EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Los saldos rojos de la nueva normalidad

Tlachinollan

Julio 13, 2020

Este viernes 10 de julio el subsecretario de salud, el doctor Hugo López-Gatell, en su conferencia de prensa expresó un mensaje de preocupación por lo que está sucediendo en el país, por el desconfinamiento que se anunció con la nueva normalidad hace 42 días. Manifestó los riesgos que se corren de que esta apertura se haga de manera desordenada, rápida y que no se involucre a la población, en la implementación de medidas preventivas. El mismo gobernador del estado, en su conferencia de prensa de ayer comentó que estamos en el límite entre el semáforo naranja y el semáforo rojo. Reconoció que hay un incremento en el número de contagios en Acapulco, Chilpancingo y Zihuatanejo.
Por su parte, Mike Ryan, director ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que traerá graves “consecuencias para la salud pública, la decisión de algunos países, como México y otros en América, de reabrir sus economías a pesar de mantener altas cifras diarias de contagios de Covid-19 (…) La reapertura a ciegas, sin tener en cuenta los datos, podría llevar a situaciones que nadie quiere. Hay que estar preparados para avanzar o retroceder según lo que indiquen los datos” (El Sur 11-12/07). Por ello, recomendó “buscar un equilibrio entre la contención del coronavirus y la reapertura de actividades”. Enfatizó que “reabrir en momentos de intensa transmisión comunitaria lleva a difíciles situaciones que pueden afectar a todo un país y llevar al límite a su sistema sanitario”. Concluyó que México enfrenta una situación “extremadamente compleja”, porque además de que la “vigilancia epidemiológica es débil”, siguen aumentando los contagios y las muertes por el desconfinamiento.
En esa misma conferencia de prensa López- Gatell anunció que no presentaría el semáforo epidemiológico, con el argumento de que había detectado rezagos en la información por parte de los estados, lo que impedía evaluar los indicadores y asignar un nivel de riesgo. Señaló que hay información que no es consistente y, que, por lo mismo, generaba un desfase en sus bases de datos. Comentó que la mayoría de estados “tienen un rezago superior al doble en confirmaciones, eso ha sido motivo de controversia y polarización”.
Enfrentamos como país un gran desafío, porque a pesar de la declaración de la “nueva normalidad”, en los hechos seguimos sin llegar al pico de la pandemia, por el contrario, hay un incremento en el número de personas contagiadas y también preocupa el aumento de personas fallecidas. Mediáticamente las autoridades federales dieron la pauta de que estábamos cruzando la fase crítica de la pandemia y, por lo mismo, el país se guiaría por un semáforo que indicaría a cada estado en qué momento pasaría al color naranja, flexibilizando la reapertura de actividades no esenciales. Este mensaje fue interpretado por amplios sectores de la población como el fin del confinamiento, que en la práctica relajó las conductas y descuidó las medidas preventivas, de mantenerse en casa, de usar el cubrebocas y de continuar con el lavado de manos, así como la sana distancia.
Los datos han rebasado todos los pronósticos que se hicieron por parte de las autoridades de Salud. Hemos llegado a 335 mil 922 contagios y a 36 mil 872 defunciones a nivel nacional. Con estas cifras nos colocamos en el cuarto país con mayor número de defunciones después de Estados Unidos, Brasil y Reino Unido, en un momento sumamente crítico porque no se ha logrado domar el virus. La preocupación es mayor porque empiezan a remarcarse las diferencias entre los planteamientos del subsecretario López-Gatell con algunos gobernadores como los de Nuevo León, Jalisco, Chihuahua, Quintana Roo y Yucatán, principalmente, en cuanto a la aplicación de pruebas masivas que han decidido aplicar para tener un mayor control de los contagios. Por su parte, el subsecretario continúa defendiendo el modelo Centinela, que aplica pocas pruebas para obtener datos más precisos y en un tiempo menor sobre las personas con posibilidades de contraer el virus. Para ello, se crearon 148 centros de captación de muestras a nivel nacional que lamentablemente los resultados de esta información son lentos y dispares, lo que impide tener una información actualizada de todos los casos.
Para el cambio de semáforo rojo a naranja se planteó como criterio fundamental el índice de ocupación hospitalaria de acuerdo con el número de camas y como segundo elemento, el número de casos contagiados que se vayan detectando diariamente. Tanto a nivel nacional como estatal, se ha dicho que la ocupación de camas ha bajado, sin embargo, se ha constatado en varios estados, incluyendo Guerrero, que las camas Covid están saturadas, al grado que hay pacientes que no son atendidos por falta de cupo, ahora entendemos que las autoridades manejan el número de camas incluyendo todas las camas que hay en los hospitales para atender todo tipo de pacientes. Esa medida les ha permitido demostrar en el papel que está bajando el índice de ocupación hospitalaria. Esos datos no ayudan a nadie porque se sigue alentando la idea de que ya no hay contagios, ni personas graves por Covid-19 que requieran hospitalización, porque hay camas desocupadas. Lo contrastante es que con pruebas o sin pruebas, el número de contagios tanto en la ciudad como en el campo sigue incrementándose y lamentablemente los fallecimientos van al alza.
Lo más grave es que la población se está quedando con el mensaje de las autoridades que más le acomoda a su interés particular. Ha sido grave que, a nivel federal, las autoridades de salud no enfaticen la importancia de usar cubrebocas cuanso de tiene claro que se trata virus de transmisión respiratoria y, que, ante el desconfinamiento, es imprescindible recomendar su uso. Por otra parte, ante la falta de una comunicación más cercana con la población, en la que deberían participar las autoridades municipales, han proliferado informaciones falaces que confunden a la gente generando desconfianza en las autoridades de salud. Estas versiones han trascendido al grado que hay pacientes que se niegan rotundamente a acudir al hospital porque tienen serios temores de que ahí se contagiarán. Proliferan historias de que los familiares que llegaron con otros síntomas, al final les dijeron que tenían el coronavirus y después de dos semanas, les dieron la noticia que habían fallecido. De ahí la frase que se ha propagado de que “en el hospital te matan”.
Estamos ante un momento critico porque no se está encontrando una salida conjunta y coordinada entre las autoridades federales y las estatales. El malestar del doctor López-Gatell, no solo es por el rezago de la información de varias entidades federativas, sino porque hay posturas encontradas con algunos gobernadores, quienes han optado por aplicar pruebas masivas como la medida más acorde ante el desconfinamiento descontrolado que se sigue dando entre la población. A nivel estatal, las autoridades tienen el gran dilema de mantener el modelo Centinela que no está pulsando la realidad que se desborda por el gran número de contagios y fallecimientos que se están consumando diariamente. Es claro que con la aplicación de más pruebas el diagnóstico epidemiológico cambia, porque se incrementa el número de personas contagiadas. Por eso es necesario que se tome en consideración la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de que se hagan más pruebas. Máxime que existe la presión de los diferentes sectores de la sociedad para que se reactive la economía. La tensión social que está causando la prolongación del confinamiento tiene que encontrar en la aplicación de pruebas masivas, una salida alterna ante un problema que está causando mayores daños.
El reajuste presupuestal que se realizó para atender la pandemia debe de orientarse a la aplicación de pruebas masivas, creando centros de atención para los ciudadanos y ciudadanas que quieran hacerse la prueba PCR. Es lamentable que haya serias carencias en los centros hospitalarios habilitados para atender a pacientes con síntomas de Covid-19, porque no existen insumos básicos. Se llega al extremo de no contar con gel antibacterial ni cubrebocas para los familiares de los pacientes. Los medicamentos corren por cuenta de los ciudadanos, que además de enfrentar el estigma de ser portadores del coronavirus, sufren el maltrato y la falta de una atención digna por parte de personal médico.
Los 42 días de la “nueva normalidad”, han sido devastadores porque el Covid-19 está cobrando más vidas de las previstas. Han pesado más las razones económicas sin evaluar los costos de vidas humanas. La lucha por la sobrevivencia no está acompañada con la aplicación de medidas preventivas. La descoordinación que existe entre las autoridades de los tres niveles de gobierno ha dejado en el desamparo a la población más vulnerable. Lo que más preocupa es que los sectores empobrecidos, además de no tener ingresos, se colocan en la línea de contagio, porque para conseguir alimento tienen que salir de casa. No podemos aceptar que la “nueva normalidad”, signifique más pobreza, más violencia, más contagios y más muertes.