EL-SUR

Sábado 27 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los migrantes en la voz de Ana Pavón

Jesús Mendoza Zaragoza

Abril 03, 2023

Migrantes y refugiados los hay por todas partes. Es un asunto global. Europa y Norteamérica son los grandes atractivos de las migraciones en el mundo. Migraciones por causas económicas y políticas, sobre todo. A México le ha tocado estar junto a Estados Unidos, que lo pone en una situación muy complicada debido a las continuas avalanchas de migrantes centro y sudamericanos. Para el manejo de este tipo de problemas se necesita una política migratoria compartida entre todos los involucrados, en este caso, entre México y Estados Unidos.
Es claro que es un asunto complejo, por todas las implicaciones políticas y económicas que se desprenden de esta situación. El caso es que Estados Unidos siempre ha impuesto a la fuerza sus políticas y sus criterios para el manejo de las migraciones. México, por su parte, ha tenido escasos márgenes de maniobra para ordenar el paso de las migraciones por el país hacia el vecino del norte.
Lo que parece ser cierto es que la política ha fracasado en este asunto. Tanto en Europa como en América. Las políticas migratorias no han tenido consideraciones humanitarias pues los temas económicos y políticos se han impuesto. Tanto en Estados Unidos como en México. Los gobiernos estadunidense y mexicano no han tenido la capacidad para dar respuestas humanitarias y han fortalecido la seguridad de sus fronteras para parar a los migrantes. Una señal de esto ha sido el incendio de una estación migratoria en Ciudad Juárez la semana pasada. Un gran malestar con impacto internacional ha ocasionado este hecho, que ha manifestado un manejo inhumano de las autoridades mexicanas en el tema migratorio.
Apenas el viernes pasado se dio una manifestación pública de migrantes, acompañados de activistas de derechos humanos a propósito de la visita del presidente de la República a esa ciudad. Una niña venezolana de apenas 13 años, Ana Pavón, tomó la palabra para transmitir una serie de mensajes, representando la conciencia de los migrantes retenidos en todas las fronteras del mundo. En síntesis, gritó un mensaje para todos: “¡Ya no queremos que nos traten como animales!”. En particular, se dirigió a los gobernantes de México, Estados Unidos y Venezuela. Es el trato que ellos perciben de quienes se han adueñado de la política tomando decisiones a partir de intereses políticos y económicos. Los gobiernos no están a la altura de las necesidades de los pueblos.
A muchos mexicanos nos da vergüenza el trato que se da a centro y sudamericanos a su paso por nuestro país, tanto por las autoridades, por la delincuencia organizada y por segmentos insensibles de la población. Y reclamamos cuando el mismo trato se da a los mexicanos en Estados Unidos.
Eva hizo una narración del calvario que ella y su familia sufrieron a su paso por el país. Desde Tapachula, Ciudad de México, Tampico, Matamoros hasta Ciudad Juárez. Ella narra las diversas formas de maltrato de parte de las autoridades migratorias mexicanas, de robos, de abusos, de golpes, de encarcelamientos y de múltiples violaciones a los derechos humanos de los migrantes.
Y, ¿cuáles son los reclamos de esta niña venezolana? Son tres los esenciales: ser escuchados, justicia y respeto a los derechos humanos. Estos reclamos son un llamado a humanizar las migraciones en el mundo y particularmente en estos países nuestros. Eva dijo que ella y su familia sienten nostalgia y aman a su país, Venezuela, donde el gobierno les “robó la patria”, y pretenden regresar cuando las cosas cambien. Al gobierno de México le pide justicia ante el incendio de esa cárcel ubicada en la estación migratoria de Ciudad Juárez. Y al gobierno de Estados Unidos le reclama tanto el muro de indiferencia y de su implacable política migratoria que rechaza a los migrantes del sur.
La voz de Eva es una llamado a la conciencia de los gobiernos y de todos los pueblos. Las fronteras, a partir de los perniciosos nacionalismos expresan la gran deshumanización que tenemos en el ámbito global. Somos una sola familia humana que necesita puertas abiertas para que podamos reconocernos como hermanos, con todo lo que esto significa. Es una vergüenza el que los migrantes se sientan tratados como animales. Son seres humanos como nosotros lo somos. Ni más ni menos.
Un asunto de fondo está en la humanización de la política, la que ha perdido su capacidad para tomar decisiones favorables a la vida, a la convivencia, a la justicia y a la paz y al respeto de los derechos humanos de todos. ¿Acaso la política no puede ir acompañada de la compasión y de la empatía para darle un rostro más humano? Porque en las condiciones actuales, la política suele ser más permisiva para la delincuencia organizada y más inflexible con los migrantes, que no son delincuentes. Migrar no es delinquir, es buscar mejores condiciones de vida desde contextos violentos o de pobreza extrema. Y es un derecho humano que tiene que ser garantizado y respetado.
El grito de Ana, la niña venezolana, es un llamado a humanizar las políticas migratorias, escuchando, de manera empática, las razones de los migrantes y a mirarlos como hermanos que están pasando por tiempos de mucho sufrimiento y necesitan de nuestra acogida y de nuestra compasión. Estamos aún a tiempo para escuchar a Eva y a los migrantes que pasan junto a nosotros.