EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los nexos con Francia

Jorge G. Castañeda

Noviembre 03, 2017

El miércoles concluyeron mis funciones como copresidente del Consejo Estratégico Franco-Mexicano, creado en 2013 por los presidentes Peña Nieto y Hollande, para componer y recomponer las relaciones de todo tipo entre Francia y México, llevadas a su punto más bajo en años por Nicolás Sarkozy y Felipe Calderón. Durante estos cuatro años, llevamos a cabo una gran cantidad de reuniones, actividades e iniciativas, unas que prosperaron y otras que no.
A partir de ahora, el Consejo será copresidido por dos empresarios, Fernando Chico Pardo de México y Pierre André de Chalandar de Francia. Ha sido ampliado, sobre todo para incluir a más mujeres, y seguirá trabajando para tratar de darle un carácter más estratégico a la relación entre ambos países. Durante las reuniones en la cancillería, en presencia de los dos ministros de Relaciones Exteriores, y en Los Pinos, frente a Peña Nieto, tuvimos la oportunidad mi colega Philippe Faure y yo de hacer a la vez un balance de lo que se pudo llevar a cabo, y también de tomar nota de los pendientes, un eufemismo para no decir fracasos.
Los logros fueron principalmente en materia psicológica, cultural, educativa y de salud. Psicológicos, en cuanto a que el lamentable estado de las relaciones en 2012 se compuso y se llegó al punto de que la cordialidad y la franqueza o sinceridad que hay entre los dos presidentes, sus ministros y sus gobiernos son de las más cercanas en el mundo, para México por lo menos. En lo cultural, se pudieron llevar a cabo iniciativas emblemáticas como la construcción e inauguración del monumento en homenaje a Carlos Fuentes frente a Ciudad Slim, y la extraordinaria exposición mexicana en el Grand Palais el año pasado. En materia de salud, se avanzó mucho en lo tocante a las relaciones entre el Seguro Social y la empresa Hôpitaux de Paris. Y en el rubro educativo, se abrió una filial de la Universidad de Compiègne en México, y se llevaron a cabo una gran cantidad de intercambios buscando aumentar –no siempre con éxito– el número de estudiantes mexicanos en Francia.
En materia económica, comercial, financiera y de turismo, aunque sí se avanzó, la verdad es que no resultó tan factible incrementar los números, las alianzas estratégicas, las asociaciones o las ventas de unos a otros y otros a unos. Quisiera poder afirmar que esto fue una responsabilidad compartida, y que ni un gobierno o el otro carga la culpa de las insuficiencias. No estoy del todo convencido, sin embargo.
En efecto, para Francia, la relación con México puede ser “estratégica” en los foros multilaterales, o frente a otros países de América Latina, pero en última instancia, tratándose de una potencia claramente mercantilista, su objetivo principal consiste en vender sus abarrotes: armas, aviones, energía nuclear, etc. Para México, adentrarnos de verdad en un vínculo estratégico con un país como Francia significa, o bien hacer a un lado lo comercial y las inversiones y transferencia tecnológica, y centrarnos en lo político y cultural,  o bien realizar un esfuerzo particular para reorientar una parte de nuestras compras y acuerdos en estos rubros de otro país (Estados Unidos), a Francia. La responsabilidad de efectuar un giro de esta naturaleza nos toca a nosotros, y no pudimos cumplirla.
El reto reside en la definición de la palabra “estratégico”. Para que una relación que no lo es comience a serlo, cualquier país debe aceptar ciertos sacrificios. O renuncia a vínculos anteriores más o menos confesables con otras naciones; o se verá obligado a tomar decisiones que no respondan sólo a criterios económicos, aunque el ámbito de la decisión sea estrictamente económico. A lo largo de muchos sexenios, no hemos podido tomar ese tipo de decisiones aunque cada presidente se lo ha propuesto (Peña Nieto con el tren chino a Querétaro, por ejemplo).
De cualquier manera, la idea de un consejo de esta índole es buena, y debiera reproducirse con otros países. Nunca nadie quedará totalmente satisfecho, pero buscar como acercar a sociedades además de a gobiernos, es un propósito recomendable en materia de política exterior.