EL-SUR

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Guerrero, México

Opinión

Los quince primeros días de Bolsonaro en la presidencia

Gaspard Estrada

Enero 16, 2019

 

Ayer se cumplieron los quince primeros días de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil. Si bien se trata de un lapso insuficiente para hacer una evaluación de lo que será este gobierno, como en el caso de la gestión de Andrés Manuel López Obrador en México, sí permite dejar en evidencia cuáles serán los principales ejes de la administración del ex capitán del ejército.
En primer lugar, Bolsonaro ha demostrado querer hacer del Partido de los Trabajadores (PT) su principal enemigo político. Durante este periodo, casi una tercera parte de sus tuits, su principal canal de comunicación con la sociedad, ha tenido como objetivo a este partido. En particular, las figuras de los ex presidentes Lula y Dilma Rousseff han sido expuestas por el ex militar, así como por sus hijos, que ejercen cargos en el Senado, la Cámara de Diputados y la Asamblea Legislativa de la ciudad de Río de Janeiro.
Además de estos ataques por la vía digital, el nuevo ejecutivo brasileño ha insistido en la promoción de las ideas que impulsó durante su campaña presidencial, ya sea el fin del apoyo por parte del gobierno a la población LGBT, la revisión de los programas escolares de educación básica, la voluntad de aumentar la deforestación del Amazonas y de permitir la libre portación de armas de fuego. En el plano internacional, Bolsonaro, a través de su canciller, Ernesto Araújo, ha confirmado todos los temores de la opinión pública internacional, así como de los principales gobiernos del mundo: Brasil anunció su salida del pacto mundial de migraciones, continuó con su ambigüedad alrededor de su presencia en el acuerdo de París sobre cambio climático, así como mantuvo su discurso en contra del llamado “globalismo”, que sería inspirado por el pensamiento “marxista”, omnipresente en los organismos internacionales controlados por la “izquierda”.
Finalmente, con la detención, en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, del italiano Cesare Battisti, Bolsonaro y su gobierno intentaron dar un golpe político y mediático en contra del PT y de la izquierda en general. En efecto, Battisti había obtenido el asilo político de Brasil durante el último día del mandato del ex presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, el 31 de diciembre de 2010. Este acto hizo del asilo de Battisti un acto diplomático con una fuerte connotación política. De ahí que desde la transición entre el gobierno de Michel Temer con el de Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil venía insistiendo en su deseo de extraditarlo a Italia.
Sin embargo, el hecho que este arresto haya sido obra de la policía boliviana y no de la policía brasileña le restó el rédito político que buscaba. El propio gobierno italiano mandó un avión directamente a Bolivia para evitar que el gobierno de Bolsonaro pudiese hacer de esta detención una operación política. El pasado lunes, el canciller brasileño llegó a anunciar a los medios de comunicación que se reuniría con los embajadores de Bolivia e Italia para festejar esta operación. Sin embargo, los dos embajadores decidieron no participar en este almuerzo, dejando claro la existencia de un malestar de estos dos gobiernos ante el comportamiento del régimen del ultraderechista brasileño.
De manera más estructural, todas estas iniciativas de Bolsonaro y de su gobierno, más allá de su carácter reprensible en el plano moral, dejan en evidencia la falta de programa gubernamental de la nueva administración. En el terreno económico, y en particular en los asuntos relativos a la polémica propuesta de reforma de las jubilaciones, el mensaje gubernamental ha sido particularmente ambiguo, dejando claro que existen fuertes disputas de poder en el seno del gobierno, entre el sector militar, que ocupa siete ministerios, el sector financiero, que dispone de un “superministro” de economía, Paulo Guedes, así como del presidente Jair Bolsonaro y de su familia, que no siempre coinciden en las orientaciones políticas a seguir. De tal manera que ante la improvisación y la falta de oficio político, es más fácil lanzar diariamente provocaciones contra el PT y el ex presidente Lula. Teniendo en cuenta la multitud de problemas que vive Brasil hoy en día, es probable que esta estrategia termine siendo un fracaso.

Twitter: @Gaspard_Estrada

*Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe, con sede en París