Adán Ramírez Serret
Diciembre 16, 2022
Una lista de libros del año se parece más un diagnóstico que a una premiación. A una muestra de lo que adolecemos, de los vicios que tenemos. Porque leer es más un hábito, a veces bueno, a veces malo, y la mayor parte de las veces ambiguo, que una virtud y mucho menos una competencia.
Los libros que leemos nos describen por las modas y etapas que estamos. Nos definen como veletas, espero, en el mejor de los casos.
Los libros elegidos en este 2022 pueden ser un tanto esquizofrénicos pues aparecen autores como Javier Marías o Annie Ernaux, que parecieran antípodas. Radicales situados en dos extremos. Sin embargo, lo radical en sus libros estriba más en quienes los leen que en quienes los escriben. Al fin que, por suerte, la literatura es siempre libre y los candados están en nuestras mentes, espero.
Van pues diez libros leídos, no publicados necesariamente ni escritos, por supuesto, en 2022.
Natasha Brown, su más reciente y hasta ahora única novela, Reunión, ha sido un suceso en la literatura inglesa y ahora en el idioma español y el mundo desde que fue traducida a más de dieciséis idiomas. La crítica ha dicho sobre ella en Inglaterra que es “una mezcla de La señora Dalloway, de Virginia Woolf, y Ciudadana, de Claudia Rankine… Tan increíblemente refinada como despiadadamente veraz”. Pasa de ser un mero halago, porque no es una militancia panfletaria, sino una poética que redimensiona los temas sobre los que ahora se dialoga, como el feminismo y la discriminación. Sucede que Natasha Brown mezcla dos temas que son una constante en la literatura de los últimos años y que nos dicen mucho sobre nuestro presente: el racismo y la enfermedad.
Annie Ernaux, El acontecimiento. La premio Nobel 2022 construye una obra con cada novela. Con ella no hay dilema: o se la ama o no. Todos sus libros son autoficción, tratan sobre ella, y esto lejos de ser una limitante es la descripción de una obsesión que crea una catedral.
J. M. Servín, Mi vida no tan secreta. El cronista parido por la Ciudad de México. Hermoso y terrible. Cuenta su vida, brillante y oscura que se transforma en un relato de su familia y, por supuesto, de la gran urbe chilanga. Crudo, potente. Hace de cada sustantivo y adjetivo, una calle, una casa y un rostro de la Ciudad de México.
Carla Guelfenbein, La naturaleza del deseo. Es una escritora extraña, pues a pesar de haber ganado premios muy importantes, cada vez escribe mejores libros. Esta novela es erótica, es amorosa, es terrible y demuestra que, en la pérdida, en frustración y en el deseo habitan las grandes novelas.
Alma Delia Murillo, La cabeza de mi padre. En este relato valiente la autora explora su biografía, las mentiras que se dice a sí misma, las verdades y engaños de la historia de su familia. También retrata la realidad de un país atravesado por el patriarcado, donde se es menos por ser mujer, y por el colonialismo, donde se es despreciada por ser morena.
Rachel Cusk, Despojos. Hace una radiografía no sólo de sí misma, ni de su relación amorosa; tampoco sólo del plato roto que son las relaciones de amor, sino de la decadencia y anacronismo de enamorarse, procrear y vivir juntos. No es ella ni nadie quien falla, es un sistema humano. Cusk deja claro que, si acaso sirve de algo la literatura, es para eso: para mostrar el vacío.
María Negroni, El corazón del daño. No se anda por las ramas y va directamente al corazón, al epicentro del amor y del dolor más intenso que ha sentido durante toda su vida: su madre. La causa de una vida de sufrimiento en la que poco a poco, lágrima a lágrima, frustración tras frustración, va construyendo su vida; escribiendo. Sí, porque si no hubiera sido por su madre, jamás habría escrito una línea.
Tillie Olsen, Dime una adivinanza. Hay nuevas ideas de belleza en uno de los relatos más hermosos, Dime una adivinanza, una mujer y su esposo luego de que sus hijos se van y ellos llevan mucho tiempo viviendo solos, están en la discusión si deben dejar su casa o irse a vivir a un asilo. Él quiere irse para estar con más personas, pues es sociable y muere de ganas de convivir. Mientras ella quiere permanecer en la casa en donde ha estado toda su vida, muchas veces a pesar de sí misma. Quiere conservar su dignidad comiendo lo que quiere, cuando quiera y en su casa.
Benjamín Labatut, La piedra de la locura. El pequeño ensayo que escribe Labatut tras el éxito de Un verdor terrible demuestra que tiene una idea fija y bien puesta en la mente sobre lo que es su escritura: descubrir cuál es este mundo en el que vivimos. Las grietas que lo construyen y los laberintos que lo describen.
Javier Marías, Tomás Nevinson. El narrador de la historia comienza la novela con una reflexión que será la premisa, el centro de la novela: ¿se debe asesinar a sangre fría, sin ningún juicio, a una persona que cometió un crimen terrible hace más de diez años o a alguien que es capaz de cometerlo en el futuro?