EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los falsos justicieros de Culiacán

Silber Meza

Diciembre 23, 2017

El 7 de diciembre pasado cayeron a mi Whatsapp varios videos. Los abrí porque me los envió un amigo periodista. Al principio no entendí, sólo veía a un hombre desnudo con la mirada perdida, golpeado hasta el cansancio, con 30 o 40 por ciento de su cuerpo saturado de lagunas púrpuras de moretones. En su pecho una leyenda: golpeador de mujer.
Unos hombres lo secuestraron para darle un escarmiento.
—A la mujer no se le pega –le dijo uno que grababa el video, y que se trasladaba en una motocicleta.
—Yo sé, yo sé, yo sé –respondió mientras el hombre moreteado trataba de huir del lugar.
Pero este no es el único video que ha aparecido en el último mes en Culiacán. Al menos un par más se han difundido y viralizado en redes sociales.
Hay uno que muestra a un par de jovencitos con las carnes pegadas a la piel y las manos atadas a la espalda. En la piel una leyenda que dice: “no volveré a robar carros”.
Los secuestradores obligan a los detenidos a confesar sus delitos, como el robo, los desnudan y arrojan a las calles de la ciudad, y así les dan “una lección”.
Lo increíble es que los secuestradores ven al robo como un problema que necesita ser castigado por ellos mismos, pero minimizan el delito que ellos cometen al secuestrar y torturar a personas. En los videos se les ve con rifles de grueso calibre y equipo táctico que en lugares como Sinaloa son usados únicamente por el narcotráfico.
En un hecho poco común en la justicia sinaloense, se anunció hace unos días la detención de cuatro jóvenes que presuntamente protagonizaron las golpizas. La autoridad informó que eran un muchacho de 19, dos de 22 y uno de 26 años.
La confusión de lo que es la justicia no sólo ha quedado patente en los detenidos sino en la población sinaloense. En los comentarios de algunas notas periodísticas se leen participaciones como “déjenlos: si las autoridades no pueden poner orden, que lo hagan ellos”; otro dice: “un aplauso para ellos, por atreverse a hacer lo que las autoridades no se atreven a hacer”.
Esto sucede en un estado con más de 50 años de narcotráfico; un estado donde el Estado ha estado ausente; un estado que aparece en los primeros lugares de corrupción en México; un estado donde la narcocultura y el narcotráfico no son tema de Estado; un Estado que se halla ocupado por la Policía Militar.