EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los contaminantes orgánicos persistentes

Octavio Klimek Alcaraz

Diciembre 03, 2016

En el pasado siglo XX se inventaron y usaron para la industria y la agricultura miles de nuevos productos químicos sintéticos u orgánicos. Por ello, los que ahora vivimos en este nuevo siglo XXI estamos en el planeta con muchas de esas sustancias presentes en todas partes, incluso dentro de nuestros cuerpos. No somos como nuestros antepasados muy orgánicos, somos algo sintéticos.
Esa revelación puede ser perturbadora, dentro de cada uno de nosotros pueden existir pequeñas cantidades, o según las circunstancias y formas de exposición, más que pequeñas cantidades de diversos productos químicos fabricados por la industria química. Se supone que muchos son inocuos o así se sabe hasta ahora, pero otros se conoce que pueden provocar cáncer y daños en los sistemas nerviosos, reproductivo, inmunológico o hepático de los animales, incluido los seres humanos.
No se trata de decir con ello, que los productos químicos orgánicos han sido negativos por si mismos para el desarrollo humano. En su momento contribuyeron a mejor la producción agrícola al controlar plagas y en la industria se han producido múltiples productos útiles en la vida cotidiana. Sin embargo, su uso generalizado  sin control durante décadas produjo y produce un experimento químico global del que no conocemos todavía con claridad sus consecuencias.
Ahora sabemos que muchos de estos productos químicos orgánicos son altamente tóxicos; tienen larga vida, durante años, incluso décadas son persistentes; se evaporan y pueden viajar por miles de kilómetros del lugar donde se aplicaron a otro en el planeta a través del aire y el agua; además, se acumulan en el tejido adiposo. Por toda esta combinación, representan un peligro para la salud humana y de los ecosistemas, la vida misma.
En especial existe una clase de sustancias denominadas contaminantes orgánicos persistentes (COP), que son causa de gran preocupación. En el 2001, con el objetivo de reducir y eliminar dichos contaminantes se adoptó por los gobiernos del mundo el denominado Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes. Dicho convenio entró en vigor en el 2004 y México forma parte de él. Comenzó con el objetivo de reducir y eliminar 12 contaminantes orgánicos especialmente tóxicos, en el 2009 fueron agregados otros nueve contaminantes orgánicos. De esos 21 contaminantes 14 son plaguicidas identificados, dos son subproductos no deliberados de la combustión de los procesos industriales y los otros cinco son productos químicos industriales.
Uno de esos grupos de productos químicos industriales de los Contaminates Orgánicos Persistenets, es el que se compone del ácido perfluorooctanoico (PFOS), sus sales y el fluoruro de perfluorooctanosulfonilo (PFOS-F), que poseen amplias aplicaciones industriales. El PFOS, forman parte de los per y poli-fluorados (PFC) de cadena larga o C8, que son de especial preocupación debido a su toxicidad. El PFOS y sus sustancias relacionadas están reconocidos como muy tóxicos para los organismos acuáticos. En pruebas con animales se ha determinado que pueden causar daños reproductivos, y potenciar el desarrollo de tumores, o también actuar como mutágenos.
El PFOS y sus sustancias relacionadas se producen tanto intencionalmente como no intencionalmente como subproducto de degradación de productos químicos antropógenos relacionados. Tienen diferentes usos industriales y artículos de consumo como: fluidos hidráulicos, textiles, partes eléctricas y electrónicas, espuma extintora, etc. Son particularmente conocidos por su utilización en la industria de la indumentaria, en acabados impermeables y repelentes de la suciedad. Se usan por sus propiedades químicas únicas, en particular por su estabilidad y su capacidad de repeler tanto el agua como el aceite. Se dice que todavía no existen alternativas para varios tipos de su uso como la creación de imágenes ópticas, los fluidos hidráulicos para la aviación y la espuma extintora de incendios. En otros casos las alternativas a su uso son todavía incosteables o de difícil acceso tecnológico en muchos países. El reto actual es mejorar la sustitución del PFOS de manera segura y sostenible.
El Convenio de Estocolmo limita en su Anexo B, la utilización del PFOS, sus sales y del PFOS-F a las finalidades estrictamente prescritas si aún no existen alternativas eficaces y asequibles en el país, que haya registrado exenciones. Además, restringe su importación y exportación, autorizando su transporte sólo con fines de una eliminación ambientalmente racional o una utilización autorizada para lo cual el país importador hay obtenido una exención.
En el tercer reporte elaborado por el gobierno de México de agosto del 2014 al Convenio de Estocolmo –que se debe presentar periódicamente– se indica de manera muy particular que: “México no cuenta con recursos suficientes para sostener la evaluación y monitoreo de COP. No existe un diagnóstico nacional sobre PFO, se desconoce la situación sobre producción, consumo y movimientos transfronterizos. No se cuenta con recursos materiales y personal técnico suficiente para la aplicación cabal del PNI. La dispersión de competencias sobre COP en el gobierno federal dificulta el cumplimiento de las acciones reportadas como necesarias en el Plan Nacional de Implementación…” A través del Plan Nacional de Implementación (PNI), para México fue integrado en el 2007, y en él se integran una serie de acciones para cumplir los compromisos del citado Convenio de Estocolmo.
En el caso de sustancias tan peligrosas como es el caso de los PFO es necesario mantener informada a la población sobre ellos, así como de los productos que los contienen y sus riesgos potenciales. Por ello, es necesario hacer público este diagnóstico de los PFO y sus sustancias relacionadas en el país, si es que ya existe y si no hacerlo. Se trata de conocer en especial su situación con relación a su producción, consumo y movimientos transfronterizos. Así como conocer si se ha hecho o se está haciendo una evaluación del riesgo a la salud de las personas y al ambiente por el uso o generación del PFOS y sus sustancias relacionadas en el país.