EL-SUR

Sábado 22 de Marzo de 2025

Guerrero, México

Opinión

Los humedales

Silvestre Pacheco León

Enero 27, 2025

El 2 de febrero del presente año se cumplirán 50 años de que bajo el auspicio de la ONU se iniciaron acciones en el mundo para el cuidado y conservación de los humedales en el mundo, territorios conocidos como Ramsar por el nombre de la ciudad iraní donde en 1971 se realizó la convención que aspira a que en cada país donde existan esos ecosistemas de valor incalculable por su biodiversidad, sus gobiernos realicen las acciones pertinentes para cuidarlos.
La celebración en esta coyuntura aciaga para México por los embates amenazadores del gobierno de Trump, adquiere mayor importancia porque al acercarnos al conocimiento de nuestros propios humedales nos ayuda a quererlos y aprovecharlos racionalmente para avanzar en la nueva potencia que queremos ser, dejando en el pasado la emigración de los mejores mexicanos que sufren maltrato en Estados Unidos en la búsqueda de oportunidades para acceder a un mejor estado de bienestar.
En ese sentido la existencia de los más de seis mil humedales mexicanos son una posibilidad real para la ocupación de nuestros connacionales en su cuidado.
Para mayor conocimiento de lo que son los humedales en Zihuatanejo todos sus habitantes debemos saber que el asentamiento de la ciudad se encuentra sobre uno de ellos y la laguna de Las Salinas sería el principal ejemplo de sus características agobiada por la contaminación de que es víctima por el descuido de las aguas residuales, el mal funcionamiento y saturación de las plantas de tratamiento y el crecimiento ilegal de la ciudad que erosiona las faldas de los cerros que forman el anfiteatro..
Todos hemos visto el papel de este espejo de agua que hace mucho tiempo se aprovechó para sacar sal y hoy realiza las funciones de un vaso regulador que evita la inundación de la ciudad por efectos de las lluvias teniendo a la avenida 5 de Mayo y su encharcamiento como la línea de contención.
El manglar con su color verde permanente en las orillas de la laguna y al frente del muelle municipal provee de sombra a los pescadores y embarcaciones, proveyendo la carnada viva, anchovetas y sardinas que se reproducen y crecen protegidas en las raíces de los mangles.
Zanates, patos, garzas, cocodrilos, iguanas y tortugas, camarones, moyos y cangrejos son parte de esa diversidad en la que México ocupa un lugar destacado que pocos valoran y la mayoría descuida.
Si usted alguna vez ha caminado a lo largo de la ciclopista que rodea la laguna del Negro en el parque Aztlán de Ixtapa, seguro ha sido testigo sorprendido por la cantidad de animales que cruzan el camino, de ese particular hábitat de árboles, aves y plantas que nosotros invadimos.
En cualquier época del año en la que uno pasee se puede disfrutar del espectáculo del cocodrilario en la desembocadura de la laguna en Playa Linda, donde los grandes saurios nadan, cazan y se asolean, teniendo como testigos a los cientos de turistas que los admiran conviviendo junto a las mansas iguanas negras y verdes que han superado el resquemor de juntarse con los humanos desplazándose con desenfado por los tallos de los mangles y su intrincada trama de ramas y raíces donde se posan garzas, patos, cigüeñas, y de vez en cuando los hermosos flamingos rosados.
A lo largo del paseo se suele encontrar manadas de tejones y armadillos, culebras y tlacuaches. Los zanates abundan pero también hay pericos, palomas y hasta venados.
De los árboles y plantas ni se diga. Allí puede uno conocer especies tan exóticas como los árboles matapalo que a medida que crecen van cubriendo con su corteza el tallo del árbol vecino en caprichoso abrazo fatal.
Esa riqueza de flora y fauna a la que todos nos podemos acercar gracias al camino sombreado de cientos de robles sembrados a la vera, constituye un atractivo turístico de valor incalculable.
Si en sentido contrario de Ixtapa, uno pasea rumbo a playa Larga o la barra de Potosí, en territorio de Petratlán, el espectáculo no cambia, sino que crece, porque al borde de esa inmensa laguna hay una isla llamada de los “pájaros” donde se asientan miles de aves como si fuera una convención con cantos y trinos que nadie nunca escuchará en otra parte. Por eso es importante aprender a mirar nuestro entorno con ojos de curiosidad, con la idea de que todo eso que vemos nos pertenece, aunque no saquemos más provecho que disfrutar el placer del canto de las aves y la sombra fresca de sus palmeras, parotas, bocotes, amates, camuchinas y mangles.
Pero todo ese recurso de plantas medicinales y comestibles, de árboles ornamentales y maderables vive permanentemente estresado por el avance de la mancha urbana y la presencia de las grandes y pesadas máquinas excavadoras y retroexcavadoras, bulldozer y motoniveladoras, encargadas de limpiar los terrenos para edificar hoteles y grandes mansiones en perjuicio también de los cultivos que nos dan de comer como las huertas de mangos, platanares, palmares, y los cultivos anuales de maíz, calabaza, ajonjolí, las plantaciones de cocoteros, los papayales y sandiales. Como si las mansiones y hoteles que se construyen nos fueran a proveer de comida.
Como las plantas y árboles no se pueden mover por sí solas para cambiar de lugar y salvarse de la depredación, se mueren resignadas como ofrenda al “desarrollo”.
Los humedales cuyo valor es incalculable por las materias primas que producen y los servicios ambientales que nos dan, están desapareciendo bajo el impacto de la urbanización que, a falta de una planeación respetada, se están convirtiendo en una auténtica trampa por las inundaciones que provocan los rellenos para nivelar terrenos sin importar ni tomar en cuenta los cauces naturales que con ello se obstruyen.
Como no hay presencia de la autoridad que vigile ni un plan de urbanización conocido, en todos los humedales de nuestra costa se malbarata la tierra y cada día crecen las ofertas de lotes y venta de casas en los lugares más insospechados, con un desorden cuyo impacto negativo a la larga sufriremos.
Con la pérdida de la riqueza que contienen los humedades o bajiales, marismas, esteros y pantanos, sin saberlo quizá también estamos atentando contra el espíritu que vive entre ellos y que muchos han tenido el privilegio de ver. Me refiero a la presencia de los chaneques, esos míticos seres mágicos que adquieren la presencia de humanos y solo difieren en el tamaño, porque son pequeños duendes que viven en los caminos umbrosos y atraen con sus juegos.
Los chaneques son tan asiduos a los juegos que a menudo retienen a los niños que encantan para que se olviden de sus casas, por eso el término de que “te jugaron los chaneques” tiene que ver con rasguños y moretones sin explicación con los que a veces se levantan los niños de la cama y solo se curan asistiendo con los que saben del antídoto de esos encantos.
Sobre la existencia de esos seres míticos que forman parte de la cultura mexicana porque no hay ningún auténtico costeño que desconozca alguna historia de esos seres que enfrente de playa Larga impidieron por un tiempo la construcción del proyecto ecoturístico conocido como “La Chanequera”.
Por lo tanto espero que cuando menos en algún momento de la fiesta de los tamales y el atole del 2 de febrero, recordemos la importancia que tienen los humedales en nuestra vida.