Silvestre Pacheco León
Abril 14, 2025
El humo que invade las ciudades con su peculiar olor a incendio, irritando los ojos y limitando la visión en las carreteras, tiene el atenuante de oscurecer el día, evitando los rayos solares y recreando como espectáculo en el horizonte el redondo disco del sol enrojecido que se mira al atardecer, nos recuerda cada año el uso del fuego como herramienta fundamental y atrasada de limpiar el suelo en el campo, para la nueva siembra del temporal de lluvias que se avecina.
Pero la situación ahora se hace más compleja porque en muchas ciudades y pueblos el fuego se ha asumido como medio para disminuir el volumen de desechos en los basureros, lo cual no solo afecta el ambiente y la infraestructura con la ceniza, sino la vida y salud de los seres humanos al obligarnos a respirar el detritus así suspendido.
En el valle de Cuernavaca el humo es tan denso que Capufe intervino para reducir la circulación debido a la falta de visibilidad en la autopista y para evitar accidentes por los numerosos incendios registrados en los cerros de Huitzilac y Tepoztlán.
Hace apenas veinte días, en la última ascensión que he realizado al Tepozteco, solo era el calor, el suelo reseco y la falta de humedad en el ambiente, pero sin problemas de visibilidad.
Pero en pocos días la situación ha cambiado y la ceniza en la Semana Santa nos recordará que entre todos estamos abonando en la destrucción del planeta pues en esta misma parte de la república se incendió el basurero de la ciudad de Iguala el cual requirió de la intervención de Protección Civil del estado y decenas de trabajadores con pipas y maquinaria pesada para controlarlo, lo cual no quiere decir que esté cancelado.
Durante mucho tiempo creí que el método agrícola de la siembra trashumante o tlacolol había pasado a la historia desde la década de los años sesenta del pasado siglo y que así como en nuestra familia se había clausurado dicha práctica porque el ejido había agotado la tierra virgen, en los demás había pasado lo mismo.
Pero al parecer la situación no ha cambiado y el atrasado método de limpia mediante el empleo del fuego que luego se convierte en incendio, arrasando en un santiamén miles de hectáreas de bosque que la naturaleza tardó años en construir, parece que seguirá prevaleciendo porque no hay ningún indicio de que alguna autoridad muestre interés en hacer que las cosas cambien para bien de todos.
Los incendios del bosque continúan asociados con la época de mayor calor y su origen suele ser diverso. Ni siquiera es única la mano del hombre la que los provoca porque quienes están dedicados a evitarlo y combatirlo informan que los envases de vidrio tirados en el campo, cuando están expuestos al sol actúan como lupas que con los rayos solares encienden cualquier pasto seco y que en ese caso el viento provee del oxígeno necesario para que la flama crezca y se propague con daños anuales difícilmente calculables.
A menudo es un descuido lo que puede provocar un incendio y lo más frecuente es cuando los fumadores que caminan por el campo tiran la colilla de sus cigarros sin apagarla y es esa brasa le da origen al incendio.
Pero también existe el incendio provocado a propósito por la mano del hombre como método fácil y barato (para quien los provoca) de limpiar con la lumbre una determinada superficie. Se dice que es el más socorrido para quienes siembran enervantes y así preparan el terreno sin que nadie los pueda señalar como responsables.
Los ganaderos que todavía usan el método de libre pastoreo ocupando grandes extensiones de tierra que antes fueron bosques y después potreros, utilizan el fácil método de la quema dizque controlada, echando un cerillo encendido y muchas veces no se salva ni la cerca del alambre de púas porque el fuego se propaga sin control debido a que no hay ninguna autoridad que supervise la obligada guardarraya con la que se previenen los incendios y así, lo que podía ser una quema controlada se convierte en un incendio, un modo barato para el ganadero que así extiende sus agostaderos para el libre pastoreo.
En este tiempo desde la carretera se pueden ver los cerros pelones y quemados donde en el futuro, y solo durante la época de lluvias, se verán unas cuantas vacas pastando y criándose solas, porque ese nivel de desarrollo es el que ha alcanzado la ganadería.
Quienes combaten los incendios son héroes anónimos que siempre están expuestos a morir por asfixia, respirando el humo denso, muchos sin entrenamiento ni el equipo adecuado, a veces rodeados y quemados por el fuego debido a la falta de previsión.
Todo ese gasto que implica la compra de maquinaria pesada, de pipas para transportar el agua que tanto escasea, y en el pago de tantos hombres dedicados a prevenir y combatir los incendios debería tener otro destino si se prohibiera el uso del fuego como método para limpiar el suelo.
Debería obligarse por ley a convertir las miles de toneladas de maleza que se quema en abono para fertilizar la tierra y hacerla más nutritiva. Por eso la capacitación para incorporar el método agroecológico sería un gasto justificable y tendríamos un campo más sano y productivo, ahorrándonos también las enfermedades y accidentes que provocan los incendios que son tan contaminantes para el ambiente y podríamos presumir también por la extensión boscosa y la salud de los árboles, pues parece una contradicción que mientras nos erigimos como potencia mundial en la siembra de nuevos bosques con el programa oficial que tanta fama nos ha dado, por una parte se siembra y por otra se destruye.
Desde que en mi familia dejamos el antiguo método de tumba, roza y quema para la siembra de maíz, soy más sensible a los incendios forestales y estoy en contra del anacrónico método de la quema para limpiar el suelo, por eso soy de los partidarios de prohibirlo y de incorporar el método agroecológico para mejor aprovechamiento de la materia que ahora es combustible para al fuego convirtiéndola en recurso para hacer suelo.
Lo que me alegra en este principio de la Semana Santa es que ya se escucha el canto de las cigarras anunciando la proximidad de la temporada de lluvias que sin duda ayudarán a despejar el ambiente y a que cesen los incendios, poniendo fin a las calamidades que padecemos.