EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los resortes gastados del ogro filantrópico

Federico Vite

Junio 01, 2021

¿A quién le favorece que cada tres años, en las elecciones para alcalde, y cada seis años, en las elecciones para gobernador, se ofrezca algo a los creadores para que apoyen a ciertos candidatos, a veces, infumables? Obviamente sólo a los políticos. Muchos de ellos ni siquiera tienen una agenda cultural genuina. Prometen todo, porque prometer no empobrece. Pasada la elección, como usted bien sabe, se hacen agua esas promesas y se revela así el verdadero rostro de quienes fingen interés por lo cultural. O más bien, no fingen interés sino que ignoran lo cultural. Lo ignoran genuinamente.
No hay que hacer un esfuerzo para señalar que la administración municipal de Adela Román no solo desdeñó la cultura sino que literalmente la quiso erradicar del organigrama. Morena tuvo una pésima sensibilidad en cuanto al ámbito cultural se refiere. Usó de parapeto a la Dirección de Cultura. Utilizó los recursos de esa Dirección en ocurrencias; por ejemplo, las cocinas comunitarias. Clientelismo político, en términos generales. Pudo ofrecer un apoyo simbólico a los creadores, pero no lo hizo.
El rubro cultural, bien capitalizado, podría darle ganancias asombrosas al municipio; sobre todo, porque el ideal de turismo que tanto presumimos depreda nuestro ecosistema y deja pocas ganancias al proyecto que desde el ex presidente Miguel Alemán se define como edénico. Es algo que podría considerarse como la Cuatro P: playa, paisaje, placer y party.
En cuanto al gobierno estatal, hay mucho que exigir. Se detuvo algo que venía caminando, para sorpresa de muchos, a buen ritmo. El problema fue que se trataba de un espejismo. Bastaron algunos años para que los problemas salieran a flote. Básicamente se acabó el dinero. Aparecieron los deudores diversos exigiendo pagos por publicaciones, por diseños, por becas, por apoyos, por premios, por servicios y productos. La odontóloga Alicia Sierra inició como secretaria de Cultura el sexenio; su arribo mismo fue una ocurrencia del gobernador Héctor Astudillo. Fue relevada a finales del 2016 por el escritor Mauricio Leyva. En las manos de Leyva se detuvo la maquinaria estatal de cultura. Brilló más la odontóloga que el poeta.
El capital cultural de Guerrero no puede ser administrado con tanto desdén. No puede decir un secretario que no hay dinero para cultura cuando es obvio que sí hay. El gobierno estatal se comportó como lo que es: un gobierno priista. Ahí no hubo novedades. Mostró el oropel al principio; después se fue empobreciendo. Crecieron los adeudos. Con el cambio de gobierno federal, en Guerrero, todo se vino abajo. Y los federales preservan el centralismo. Favorecen con todo el proyecto del Bosque de Chapultepec: Naturaleza y Cultura, a cargo de Gabriel Orozco. Para ellos no hay nada más allá de la alcaldía Miguel Hidalgo.
La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, guerrerense por cierto, marcó su distancia con Guerrero. Ha venido más veces Paco Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, que Frausto. Y una de esas visitas largas de Taibo II fue justamente para realizar la Feria de Libro Internacional y Popular, coordinada por la Brigada para Leer en Libertad y el entonces síndico administrativo en funciones, Javier Solorio Almazán, quien recientemente le dio la espalda a Morena y se fue a apoyar al priista Mario Moreno. ¿Qué pensará Taibo II de que le hizo el caldo gordo a un político bipolar que terminó debilitando a Morena en el municipio? ¿O será que el ADN priista de quienes militan en Morena está llamándolos?
La incapacidad del secretario de Cultura, Mauricio Leyva, para gestionar recursos es la misma crítica que se le debe hacer a la directora de Cultura de Acapulco, Malena Steiner. No pudieron hacer su trabajo ni renunciaron al cargo. Mantuvieron la simulación de un proyecto que a todas luces sólo favoreció a los políticos. ¿A quién si no? ¿A quién? Se van ambos funcionarios públicos este año y todo volverá a comenzar. ¿Quién sale favorecido cuando se rompen las dinámicas laborales ya establecidas e inicia nuevamente la fase de ocurrencias gubernamentales? Obviamente un sistema que privilegia, por encima de todo, a los políticos, hábiles ellos en retórica, versados en conveniencia electoral. Según ellos, actúan bajo el mando del pueblo, ¿pero de qué pueblo hablan? Todos sabemos que a ese uso político del pueblo se le debería llamar conveniencia. Este sistema premia la retórica, la ocurrencia y la improvisación; desdeña con furor la ciencia y la cultura. Tampoco favorece un pensamiento divergente que salga del ideal del progreso fundamentado, en este caso, en el turismo. Una industria, por cierto, desgastada que ofrece lo mismo e ignora el potencial cultural de un sitio como este, tan diverso, tan rico y poderoso. Nosotros, en cambio, vemos a funcionarios públicos que administran pobreza. ¿Por qué? Solo quien no conoce a los creadores de Guerrero puede decir que no existen y si existen, dicen los mezquinos, son débiles, amateurs y simplistas. Solo un mezquino ve con normalidad (o con buenos ojos) que sus creadores se vayan a otro lugar, desplazados por la violencia o por el desempleo.  Son ignorados institucionalmente.
Muchos, ya sea por ignorancia o por mero desdén, argumentan que no se debe apoyar ni se debe becar ni premiar a los creadores. Que no se diga que no hay dinero, porque basta recordar la Ley Número 239 para el Fomento y Desarrollo de la Cultura y las Artes del Estado de Guerrero, publicada en noviembre de 2013, para entender que es legal y necesario el apoyo a los creadores. Recordemos también que se puede denunciar legalmente a los funcionarios públicos que no hicieron bien su trabajo. Habrá que inhabilitarlos para futuros cargos públicos.
La relación que tiene Guerrero con los libros es tímida y en gran medida gracias a un desmedido apapacho por el turismo orquestado hacia la cuatro P. Es necesario buscar otras vías para fortalecer la relación con el libro y su ecosistema; pero por encima de todo es indispensable buscar una alternativa ajena a la del Estado. Bien vale la pena recordar las certezas que Octavio Paz publicó en 1978 en la revista Vuelta. Hablo del ensayo El ogro filantrópico: “En el interior del Estado mexicano hay una contradicción enorme y que nadie ha podido o intentado siquiera resolver: el cuerpo de tecnócratas y administradores, la burocracia profesional, comparte los privilegios de la administración pública con los amigos, los familiares y los favoritos del Presidente en turno y con los amigos, los familiares y los favoritos de sus Ministros. La burocracia mexicana es moderna, se propone modernizar al país y sus valores son valores modernos. Frente a ella, a veces como rival y otras como asociada, se levanta una masa de amigos, parientes y favoritos unidos por lazos de orden personal. Esta sociedad cortesana se renueva parcialmente cada seis años, es decir, cada vez que asciende al poder un nuevo Presidente”.