los charlatanes y acotar su espacio, dice Naim, “necesitamos más educación ciudadana acerca de los usos y abusos de la tecnología digital y aceptar que la democracia requiere más esfuerzos que el ir a votar cada cierto tiempo”.
Y también se hace necesario “informarse mejor, tener la mente abierta a ideas que no son cómodas y desarrollar el sentido crítico que nos altera cuando nos manipulan. También hay que regular las redes sociales. Sobre todo, hay que recuperar la capacidad de diferenciar entre líderes decentes y los charlatanes que nos mienten impunemente”.

Twitter: @RubenAguilar