Raymundo Riva Palacio
Febrero 22, 2024
A escasos siete meses del cambio de gobierno, el almirante secretario de la Marina, Rafael Ojeda, ya se embarcó en la preparación de su sucesión, porque es crucial, para él, que quien quede al frente de la institución sea un incondicional. No parece haber otro camino, al tener varios frentes abiertos que pudieran causarle dolores de cabeza y penurias transexenales, porque no ha sido cuidadoso ni en lo personal ni en lo político.
La parte más delicada, porque tiene que ver con el futuro mediato, fue haber apostado por Marcelo Ebrard para la candidatura de Morena a la Presidencia, que no sólo se limitó a apoyo político sino, de acuerdo con personas con conocimiento de primera mano de lo que sucedió, también recursos. Ojeda y Ebrard son más que amigos, y el almirante le tiene un particular agradecimiento, al haber sido él quien lo recomendó con el presidente Andrés Manuel López Obrador para ser el titular de la Marina, pese a la opinión contraria del ex secretario, Vidal Soberón.
La información a la que se ha tenido acceso muestra que los apoyos a Ebrard durante la contienda por la candidatura, llegaron a través de Octavio Pérez, un ingeniero naval sinaloense retirado que incursionó en el negocio del gas y entró también a realizarlos en Aduanas y Puertos, que están bajo el control de la Marina desde mediados de 2020. El activismo político de Ebrard, respaldado desde la oficina del secretario de la Marina, para desgracia de Ojeda, fue conocido por la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, dijeron personas que forman parte de su equipo de campaña.
Las señales que ha enviado su equipo, preparándose ante la eventualidad de que se convierta en presidenta, es que no quieren trabajar con el almirante Ojeda. Sin embargo, el problema del secretario no se circunscribe a la mala disposición que tendría Sheinbaum hacia él, una vez que ganara las elecciones, únicamente por su activismo a favor de Ebrard, sino que la posibilidad de que se le inicien carpetas de investigación por presuntos actos de corrupción, es amplia.
La presunta corrupción en torno al secretario Ojeda se ha denunciado en la prensa desde hace más de dos años, enfocada en sus sobrinos políticos por supuestos negocios en la Marina, Aduanas y Puertos, lo que sería irregular en sí mismo, a lo que se le suma que son parte de la institución, lo que significa un conflicto de interés. Los dos sobrinos denunciados son los vicealmirantes Fernando y Manuel Roberto Farías Laguna –este último recién nombrado jefe de las 12ª Zona Naval en Puerto Vallarta–, hijos de su cuñada, que tienen una gran ascendencia con su tía, la esposa del secretario, quien en los últimos cinco años ha generado un muy mal ambiente en torno a su persona por la forma como se comporta.
Ojeda ha vivido un sexenio agridulce con el presidente Andrés Manuel López Obrador, donde por una parte lo empodera con responsabilidades que ha quitado a los civiles, y por la otra lo margina en presupuesto y confianza frente al general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, con quien ha tenido una relación tirante durante el gobierno. Internamente, el secretario también ha provocado fisuras, y en algunos casos existen ya fracturas con almirantes, porque a algunos los ha maltratado y mandado al ostracismo, mientras que a otros les ha cobrado viejas facturas, y a unos más con rango y jerarquía, los ha dejado de lado para nombrar a oficiales de su confianza en puestos clave en Aduanas y Puertos.
No obstante, y aunque no le tiene mucha confianza porque considera que la Marina ha estado muy vinculada a los servicios de inteligencia de Estados Unidos, López Obrador le mantiene el respaldo. No ha actuado en ningún momento para conocer si tienen sustento los señalamientos de corrupción, y cuando el fiscal que investigó la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa acusó a los marinos de haber formado parte de plantar pruebas y de encubrir el crimen, mantuvo al almirante Ojeda blindado de cualquier señalamiento, pese a que era el jefe de la Zona Naval en Acapulco en el tiempo del ataque a los estudiantes.
La protección no será transexenal y el almirante Ojeda ha dado señales que así lo cree. Su sucesión, por tanto, es probablemente el proyecto estratégico más importante que tenga este año. Aunque no está claro por quién se decantaría en la sucesión y propondría como cabeza de terna a la próxima presidenta, tiene una inclinación por el subsecretario José Luis Arellano. Pero Ojeda ya vio en carne propia que las recomendaciones del titular pueden ser ignoradas por el presidente, como lo hizo López Obrador en su caso. Frente a ello, lo que está haciendo es neutralizar a las dos figuras mas importantes que podrían sustituirlo, a quienes ha maltratado y perseguido políticamente durante su gestión.
Uno es el almirante José Luis Vergara, muy cercano al ex secretario Soberón, y que era la primera opción para ser nombrado secretario de la Marina, aunque López Obrador rechazó la propuesta. El otro es el almirante Marco Antonio Ortega Siu, el jefe de la Unidad de Fuerzas Especiales que persiguió y capturó a Joaquín El Chapo Guzmán en 2015.
Ojeda no quiere cerca al almirante Vergara y lo envió como agregado naval a la India. A Ortega Siu le tiene miedo. El secretario lo tiene atravesado y quiere neutralizarlo. De manera casi secreta está investigándolo junto con elementos de la Fiscalía General por una presunta desaparición forzada en Guanajuato en 2018, y hay un seguimiento contra él –aparentemente también contra otros almirantes– por parte de la Unidad de Inteligencia Naval, mediante la intercepción ilegal de sus comunicaciones electrónicas.
La relación de él con Ojeda en la Secretaría de la Marina fue difícil, y Ortega Siu, más que Vergara, está en todos los sentidos, en las antípodas del secretario. El secretario está en su tormenta sucesoria, y aunque Ortega Siu es su principal adversario, definitivamente, no es el único.
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