Raymundo Riva Palacio
Enero 26, 2023
Si los fiscales del Departamento de Justicia de Estados Unidos quieren lograr una sentencia condenatoria del exsecretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, van a tener que presentar testigos más sólidos en la corte en Brooklyn, y pruebas que soporten sus declaraciones. Pero si siguen llevando al estrado a testigos como Sergio Villarreal Barragán, sicario del Cártel de los Hermanos Beltrán Leyva, nadie podrá decirse sorprendido si sus acusaciones contra García Luna colapsan.
No se sabe si García Luna es inocente o culpable, ni cómo lo vaya a encontrar el jurado. Pero las acusaciones que le lanzó Villarreal Barragán para vincularlo con los cárteles de la droga, no se sostienen. El matón de narcotraficantes apodado El Grande, porque mide dos metros, dijo lo que quiso sin necesidad de probar nada, porque el acuerdo que firmó con los fiscales para declarar en el juicio contra García Luna, admitió ante el juez Brian Cogan, no requería que presentara ninguna prueba. Como botones de muestra de sus falsedades:
*Señaló que la captura de Jesús El Rey Zambada al norte de la Ciudad de México en octubre de 2008, fue gracias a información que proporcionó a las autoridades Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, jefe del Cártel familiar, tras haber roto con el Cártel del Pacífico, lidereado por Ismael El Mayo Zambada, del cual su hermano era el jefe de plaza en el Valle de México. Además, agregó, lo detuvieron él y varios miembros más de la organización, que suplantantaron a elementos de la Subprocuraduría Especializada en Investigación Delitos de Delincuencia Organizada.
La realidad, como trascendió y se publicó en ese entonces, es que la información original provino de la DEA, que se la comunicó a la Policía Federal, que dependía de García Luna, que a su vez lo reportó a la Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México, que realizó la captura. El secretario de Seguridad capitalino en ese entonces era Manuel Mondragón, y el jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador.
Cuando vio la operación en curso, Zambada le habló a Édgar Bayardo, que estaba en la nómina del Cártel del Pacífico para que impidiera la detención y lo rescatara. Bayardo no pudo lograrlo, y esa misma tarde la Policía Federal lo detuvo. El entonces procurador Eduardo Medina Mora, lo hizo testigo protegido para utilizarlo contra García Luna.
*El Grande afirmó que la organización de los Beltrán Leyva cambió la cocaína que llegó de Colombia al puerto de Manzanillo en 2007, con lo que el decomiso de 23 toneladas de esa droga, el mayor en la historia, había sido de mero polvo blanco. Ese cargamento llegó en el barco “Esmeralda”, y la DEA alertó a la Policía Federal, que su vez se lo comunicó al Ministerio Público Federal. La Policía Federal realizó el decomiso, pero la Marina y el MPF vigilaron los dos contenedores con cocaína durante casi tres semanas esperando detener a quienes fueran por él. Cuando nadie se presentó a reclamarlo, en frente de cámaras para grabar todo el procedimiento, realizó el peritaje que comprobó que era cocaína, y la Marina lo destruyó.
*El Grande testificó que todos los líderes de los cárteles, con la excepción de Joaquín El Chapo Guzmán, pactaron una tregua en 2006 y se dividieron el territorio, que culminó a principios de 2008, cuando los Beltrán Leyva entraron en guerra con el Cártel del Pacífico que encabezaban El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán. No hay ningún registro de la tregua que mencionó, ni tampoco se frenaron los enfrentamientos entre el Cártel del Pacífico –que en ese momento incluía a los cárteles del Milenio y Juárez– con el Cártel del Golfo y Los Zetas. La ruptura que señaló se refiere a enero de 2008, cuando el Ejército capturó a Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, en Hermosillo.
En este espacio se publicó en ese entonces que El Barbas responsabilizó de esa captura a su compadre, El Chapo Guzmán, aunque el trabajo de inteligencia que permitió al Ejército detenerlo lo realizó la Policía Federal. El Barbas había tomado distancia del Cártel del Pacífico desde 2007, como se reportó en este espacio, cuando en una reunión en Cuernavaca con los líderes de Los Zetas, estableció una alianza. La detención de su hermano fue el pretexto para iniciar la guerra contra el Pacífico, que alcanzó su máximo de masacres en mayo de 2008 en Sinaloa.
El Grande afirmó que entre los diversos líderes del Cártel de Sinaloa prorrateaban los sobornos a García Luna, y que era “la mejor inversión que habían hecho con su dinero”. Hay información pública que lo contradice. Además de las operaciones contra el Cártel antes señaladas, en 2007 la Policía Federal decomisó 205 millones de dólares y 17 millones de pesos en la casa de Zhenli Ye Gon, el empresario chino-mexicano que era el introductor de precursores para metanfetaminas de El Chapo Guzmán.
Ese mismo año la Policía Federal detuvo a Sandra Ávila Beltrán, La Reina del Pacífico, y al colombiano Juan Diego Espinoza, que pertenecían a la estructura de mando de la organización, por lo que el agente Roberto Velasco, que realizó las detenciones, fue asesinado en 2008. Días después de ese crimen, Édgar Millán fue ejecutado por un sicario contratado por los sinaloenses. En 2010 detuvieron a Édgar Valdés, La Barbie, jefe directo de Villarreal Barragán.
La forma como El Grande acusó a García Luna en la Corte en Brooklyn, no es un método inusual en su pasado criminal. Tras ser detenido en 2010, el entonces procurador Medina Mora lo hizo testigo protegido, para incriminar a funcionarios de la PGR acusados de proteger a El Barbas, dentro de la Operación Limpieza, para limpiar a la PGR. Los imputados pasaron años en la cárcel, pero terminaron siendo exonerados. No ayudó El Grande en aquel caso que terminó en un fiasco, y si los fiscales en Brooklyn insisten en su estrategia de presentar testigos protegidos como él, un nuevo fracaso, ahora en el juicio contra García Luna, estará en su horizonte.
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